Me interesa destacar la dedicatoria de este libro: “Dedico este libro a todos los hombre y mujeres, sea como analizantes o analistas, o simplemente por interesarse en este discurso, hacen para que el psicoanálisis siga, y con ello sus reconocidos beneficios”. Quiero enfatizar de esta dedicatoria que Norberto Ferreyra destaca que el psicoanálisis para hombre y mujeres, analizantes o analistas, el psicoanálisis es considerado como discurso en sus reconocidos beneficios. Esto no es para mí compartido por algunos que dicen practicar el psicoanálisis.

Quiero también hacer una mención al cuidadoso y minucioso prólogo del libro, cuya autoría es de Noemí Sirota, y que conforma una vera guía de lectura de los conceptos fundamentales que se despliegan a lo largo del texto.

Lo primero que quiero decir es que cuando escuché estas clases en la Escuela, que no sé y no creo que respondan exactamente al libro Transmitir la Transmisión, le digo a Norberto Ferreyra “esto es un nuevo libro Norberto, hay que publicarlo”. Luego las releí con una colega en el 2020 y me encontré con un vero retorno, dentro de las obras, que constituyen la enseñanza de Norberto Ferreyra – y uso la palabra retorno porque más allá de lo que de Foucault nos venimos enterando – que será para algún otro espacio de discusión –  la obra de Norberto Ferreyra es fundadora de discursividad en el ámbito de nuestra Escuela y para otros que lo leen y practican, o intentan hacerlo, en el contexto de una vera relación al discurso del psicoanálisis. Y digo retorno porque cuando releía había olvido y la relectura permitió abrir el cerrojo que había producido la primera lectura. Siempre que hay retorno hay relectura que por el olvido hace diferencia y así tiene que ser en textos como éste, fundadores de discursividad.

Y eso trae sorpresa, que no fue ajena a mi posición en relación a la práctica del psicoanálisis, a distintos momentos de mi análisis personal y a la experiencia del pase. Y fue del orden de la alegría, y tomo a Reik en esa Uberraschung porque es allí donde el analista, sobre ese sendero, sobre esa huella, él al menos sabe que está en su propio camino, está andando, y eso se lee en el texto de Norberto Ferreyra que transmite su propia experiencia como analista donde uno se da cuenta leyéndolo que él escribe lo que cae de nuestra práctica diaria, ahí está en el horizonte porque él transmite desde donde habla su propia experiencia. Lejos de rozar con el discurso de la Universidad, para quien pueda leerlo desde su práctica, deja abiertos interrogantes para el lector y los que Norberto se hace con su misma producción anterior y con sus interlocutores, nosotros, futuros lectores y relectores. Por nombrar sólo algunos, menciona explícitamente a Eric Porge y Guy Le Gaufey. Norberto dice y nos hace decir. Norberto escribe un h(a)cer con consecuencias en su propia práctica. El libro es un escribir con consecuencias y eso hace al discurso.

La interlocución con Porge viene desde hace tiempo y reside en mínimos o divinos detalles que no son mínimos a mi entender, pero es siempre fecunda en el camino de hacer con el objeto a. Es diferente hablando de los objetos parciales que se sustituyen en el Otro, Porge dice que los objetos parciales que van a la posición del analista son tomados por el objeto a, en cambio Norberto acentúa la anterioridad del objeto a que es la que posibilita esta sustitución que hace al Otro. Esto se lee en varios capítulos, aunque no es aquí donde está mencionada esta diferencia.

Del superyó mucha transmisión, insisto, tema tomado por Lacan desde sus tesis de doctorado, en especial fundamental para quienes nos hemos dedicado a la práctica con niños y adolescentes, instancia que por pertenecer a segunda tópica freudiana tal vez quedó en el tintero de la conciencia moral de los analistas y no en la operación en lo real, en el goce, en la voz.

Destaco en este retorno la relectura del Seminario I Los Escritos Técnicos de Freud, me pareció muy importante. El superyó como símbolo de los símbolos donde el qué quieres y no quién eres tiene su morada y se escabulle del peso estético como ha dicho Masotta del Ideal del Yo. De inicio Lacan se pregunta por el peso superyoico – ideal de toda intervención, en la interpretación de la transferencia. Y destaco ese lugar del superyó como símbolo de los símbolos, si lo vislumbra en el sentido del símbolo de Peirce. Símbolo viene del griego símbolo (signo, contraseña) donde el sym refiere a la idea de reunión, encuentro, unión. ¿Ese símbolo reúne goce y ley? ¿Será tarea del análisis su separación? Distinto es del registro de lo simbólico.

El símbolo conecta con su objeto en virtud de la idea de la mente de quien lo busca, sin lo cual no existiría ninguna conexión. Apunta aquí Ferreyra a la singularidad del peso del superyó, la posibilidad de que amaine su peso además de la exterioridad de la constitución subjetiva y allí ese intercambio con Porge: la sesión como sitio de lo simbólico. El sitio es del orden de los discursos, entonces, ¿dónde quedan los otros registros? ¿Qué pasa con esa precisión que Norberto enfatiza que el análisis transita entre lo imaginario y lo real siempre en el camino del objeto a?

Del mismo Seminario I me parece importante, cito de la pág. 40: El superyó es del orden de la determinación de la experiencia humana en el dominio del sentido. ¿Anticipa esta cita lo referente a la significancia que podría formar parte del campo de goce? ¿Y cuando amaina, es porque ese superyó siempre viene con el Ideal? No por nada es primero conciencia moral, en Freud no hay ideal sin superyó. La confusión freudiana parece tener importancia para retornar a Masotta.

Pasamos a la lógica. Mas allá de la clásica precisión de ou Pire … la lógica parte de poder pensar hablar de otra manera, predicar, de poder llegar a formular una pregunta. Esa idea abona el invento de Lacan de la escritura de los discursos para pensar de otra forma la división del sujeto. Merece discusión esta afirmación:  el superyó es la ley de ese vacío que inexiste. ¿La ley es un vacío?

Con Le Gaufey, para quien pueda constituirse como sujeto tiene que suponer que el Otro es un sujeto. Refiere a la discusión con Pommier: ¿hay dos sujetos en el análisis? Me queda como pregunta.

Destaco también: ¿ruptura del semblante, es operar desde otro lugar?

Y finalizo con una cita del apartado Algunas consecuencias del practicar: No se puede hacer religión del objeto a ni del inconsciente ni del padre. Una cosa es hacer religión y otra cosa es creer en eso, es un leve matiz que al practicarlo puede suceder, es decir, si uno cree en lo que hace no puede hacerlo o lo hace bajo la cuestión de algo impostado. Con impostado no me refiero a que sea malo, bueno, sino que es una posición falsa que hace cuestión a algo que no existe, la relación sexual.

Este libro solo escribe lo que Norberto Ferreyra hace y se espera que no tenga relación sexual simplemente que aporte al h(a)cer de nuestra práctica como analistas. Transmitir la transmisión no es reclutamiento de fieles seguidores, que lo que transmita sólo haga lazo.


Palabras pronunciadas por Alicia Hartmann el día 24 de abril de 2021 en la presentación del libro Transmitir la transmisión, de Norberto Ferreyra. Este texto contiene algunos agregados.