La autoridad es una obediencia en donde los hombres conservan su libertad.
Hannah Arendt.

“Tal vez habría sido más sensato preguntarse qué fue y no qué es la autoridad … porque la autoridad se ha esfumado del mundo moderno”. Con esta afirmación contundente Hanna Arendt inicia el ensayo titulado. ¿Qué es la autoridad? del año 1955, en cuyo texto me apoyo para el siguiente desarrollo.
Este concepto fue fundamental para la teoría política. Una crisis de autoridad constante y honda ha acompañado el desarrollo del mundo moderno del siglo XX, y parece continuar con más prisa que pausa. Esta crisis, visible desde comienzos de ese siglo, tiene procedencia y naturaleza políticas y se encuentra en movimientos que reemplazan el sistema de partidos por formas totalitarias de gobierno; la autoridad excluye el uso de medios externos de coacción. La profundidad y gravedad de tal crisis se mide por su expansión hacia áreas previas a lo político, como la crianza y la educación de los niños; se ha perdido en el mundo moderno una autoridad muy específica. Asentada en cimientos del pasado la autoridad brindó al mundo la permanencia y estabilidad que los humanos necesitan.
Refiere Hanna Arendt que la autoridad como factor decisivo en las sociedades humanas, no existió desde siempre: nace en la Roma antigua. Ni la lengua griega ni las experiencias políticas de su historia muestran conocimiento de la autoridad. Esto se encuentra en la filosofía de Aristóteles y Platón, es en La República que se acerca al concepto. Se distinguía en Grecia un gobierno político público y otro en la esfera familiar. En la polis se desarrolló un gobierno conocido como tiranía y en el seno familiar el déspota mandaba sobre los miembros de la familia y los esclavos de la casa; sólo había una relación: la del amo y el esclavo.
Entre los griegos la autoridad no se basaba en la experiencia política sino en la esfera del hacer y de las artes. La teoría de las ideas de Platón se define en relación a la belleza y no tiene relación con la política; pertenece a la filosofía, a la búsqueda del verdadero ser de las cosas.
Pese a la grandeza de la filosofía política griega, el vocablo autoridad y su concepto son de origen romano. Aunque en los últimos siglos del Imperio el gobierno era de dominus equivalente en el griego a déspota, es destacable en la fundación de Roma el valor conceptual que implicó. Se le atribuyó un carácter sagrado a esta fundación por su importancia para generaciones futuras. Toda fundación se anexaba a Roma: re-ligar a los cimientos, aumentar, fundar para la eternidad. También es sagrada en lo fundacional porque los dioses confieren autoridad a Rómulo para fundar Roma y toda autoridad deviene de esa fundación.
En este contexto surge auctoritas, del verbo augere, aumentar. Los provistos de autoridad eran los ancianos, el Senado, los patres, que lo habían obtenido de sus antepasados, los maiores. Los investidos de autoridad no tienen poder, pero aumentan la eficacia de las decisiones políticas; aunque el poder está en el pueblo la autoridad está en el Senado. «Más que una opinión y menos que una orden». (Mommsen)
Es de mayor relevancia histórica que los romanos, que revestían de autoridad a los padres fundadores, aceptaron a sus antepasados griegos como autoridad en la teoría, la filosofía y la poesía.

El Padre
El padre en su función ha sido siempre el que ha garantizado la transmisión simbólica de una generación a la siguiente. Para el psicoanálisis el padre es una función lógica, sin que por ello deje de lado el análisis de la relación con las figuras que lo encarnan. Esta función lógica tiene que ver con el modo en que haya sabido hacer respecto de transmitir la no relación sexual. Neurosis, psicosis y perversión son las maneras de responder a la castración; el objeto “a” quedará como resto de lo irremediablemente perdido en este proceso.
Todo esto transcurre bajo la órbita de la red de significantes. Lacan en el Seminario 3 establece la Función Paterna en relación a la posibilidad de hacer metáfora, o sea que un significante pueda sustituir a otro. Esta operación metafórica se denomina Nombre del Padre y allí radica la Función Paterna. Un significante que opera como punto de capitón y permite con su anclaje metafórico detener el movimiento infinito. Se trata de la operación que organiza la cadena y cuyo fracaso produce una forclusión en el orden simbólico. En psicoanálisis, el padre es una metáfora.
Desde la Antigüedad, pasando por la Edad media, la Modernidad, la Postmodernidad se han sucedido distintas formas de gobierno, imperando diferentes estructuras económicas y también diferencias en el ejercicio de la Función Paterna. Especialmente desde el siglo XX la Función Paterna es muchas veces desplazada por intervenciones familiares, educativas, jurídicas o biológicas. Estos escenarios del sujeto se ven representados por Lacan en discursos que formulan las posibles formas de lazo social. (Seminario 17). La Función Paterna juega un papel ordenador de estos lazos sociales.
En la Conferencia de Milán del 12 de mayo de 1972 Lacan presenta por única vez el Discurso Capitalista, que no será discurso porque, precisamente, muestra cómo el consumismo del capitalismo disuelve el lazo social. Va a aparecer como un no discurso. No hay relación en los consumidores tras la búsqueda del objeto de goce que produce la economía de mercado, y que pretende ocultar la falta.
Los amos antiguos no detentaban saber; el capitalista actual acumula saber para, mediante la adquisición de ciencia y tecnología, acumular capital y dominar el mundo y la naturaleza. El amo moderno es el capital. Lacan dice del Discurso Capitalista que es «Algo locamente astuto pero destinado a estallar (…) Algo que se consuma tan bien, que se consume”. Es decir que no produce lazo social sino que lo disuelve. Si el Discurso Capitalista atenta contra los lazos sociales también incluye el lazo padre-hijo. Hay un imperativo de goce en este discurso, en donde el S1 da la orden de consumir. Exigencia de goce, sin tiempo ni medida; prima la inmediatez más allá del Principio del Placer. El neoliberalismo, fase actual del capitalismo, está en consonancia con este discurso.
¿Podemos hablar de declinación de la Función Paterna? Seguimos diciendo con Lacan (Seminario 23): «Pasar del padre a condición de servirse de él. Servirse no de su persona sino del Nombre del Padre». La constitución de esta fundamental estructura metafórica se ve afectada por el vértigo de la inmediatez en que estamos sumidos, con consecuencias en la constitución subjetiva. El imperativo de goce atenta contra el tiempo lógico de la adquisición del Nombre del Padre, esencia de la Función Paterna.