AGUSTÍN MUÑOZ CABRERA:

Quisiera compartir en primera instancia la profunda emoción que me produjo el día que llegó a mis manos el boceto de la revista La Mosca que hoy estamos presentando. Hasta ese momento había tenido la posibilidad de leer los trabajos a medida que los autores me los hacían llegar. Pero el hecho de verlos todos juntos en el boceto impreso de la revista produjo una reformulación de esos textos. Al volver a leerlos se transformaron en otros textos, ahora todos juntos, articulados, de tal manera que los autores comenzaron a dialogar entre ellos y yo me transformé en un testigo privilegiado, para en una segunda instancia ser un partícipe más de ese diálogo fecundo.

En segundo lugar, quisiera enfatizar tanto el hecho de que la revista de este año de nuestra Escuela fuera en versión papel, como el hecho de estar hoy aquí presentes en este acontecimiento. El filósofo coreano Byung-Chul Han, en su libro No-cosas, quiebres del mundo de hoy, sostiene que hoy en el frenesí de la comunicación y la información, las cosas van palideciendo, desapareciendo, incluso partes del cuerpo, quedando voces sin cuerpo flotando sin rumbo en el aire. Hoy, como consecuencia de la mitigación de la pandemia, estamos aquí para celebrar no solo una nueva edición de nuestra revista, sino el hecho de estar presentes y la posibilidad de tenerla en nuestras manos.

Con respecto al diálogo entre los autores en nuestra revista, se destacan una considerable cantidad de enfoques que responden a la complejidad y riqueza del tema en cuestión, pero también a la generosidad de sus escritos. La escasez de tiempo me obliga a destacar solo algunos aspectos en los que varios textos confluyen.

° El punto de ruptura que la invención lacaniana del Pase provoca con respecto a la IPA. El fin de análisis nada tiene que ver con una identificación con el analista, con el ser del analista, sino que por el contrario se trata del des-ser del analista, de su caída como resto, des-ser del Sujeto supuesto Saber. La invención del dispositivo del Pase implica una ruptura con las Sociedades psicoanalíticas existentes, apostando a una abolición de las jerarquías en las cuales se apoyaba el clásico didáctico de la IPA, quien al final del análisis se hacía merecedor de ese título o nombramiento, fin de análisis sin que apareciera el deseo del analista.

° El Pase implica la dimensión de una experiencia que da cuenta de otra: la del análisis, y nos invita a testimoniar como se produce el pasaje del lugar del analizante en el discurso al del analista del propio discurso. El pasante dará testimonio y el pasador en tanto voz, pasará la posta al Cártel del Pase, el cual devolverá con sus informes aquello que fuera dicho por el pasador, constatando si hay deseo del analista. Ser nominado como AE es una nominación, no un título: en el Pase no se trata de éxito, no es una apuesta al prestigio ni una autorización. Constatar que hay deseo del analista no será para autorizarlo, sino más bien para saber de qué está hecho.

° Por último, quisiera hacer hincapié en los textos de aquellos que nos trasmitieron su experiencia poniendo en juego los efectos subjetivos de haber participado del pase: resistencias, inquietud, incertidumbre, tensa expectativa, pero también disposición, entrega, el dejarse tomar y la confianza en el dispositivo que no es otra que la confianza en lo que se dice: solo hay lo que yo digo, solo cuento con el acto de palabra.

Quisiera para concluir agradecer a los autores de estos textos, sin duda causados por el deseo de transmitir su experiencia con el Pase, pero también por el coraje, la convicción y la confianza en este dispositivo base de nuestra Escuela.

Por mi parte celebro el trabajo de todo este año de nuestra Secretaría de Biblioteca, que con el apoyo del Directorio arribó a la elección de este tema crucial que precipitó en estos dieciséis trabajos, que particularmente en mí generaron lo que uno de mis poetas predilectos llamaría, “una serena conmoción”, o para decirlo con palabras más precisas: al leer estos textos, algo en mí… pasó, y eso que en mí pasó es lo que les pasa la posta y los invita a leer estos textos.

¡¡Muchas gracias!!

MARÍA GABRIELA CORREIA:

Muy buenas tardes a todos. Gracias por estar hoy aquí compartiendo este momento tan importante para nosotros como lo es la presentación de un nuevo número de la Revista La Mosca, que  es la revista de la biblioteca de la Escuela Freudiana de la Argentina  y en esta oportunidad, la número 25.

En primer lugar quiero agradecer al responsable de la Secretaría de Biblioteca, Agustín Muñoz Cabrera, por haberme invitado personalmente a decir unas palabras en esta ocasión, así como también a los co-responsables de la Secretaría, que a continuación mencionaré: Ana Laura García, Irene Glecer, Alicia Hartmann y Patricia Pirolo.

Aprovecho además para felicitarlos por haber elegido un tema tan pertinente como lo es “el pase”. Porque si la transferencia es el corazón del análisis, el pase es el corazón de la Escuela. Es el dispositivo que permite testimoniar a quien desee hacerlo, acerca del  deseo de analista y de la experiencia del análisis a partir del cual ese deseo se constituyó. Es mediante el dispositivo del Pase que el análisis del analista entra en la Escuela, permitiendo así un anudamiento entre la formación, la práctica del psicoanálisis y el análisis del analista  Recordemos que en Freud el análisis del analista es el pilar base que le permitirá su práctica. Y que la Escuela, tal como Lacan lo afirma en la Proposición, “garantiza la relación del analista con la formación que ella dispensa.”

En este número de La Mosca, encontraremos 16 trabajos acerca del pase. Se trata de 16 analistas que participaron con diferentes funciones en el dispositivo, y que escriben acerca de su experiencia. Los mencionaré: Osvaldo Arribas, Miriam Allerbon, Aída Canan, Noemí Ciampa, Clelia Conde, Lilia Cristiani, Norberto Ferreyra, Alicia Hartmann, Adriana Hercman, Úrsula Kirsch, Marisa Plástina, Alicia Russ, Juana Sak, Noemí Sirota, María del Rosario Tosso, Perla Wasserman.

Cuando Agustín me hizo llegar la revista para preparar la presentación, me encontré con la grata sorpresa de que cada trabajo allí vertido, tenía una orientación diferente en cada caso, no sólo teniendo en cuenta si quien escribía lo hacía tomado por su experiencia como pasador, pasante, miembro A.E. o integrante de alguno de los dispositivos que llevan adelante el pase, es decir, orientado por el significante por el cual había sido convocado, sino que en ellos podían leerse las marcas de lo que el pase en cada quien produjo. Y esto me pareció lo más revelador y lo más destacable. Entiendo que tiene que ver con la singularidad con que cada uno ha entrado en el discurso del psicoanálisis. Con eso singular que se pone en juego, y que es  a la vez, lo que permite organizar un colectivo, como lo es una Escuela de psicoanálisis, que no se ocupa simplemente de” distribuir una enseñanza” sino que coloca en el centro la experiencia de quienes practican el psicoanálisis. Esta singularidad que permite una distinción entre uno y otro, está en total consonancia con el hecho de que “no hay modelo de analista”, que cualquier modelo que se pretenda roza con la impostura. Que no hay modelo de analista es desde donde parte la exposición de Perla Wasserman. Tampoco hay modelo de Pase. Úrsula Kirsch lo ubica en su trabajo de manera muy precisa: “no hay como”.

A medida que iba leyendo los distintos trabajos me iba topando con las diferentes vueltas que cada uno había tenido que realizar para poder volcar  en un escrito su paso por el dispositivo y las marcas de allí recogidas. Marcas que implican consecuencias en lo individual y en lo colectivo. Las consecuencias de haber sido tocado por la escucha de un testimonio, puede por ejemplo,  conducir a alguien a solicitar ser miembro de la Escuela, tal como relata Marisa Plástina.

En su presentación Clelia Conde hace hincapié en el “lazo” que sólo tiene razón de ser en “la palabra” y sólo en ella, algo bastante devaluado en esta era neoliberal.  Porque, como destaca Noemí Ciampa, no se trata del éxito ni del prestigio, y en ese sentido, va a contrapelo del neoliberalismo. Hay una pérdida puesta en juego de aquello que no hubo y que no habrá. En esa misma línea, Adriana Hercman destaca la dimensión de una falta inaugural, que es el vacío del Otro en cuanto tal. Juana Sak subraya la dimensión del duelo que se pone en juego en el análisis, por lo que se creyó que se hubo sido.

Un término que llamó mi atención, porque se repetía en algunas presentaciones es el de “travesía”, que no es ni más ni menos que un itinerario, un viaje, sujeto a riesgos y contingencias varias. Encontrarse con  el inconsciente implica un riesgo. Es el encuentro con aquello traumático con lo que el ser hablante se choca: el lenguaje, y por ende, la sexualidad. Lilia Cristiani destaca la diferenciación de dos tiempos: su experiencia como pasadora y el momento de escribir sobre esa experiencia. Entre esos dos momentos podemos leer una distancia entre lo acontecido y la escritura que adviene como resto de eso acontecido y matizado por la función del olvido que atestigua que es con el inconsciente que eso se escribe. En ese sentido, Miriam Allerbon puso en consideración un fallido. Del texto de Aída Canan, destaco que si hay Pase es porque se pide, y que este pedido está en relación con el acto analítico. Ese pedido implica un querer testimoniar acerca del deseo del analista proveniente de la experiencia del análisis. Se trata, tal como lo señala Noemí Sirota, de una exigencia lógica que no tiene que ver con el deseo de Ser analista. Ese deseo que, como remarca Alicia Russ, está causado por el objeto pero  no tiene cobertura fantasmática, es decir, no está sostenido por ningún fantasma. 

Alicia Hartmann enfatiza el gesto de amor como expresión  en el cuerpo del analista de ese amor por lo insabido. Entiendo que eso insabido  surge por el amor de  transferencia como la manifestación de un sujeto atravesado por su división.

Un tema que me pareció fundamental y que puede leerse en los trabajos, es el de la transmisión. María del Rosario Tosso pone en relación la formación con la transmisión.

Y qué es la transmisión sino aquello “que pasa de un lugar a otro”, “que se envía a otro lado» o” una carta que llega a destino, también podríamos decir. En la presentación de Osvaldo Arribas pone el acento en el hecho que entre transferencia y transmisión hay un entramado, y la transmisión es aquello que “sobrevive”, eso que a pesar de las dificultades persiste. En ese sentido, entiendo que lo que el dispositivo del pase “garantiza” es que no es por fuera de la experiencia con el inconsciente que una comunidad de experiencia – valga la redundancia-  como lo es una Escuela, puede seguir viva, y así propiciar la formación de nuevos analistas.

Saber “de qué está hecho el deseo del analista” me pareció una precisión  de parte de Norberto Ferreyra porque implica “tomar públicamente una responsabilidad en la transmisión.” Tomar públicamente esa responsabilidad es lo que va a garantizar que el inconsciente pueda seguir siendo  leído  y que el psicoanálisis “pase”.

Les recomiendo muy especialmente este número de la Revista La Mosca. Eso sí, no se lo pierdan.

ALICIA HARTMANN:

Quiero agradecer al Directorio la posibilidad de este encuentro, a Agustín Muñoz Cabrera por su invitación para estar en esta mesa, a mis compañeras de las Secretaría Irene Glecer, Patricia Pirolo y Ana L. García por el intercambio de este tiempo y especialmente a Agustín por el esfuerzo que ha realizado para que sea posible este nuevo número de la revista La Mosca, sin olvidar la invalorable labor de Gaby Cosin.

El año pasado trabajamos sobre Kafka, la Carta al Padre. Pensé en estos días que gran parte de la producción de Kafka, sus diarios, notas, pequeños textos y aún lo autobiográfico de ficción fantasmática que se lee en sus novelas se acercan a la experiencia de un pasante y especialmente esa carta que es un testimonio de cómo se pudo en cierto sentido liberarse de la opresión de la esfera paterna con un escrito epistolar. Nos enriquecieron en este sentido las exposiciones de Anabel Salafia y de Ariel Magnus. El trabajo que hicimos este año en relación a la dirección que tomó, pienso que hizo cierto lazo con al año anterior. Al proponernos cuestiones acerca del pase se nos presentó inmediatamente su relación – o no – con el fin de análisis.

Y la pregunta surgió pensando en otras escuelas pertenecientes a la Convergencia o fuera de ella, estas últimas creo que han tomado otros rumbos más allá de la enseñanza de Lacan.

Celebré esta idea de la Secretaría, así encabeza Noemí Sirota su texto, porque dedicar este número a la experiencia del pase pensé en 2021 haría renovar el deseo de todos los miembros, dándole fuerzas al dispositivo de la escuela que quedó adormecido en los años de confinamiento cuando no pudimos encontrarnos de cuerpo presente y real, y parafraseo aquí a Clelia y Patricia en su libro recientemente publicado. 

Llevar a cabo este proyecto no fue sin dificultades, más tal vez que con cualquier otro, porque la experiencia del pase nos implicó a cada uno de nosotros en relación al lugar del analista que intentamos sostener en nuestra práctica cotidiana y en el lazo que se sostiene en la enseñanza y en la transmisión en la práctica de escuela, donde bien sabemos que hablamos como analizantes e implica en cierto sentido al pase también. Respecto del fin de análisis/pase, el título convocante fue objeto de discusiones y vacilaciones en relación al conectivo lógico que los enlazaba o un simple signo ortográfico que marcara ese intervalo con coma o sin coma y con la conjunción, la disyunción o el losange.

Una vez elegida la forma de convocar, creo que la mas amplia, vino el sorteo de quiénes serían invitados a escribir (la revista admitía por experiencias anteriores una veintena de ponencias) entre los AE actuales o de otros períodos, los pasadores con el mismo criterio, la comisión de Garantía también con igual criterio, repartimos las invitaciones y entramos en la espera ansiosa: ¿te respondieron? ¿aceptaron?  Y la sorpresa, que los miembros sorteados (teníamos algunos suplentes en el banco, elegidos también por sorteo), la mayoría de ellos respondió con la alegría que muestran los efectos de años de trabajo de Escuela, hay informes de pase, al menos es lo que yo sé, desde los años 90. Primer tramo cumplido.

Cuando llegaron los textos mi posición fue que no estábamos autorizados a hacerles correcciones. Escribir sobre el pase, así lo dice Lacan, es una experiencia conmocionante -yo creo que es y fue así para la Secretaría y para cada uno que ha escrito. Y nos repartimos la revisión de obvios errores de tipeo. Digo esto porque pensaba que allí en ese escrito más que nunca se juega una posición de quien estuvo en la experiencia y así es como nos pensamos en el discurso donde podríamos afirmar que el inconsciente es lo que yo digo, no porque yo lo digo sino en el sentido de que allí en ese enunciado se lee desde dónde lo digo. Y puedo homologar esto al inconsciente es lo que yo escribo pensando en lo efectivamente pronunciado o lo efectivamente escrito aun sabiendo como bien trabaja Norberto Ferreyra en Lo orgánico y el discurso de la diferencia entre parole y mot, la palabra escrita y la palabra hablada.

Lacan afirma en La experiencia del pase que la experiencia convoca a la espera y que esta experiencia no proporciona resultados luminosos por la discreción que merece. La discreción que atraviesa los textos de la revista. Esperar el efecto en los lectores posibles aquí presente forma parte de esa espera y h(a)ce Escuela.

De los trabajos solo unas pocas frases relevantes de algunos, no todos; hay mucho para subrayar, Uds. harán -espero- ese trabajo.  ¿Por qué el prestigio del pase sobre el didáctico? Qué riesgo loco, este del pase. El ser sostenido en el fantasma está así cuestionado. Dos tiempos y la relación con el olvido en varios trabajos. El pase no es una autorización que dé prestigio. La única garantía que existe en una escuela de psicoanálisis es la barra que cae sobre el A.

La traducción muy apropiada de una nota del año 74, nota dirigida personalmente a aquellos que pueden designar pasadores. El pasador es testigo (y refiero al libro de Noemí Sirota) que permite que el testimonio llegue al cartel de pase. ¿Qué se puede extraer de la experiencia del análisis con el pase? Esta última pregunta creo que remite al título de la convocatoria de la revista.

Cuando escribía esta presentación recordé algo del prólogo que escribió Nunberg cuando compiló las actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena junto a Federn. Nunberg es varias veces citado por Lacan, lo recuerda especialmente por su trabajo Transferencia y realidad en 1951. La escena que describe respecto de las reuniones de la Sociedad es la siguiente: “Freud daba más de lo que los otros podían recibir. Había por supuesto una brecha entre la comprensión del psicoanálisis alcanzado por el discípulo y el propio maestro. Pero Freud ya había asentado un monumental edificio. Los convidados se sentaban frente a una rica mesa pero no todos podían digerir lo que se les ofrecía, algunos miembros de la Sociedad no podían por cierto enfrentar el inconsciente tal como lo revelaba el psicoanálisis.”

Esta cita que hace a una escena me la imaginé así: nosotros los integrantes de la Secretaría frente a lanzar la propuesta para producir la revista, enfrentando la rica propuesta Pase y fin de análisis, cuestión que aborda Lacan en su Proposición del 67. Otra escena fue seguramente los que escribieron sobre el tema, siendo el pase una experiencia tan seria que instituyó la EFA un gesto por el cual se dispuso a hacer escuela según lo que Lacan propuso; ahora reemplazaría ese “no todos podrían enfrentar el inconsciente tal como lo revela el psicoanálisis” por “cómo los que estamos aquí presentes como miembros y participantes de esta escuela estamos en el camino de sostener el discurso del psicoanálisis”.

El pase sigue haciendo pregunta sobre su dispositivo, el lugar de los pasadores, pasantes, el cartel, las nominaciones, sintetizando ese tránsito del deseo del analista al analista de la Escuela. Las raíces de esta experiencia están vivas. La revista los invita a sentarse a esta rica mesa, esperamos que se puedan nutrir e incorporar los trabajos aquí reunidos y que de ellos surjan otros banquetes donde el deseo del analista se manifieste en su amor al inconsciente como no sabido.

NOEMÍ SIROTA:

Buenas tardes a todos, estoy muy emocionada por estar de nuevo aquí en la sede de nuestra Escuela y hablando con todos ustedes, en la presentación de esta revista que es una publicación que siempre pone a trabajar y da a conocer en qué estamos.

Gracias a la Secretaría por la invitación que me hizo llegar Alicia Hartmann, gracias por la idea que han tenido, por el tema que han elegido y por la forma en que nos han convocado a escribir. Todo eso me parece, no solamente interesante sino completamente concernido por el anhelo de transmitir.

 Pensar la idea de la publicación de este número de La Mosca en su propósito y en sus consecuencias, aunque las consecuencias aún no las podemos pensar, si podemos extraer muchas cuestiones de su lectura, al tener en nuestras manos La Mosca ya editada.

La idea que nos convocó a escribir fue: “escriban con su propia experiencia, desde su propia experiencia” y la pregunta era ¿Cómo se piensa el pase la Escuela?

Y había una reflexión en la invitación – por lo menos el modo en que me llegó a mí – quizás con la resonancia de unas frases escuchadas tales como: ¿Qué pasa con el pase, el pase no funciona? ¿Qué pensamos del pase? ¿Qué piensa la Escuela? ¿Por qué no hay pedidos de pase?

Bueno, yo creo que este número de la revista es una respuesta a esas preguntas, con creces.

Podría decir más que adormecida, como nos decía hace un momento Alicia Hartmann yo creo que el Pase estaba soñando, estaba produciendo.

Y me parece realmente un hallazgo haber planteado, justamente, que cada uno que escriba, con su experiencia, y desde su experiencia. Porque justamente lo que muestra y demuestra, este número de la revista es que un 30% de las personas que conformamos esta  (son 17 los trabajos) Escuela están absolutamente concernidas por haber pasado por distintos momentos y lugares en el dispositivo, y quienes  nos hacen leer, por sus escritos como ustedes van a poder comprobar, que la experiencia del Pase hace mella. El hecho de que exista el Pase en la Escuela ha hecho marca, ha hecho mella, tiene consecuencias, y nos permite seguir sosteniendo que en todo caso la experiencia no está hecha sino con entusiasmo.

Y que el entusiasmo se hace presente en querer transmitir qué pasa con el análisis, qué pasa con el psicoanálisis, por dónde pasa el psicoanálisis.

Considero que en la producción de esta revista, se muestra, por lo menos a mí me produce este será un efecto, que seguramente va a circular y va a echarse a correr, es una forma, digamos, esta práctica que ha sido escribir para la revista, ha sido otro modo, otra forma de poner la Cosa en Práctica. Poner la cosa en práctica ¿Qué quiere decir? La cosa del pase, hacer hablar al pase. Cuando nosotros en el análisis – según enseña Lacan – ponemos la Cosa en práctica es porque la ponemos a hablar.

Entonces, les diré algunas reflexiones, que me provocó está invitación a presentar:

Primero una recomendación enorme de que sean leídos los trabajos, porque creo que incluso aunque queramos dar hoy detalles de cada trabajo – que dice este, que dice el otro, – es necesario pasar por la experiencia de la lectura. Y es necesario pasar por la experiencia de la lectura, porque todos no decimos lo mismo, porque no hay una uniformidad.

Alguien hablaba recién de lo discreto, de lo discreto entre un trabajo y el otro.

No porque seamos personas discretas,(eso también puede ser)  sino porque cada trabajo es uno, y cada trabajo es una manera de decir lo que la experiencia le hace decir. Con lo cual es necesario que cada quien lea, y entonces es imposible que sea homogéneo, que sea lo mismo. Sobre todo porque ni Lacan ha sido homogéneo con lo que ha dicho. Es necesario que cada uno poder decir cómo capta, cómo incorpora, cómo práctica, lo que el análisis nos enseña – el análisis y la enseñanza, y la Escuela —. Por eso nadie puede hablar por uno, ¿no?

En estos trabajos me parece que es interesante ir a las huellas de esas diferencias, de cómo decimos, de cómo decimos del Otro, de la garantía, de la entrada en análisis y cómo pensamos la salida.

¿Se podría decir cómo piensa la Escuela la salida del análisis? Yo creo que esa pregunta, la posibilidad de pensar una respuesta está en cada uno. Cómo pensamos en la Escuela, quizás ¿no? De qué manera decimos cómo pensamos en la Escuela, y ahí cada uno tiene que hablar, no es posible pasar por alto.

Me interesó situar, ubicar, una enorme cosa, pero digamos de una forma pequeña – que es lo que me hizo pensar en los distintos trabajos que fui leyendo en la revista – la particularidad que tiene el dispositivo del Pase en la Escuela, distinguiéndolo del pase en el análisis, y por el hecho de contar con la Comisión de Garantía.

¿Qué significa que contemos con ese lugar en la Escuela? Qué malversado puede haber estado en la comunidad, digamos, el no comprender cuál es la razón, cuál es la función que tiene la Comisión de Garantía en la Escuela, ¿no’?

Decir que es la Garantía de la falta de garantía es una forma de decirlo, pero hay varios trabajos que tocan la cuestión, y me parece que es interesante poder ubicar –en los trabajos- que es una función que en su funcionamiento nos pone a trabajar en torno a la resistencia posible por efecto de una Idealización, como entronización de un gran Otro encarnado.  Y solo a modo de ejemplo este deslizamiento está dicho de una forma muy precisa, en el texto que escribe Adriana Hercman – pero que cada uno lo tiene que poder decir y, en todo caso, poder ubicar qué es lo que lo hace decir de esa manera ¿no es cierto’? Qué es lo que hace decir que la cuestión de la garantía es, justamente, la falta en el Otro ¿no? Que la garantía que tenemos es que el Otro es inconsistente, indecidible, incompleto.  Y que esa es la función de la Comisión de Garantía: dar cuenta de, garantizar que – desde el punto de vista formal – que los pasos del dispositivo se cumplan, que los lugares y los términos del discurso en relación al funcionamiento del dispositivo, se ordenen en el discurso del Psicoanálisis. Pero esa es la Garantía, es la única, es la garantía de que hay de lo incompleto – por eso hace falta que cada uno diga -. Hay de lo inconsistente porque el decir mismo puede variar; y hay de lo indecidible porque hay momentos en que, lógicamente, es imposible una decisión y hay que mantener dos cuestiones al mismo tiempo en su relación a la verdad.  Bueno, la cuestión lógica del Teorema de Gödel no lo voy a explicar ahora pero mencionar esta referencia me parece una muy interesante manera de invitar a trabajarla para dar fundamento a la función de la Comisión de Garantía.

Pero la verdad es que es muy loco – como dicen Lacan cuando se plantea por qué esa cosa loca alguien puede pretender ir a ocupar ese lugar, en el que “hizo” su analista—, digo, es muy loco considerar que se trata allí y en “eso” del acceso a una garantía colectiva que encuentra su raíz en la experiencia del inconsciente y que el reconocimiento de que no ofrece más garantía que lo que retorna cada vez en los hechos del inconsciente. O sea, ni garantía de completud, ni de eficacia social exitosa, pero sí que la Cosa haga marca en su h(a)cer por su decir.

¿Qué la Cosa marque, qué quiere decir? Que cada uno de nosotros con “su él mismo”, por haber transitado la experiencia del análisis, es responsable (haga o no la experiencia en el dispositivo) de que este funcione y eso nos permita seguir haciendo escuela en esta Escuela.

Bueno, la Cosa entonces funciona. Así que, muchas gracias y buena lectura para cada uno y a todas.