Por Andrés Barbarosch

“Oigo con desagrado eso tan triste de Hüne Caro, con alegría, por el contrario, tu interés por Leo Strauss, que también a mí me ha producido una buena impresión –¿Quién es la sobrina de Tom Freud?–  Esto es todo por hoy; tanto o tan poco”

Carta de Walter Benjamín a Gershom Scholem, Berlin- Wilmersdorf, 10 de diciembre de 1932.

En tiempos como los que estamos viviendo, en los que se constata el recrudecimiento y la imposición   de la derecha y de la ultraderecha en la política de distintos países del mundo, cuyas  garras nefastas están en expansión en la Argentina, en un país donde bajo la dictadura  militar se cometieron las peores torturas y asesinatos, delitos de lesa humanidad que tan sólo pudieron ser juzgados de una manera ejemplar para el mundo  en democracia: ni olvido ni perdón es una verdad patente para los pueblos del mundo porque lo que se olvida en la memoria se repite en la historia.

El autor de Sobre la tiranía, el título del libro de esta reseña es el filósofo político Leo Strauss (1899- 1973) Que aunque suenen parecido no hay que confundir con Claude Levi- Strauss, el genial antropólogo, amigo de Lacan. Hoy día haría falta una relectura seria sobre lo que fue su conferencia en la Unesco Raza e historia.

 Lacan menciona al otro Strauss, al menos conocido en La instancia de la letra… en alusión de las tesis de este filósofo sobre el arte de escribir entre líneas a los fines de eludir la persecución política, a las que pone en relación a la censura y al deseo: articulada posteriormente por la ausencia del representante de la representación en el lugar del A mayúscula, es decir, S(Ⱥ),

En la Instancia de la letra…  Lacan lleva la tesis de Strauss   al corte del lenguaje, del deseo como metonimia de la falta en ser, en Subversión del sujeto…  ”el goce como tal está interdicto para quien habla, o también no puede decirse sino entre líneas” con el axioma  no hay relación sexual, con la lalangue,  Lacan puede pasar a una formulación tal como ocurre en Televisión del mediodecir de la verdad,  a las mujeres como no todas, de la castración entendida como algo que ocurre en y por el lenguaje.

Con Persecución y arte de escribir Leo Strauss escribió un artículo sobre la tiranía cuya resonancia atravesó a varias generaciones en distintas épocas y latitudes. En psicoanalistas   en apariencia tan antagónicos como Ernst Kris y Jacques Lacan que por el inconsciente abrevan en la retórica, sea por la metapsicología freudiana en el caso de Kris o  por lalangue en Lacan,  la retórica puede servir a los analistas  si se tiene en cuenta que  existe porque se habla  con el cuerpo sin saberlo. 

El arte de escribir entre líneas, sería una metáfora para nombrar  una técnica sutil en la que  al hablar de la verdad tan solo  pudiera hacérselo entre líneas, y a riesgo de simplificar en exceso, alguien, un presidiario  pudiera  escribir un artículo en un formato de fanzine distribuido en el ámbito carcelario sobre  Las fugas de Bach, acompañado del retrato del compositor y que  el carcelero, como la censura del sueño  puedan  dormir  a pata ancha sobre el sentido, sin sospechar nada del mensaje, del wunsch del preso.

Estas curiosas elucubraciones provienen de un área de estudios sobre filósofos medievales judíos y árabes, donde hay una enorme tensión de la filosofía con la sociedad.

Quien practica la filosofía, mantiene un amor desinteresado por la sabiduría o la verdad y se vuelve potencialmente subversivo para el poder político, por lo que los filósofos han hecho del arte de escribir entre líneas un medio para eludir la censura y liberar a la verdad de su opresión, evitando correr el riesgo de seguir el destino de Socrátes.

Platón escribió bajo la forma de diálogo de manera tal de evitar así la persecución, como Alfarabi, considerado el filósofo más eminente después de Aristoteles, por Maimonides y Averroes, pudo hacer de sus comentarios sobre otros filósofos un mediodecir de lo que le incumbía a él mismo, siendo que lo escrito en nombre propio trasuntaba un discurso poco sazonado con el que se acercaba despreocupadamente a los puntos de vista de la autoridad.

Estas tesis no tienen vigencia tan sólo para los períodos pretéritos y crueles de la historia sino que prosiguen en la modernidad, el manierismo de su lectura lo lleva a encontrar los mismos medios hasta en el discurso del método de Descartes.

Por la persecución, los escritores han debido nutrirse de este arte que el autor no vacila en hacer confinar con la retórica sepultada de la antigüedad, y en definitiva, para no dar más rodeos sobre la razón de esto, qué duda cabe que el amo es el inconsciente tal como lo descifró Freud en la Interpretación de los sueños, pero no basta con   aclarar que el yo no es el amo en su propia casa, y que el ello o el inconsciente, gobiernan. Es Lacan quien pudo hacer del amo (mâitre) un significante (S1), y del inconsciente un discurso, análisis que pudo realizar por haber formalizado el discurso del analista.

Lacan postula que el discurso del amo es el discurso del inconsciente, y que el semblant designa el lugar de lo que había llamado agente en el Seminario XVII El reverso del psicoanálisis y que de los discursos existentes, el universitario, el de la histérica y el del analista, al designar a este último como el más nuevo, porque ha podido poder poner en perspectiva los anteriores y dar cuenta de su formalización.

 Lacan está hablando del lazo social formalizado a partir de haber extraído el objeto a del esquema de Psicología de las masas y análisis del yo de Freud, doy como referencia las últimas clases del Seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, lo quetiene sus antecedentes en el Seminario VIII La transferencia, donde se remonta al objeto parcial de Karl Abraham, como al agalma del Banquete.

 El lazo social, lo imaginario, la relación con el semejante, el otro con minúscula, el Ideal del yo,encuentra su articulación  con el objeto a,  pecho, heces, mirada voz, objetos pulsionales,  con el objeto perdido de Freud,  lo cual es algo fundamental a no perder de vista para cualquier psicoanalista; por otra parte el deseo del analista en el mejor de los casos cumple la función de una x en la transferencia de los analizantes y pacientes  no tanto con el analista, sino con la pareja analizante- analista como dice Lacan en La tercera.

Strauss rechaza el inconsciente, la cosa freudiana no tan sólo por estar tenazmente afirmado en la cerrazón de la conciencia provista por la filosofía, o la ousía . sino por su autosuficiencia erudita a partir de la cual produjo una obra filosófica con una marcada preferencia por los clásicos. Desdeñaba las ciencias sociales, la filosofía de Hegel, el arte moderno. Como en la oposición freudiana de Edipo Rey y Hamlet Los antiguos eran fuertes frente a los modernos que eran débiles, afectados por la distinción entre hecho y valor. George Steiner, el crítico literario, lo recuerda en su autobiográfica Errata en su paso como alumno por sus clases   en la Universidad de Chicago.

Entre los numerosos discípulos con los que contribuyó a la derecha norteamericana en la presidencia de George Bush (padre) con la guerra del Golfo Pérsico, tal vez el más reconocido entre ellos fuera Allan Bloom,sin tomar en cuenta a Francis Fukuyama, el del fin de la historia, que era  un economista discípulo de Allan, no quisiera entrar en la polémica que propuso por considerarla  una pérdida de tiempo.

 Allan Bloom, que no era Harold Bloom el crítico literario, ni Leopold Bloom, el personaje de Joyce era un filósofo ultraconservador, gay, traductor al inglés de la República de Platón que se volvería millonario por su terrorífico The closing american mind traducido al español de manera absolutista como El cierre de la mente moderna.  Bloom murió en plena pandemia del sida, y fiel a sus principios conservadores tomando AZT, el antiviral bastante ineficaz que había en ese momento, negando la enfermedad, antes de 1996, del comienzo de la era de los antirretrovirales que hubieran podido salvarle la vida, que transformaron al sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) de una enfermedad letal en una enfermedad crónica, en pacientes con VIH (virus de la inmunodeficiencia humana).

Cualquier parecido no es casualidad con los negacionistas de siempre que en la pandemia Covid 19 negaban la enfermedad, las muertes, la eficacia de las vacunas; al mismo tiempo que eran capaces de promover curas tan delirantes como anticientíficas.

 Habitualmente se lo interpreta como una desmentida de la castración, en términos de perversión o canallada, no porque todo esto no exista, porque lo hay y mucho sino porque bien puede enmascarar una caracteropatía  como última defensa, pura cáscara que envuelve una fragilidad a punto  de desmoronarse, como las que  plantea  en  Temor al derrumbe  D. W. Winnicott. 

En el Seminario XXI Les non dupes errent, Lacan en referencia al análisis afirma“ el decir verdadero sale de la ranura” , es decir por  la boca . El síntoma mantiene una relación con lo real y con la verdad al menos por la proton pseudos histérica, y porque hay un cuerpo, el goce. El síntoma a diferencia del carácter tiene valor de verdad, por lo cual en psicoanálisis hablamos de la política del síntoma.

 Frente al desafío de analizar los totalitarismos del siglo XX, Strauss se propone poner en jaque el relativismo histórico, de las ciencias sociales a través del comentario y la interpretación del único texto clásico de la antigüedad que trata sobre la tiranía, a la que distingue de la tiranía moderna, por el discurso de la ciencia.

Se trata de un comentario sobre Hierón o de la tiranía de Jenofonte, quien fuera un discípulo de Sócrates, tenido en menos en comparación con Platón. 

Un diálogo   imaginario sobre la tiranía a partir de un encuentro entre dos personajes que tuvieron existencia histórica.   Hierón, tirano de Siracusa entre los años 487 y 467 AC y   Simónides de Ceos. al que llama poeta o sabio.

 A la interrogación del sabio al tirano, por sí los placeres y las penas de los tiranos son mayores que las de los particulares. El tirano dice que la vida del particular es mejor que la del tirano y que si hay alguien a quien le conviene ahorcarse es al tirano Y en la segunda parte del diálogo, el sabio lo instruye sobre la doctrina del tirano benefactor.

Siendo Jenofonte un discípulo de Socrátes, este libro de la antigüedad por su falta de escrúpulos es el que más se acerca a El príncipe de Maquiavelo, siendo que sus partes más espeluznantes encuentran su fuente de inspiración en Hierón.

 Hierón, el propio tirano lleva a la bancarrota a la tiranía en la argumentación, entonces está apto para recibir de Simónides la lección de la tiranía benefactora, que es dar beneficios a cambio de recibir honores (amor). Por lo pronto Simonides ya no habla de tiranía (sin ley) sino de gobierno buscando legitimidad. Tiranía es la palabra que borra de un plumazo Maquiavelo quien habla tan solo de príncipe, con lo que funda la filosofía política moderna.

 Lacan dice que Kanthabla sobre el príncipe que ordena bajo pena de muerte dar un falso testimonio contra un hombre honrado. No se sabe lo que el sujeto habrá de decidir, pero lo que no está en duda es que está la posibilidad de decidir, entre el amor por la vida y perder las razones de vivir o perder la vida y elevar a nivel de la máxima universal el no mentirás.

Hacia el final de Kant con Sade, vuelve sobre esta parte del apologo de Kant, sustituyendo príncipe por tirano, de manera tal que va a desmontar la falacia kantiana de la máxima universal. Dice así: Lacan:” Puede erigirse en deber la máxima de llevar la contra al deseo del tirano, si el tirano es el que se arroga el poder de someter el deseo del Otro”, problema que retoma con otro nivel de análisis en el Seminario XXI Los no incautos yerran, con la referencia a los lugares: semblant, verdad y goce.

 Simónides tiene el supuesto de que es mayor el placer en el tirano que en el particular, lo que Hierón se encarga de desestimar, con distintos argumentos a los que en su mayoría Simónides asiente. Frente al asunto sexual que interesa a Hierón en referencia a su amante homosexual se queja de no sentirse amado, esta cuestión de no sentirse amado, tan solo temido, va a tener su papel en la doctrina del tirano que protege a la ciudad y a sus habitantes, al menos no para ser amado, no temido: honrado. La pregunta de Jenofonte de por qué la tiranía es sexual, queda formulada pero no respondida en este libro.

La bancarrota del planteo del tirano acérrimo enemigo de la tiranía acontece ante la pregunta de Simónides de si no volvería a vivir como particular, a la que responde diciendo que no podría compensar   las injusticias que cometió.

Para Leo Strauss: “Esta defensa es manifiestamente hipócrita: si la tiranía es lo que él ha afirmado, prefiere seguir acumulando sobre el innumerable número de crímenes sobre los que ya ha cometido, que poner freno a su carrera criminal y sufrir las consecuencias de sus fechorías”.

El análisis del libro de Jenofonte es un ejemplo exponencial de la lectura entre líneas, por momentos un rompecabezas difícil de seguir, en que se va sopesando cada frase y cada silencio. Ante la explicación de Simónides del gobernante que vela por la ciudad y es cubierto de honores por ello, el silencio final de Hierón presentifica que no va a cambiar, que seguirá inmutable, idéntico a sí mismo, abrazado a un poder omnímodo, como una momia.

¿Sería esa la razón por la que Strauss dice que el tirano no puede vivir como extranjero?, No tan solo por temor a una emboscada, o quedar expuesto a ser depuesto estando lejos de su ciudad.  Sino porque el extranjero tiene que poder soportar “ser otro”, porque como dijo Rimbaud Je est une autre, que es ese mí mismo que de tan mí mismo que es, es otro; la ajenidad en sí misma que trae consigo el otro, no es otra que la que habita en mí mismo; el vacío que habita a uno como al otro, por la extimidad de la que habla Lacan. La cosa freudiana, das ding.

La tiranía que tiene una estrecha relación con la segregación y el goce  muestra su envés en el rechazo del extranjero, que Strauss en un procedimiento detectivesco en las declaraciones  de Hierón sobre  el matrimonio  del tirano, con una extranjera, con alguien de inferior condición, con una esclava, lo que está en consonancia con los modos de la segregación que  Freud designa con precisión meridiana en su articulación en referencia al complejo de castración dice  que  es lo que tienen en común el judío y la mujer .

Lacan dice que el capitalismo rechaza fuera de los campos de lo simbólico las cosas del amor, con lo cual habla del rechazo de la castración, lo que involucra en cierto nivel de su enseñanza el no todo, de allí que la verdad como las mujeres sean no todas. En el seminario XIV La lógica del fantasma plantea al objeto a como un remedio de la civilización frente al totalitarismo.

Leo Strauss padeció la segregación por parte de quien había sido su maestro, Carl Schmitt, uno de los juristas alemanes más importantes de su tiempo, quien interrumpió la correspondencia epistolar que ambos tenían de un día para el otro. Era la política común entre los profesores que se afiliaban al partido nazi con sus colegas y estudiantes judíos en 1933. Tras la caída en desgracia política del otro, empujarlo a la inexistencia.

En el diálogo de Jenofonte se plantea la relación de la tiranía con el sexo, enigma que permanece abierto, siendo que la doctrina del Sabio se basa en la demanda de amor insatisfecha del tirano, en este caso de ser amado y que en la doctrina de Simonides con el buen tirano, ser amado está en relación en la polis a recibir los honores de sus “conciudadanos”.

Es sobre este punto en particular que Strauss va a hacer una mención a la Introducción a la lectura de Hegel  (1947) de Alexandre Kojève donde plantea que la dialéctica del amo y el esclavo es precedida en la elaboración hegeliana por una dialéctica del amor.  Del deseo de ser amado pasa a los honores como ambición de la vida política que va a enlazar al deseo de reconocimiento que se pone a prueba en la lucha a muerte de puro prestigio.

El primer largo ensayo de Strauss deja una posición clara de condena a la tiranía, sin distinción, cuando dice que es deficiente o patológica. Es elusivo, diría que padece un individualismo spenseriano, pero no lo podría afirmar con certeza. Simónides, conocido como el Voltaire griego, es nombrado alternativamente como poeta, sabio, sofista y economista. Y si bien decir sofista de alguien no es nada venerable, el economista metido en política resulta peor. Jenofonte dice que Simónides sólo piensa en comida, no ambiciona el poder al punto de ser inquietante para el tirano, solo quiere el pastel.

 Hierón lleva a la bancarrota a la tiranía hasta que logra liberarse del temor, superar el peligro y tener la confianza para recibir la lección de Simónides. Después de lo cual, silencio total. Conclusión:  ambos descreen del régimen del buen tirano.

¡Qué podía esperarse de Simónides- Jenofonte-  Sócrates-  Strauss! cómo diría Kojève, que en esta parte del libro más allá de que tira a la basura   la tiranía. No por esto, está exento entre los regímenes políticos platónicos de hacer una elección execrable: la aristocracia, sabiendo que tras cartón se convertirá en una oligarquía Strauss es un conservador que mira con desdén a las masas. Lo que lo aleja de los conservadores autóctonos es que al igual que Kojève, en tanto filósofos, cultivan un ateísmo radical.

La historia del debate Strauss- Kojève.

Alexandre Kojève, el maestro en Hegel de Lacan, había coincidido con Leo Strauss en Berlín y en París, entre los años 20 y 30 del siglo pasado. Cuando Leo Strauss en 1948 dió a conocer Sobre la tiranía, en inglés y en Nueva York, debió tener escasa repercusión en un ambiente tan distópico para sus autores favoritos.

Tiempo después le escribió a Kojève con quien mantuvo una larga correspondencia durante su vida, pidiéndole   si podía hacer una reseña sobre su libro en Critique, una revista parisina de la época, lo que haría con el título de La acción política de los filósofos.

Kojève a diferencia de Leo Strauss, jamás estuvo al amparo del discurso universitario, dió el seminario sobre la Fenomenología del espíritu de Hegel entre 1933-1939 en la universidad, pero fuera de cualquier curso universitario, pasada la guerra entró como funcionario de segunda línea en el ministerio de economía de Francia, participando en aspectos comerciales del mercado común europeo y el Gatt.

Allan Bloom cuenta que desde 1953 cuando lo conoció a instancias de Strauss, lo iba a visitar cada vez que viajaba a París, se consideraba alumno suyo, dice que cuando lo iba ver al Gatt, lo recibía en su oficina, cerraba la puerta y le decía pase, hablemos de filosofía.

A posteriori, de la publicación de La acción política de los filósofos, Kojève le propuso a Strauss hacer una edición del libro en francés, que incluyera una traducción de Hierón o de la tiranía de Jenofonte. El libro de Strauss, la reseña crítica ahora ampliada bajo el título de Tiranía y sabiduría Y la respuesta de Strauss, con un título cargado de fina ironía De nuevo sobre el Hierón.

Al leer Tiranía y sabiduría quiero advertir a los lectores más desprevenidos que llevados por el vértigo de su discurso, un uso lúdico de la dialéctica hegeliana, los acercará a reflexiones tan hiper-lúcidas como lo que les sonarán de disparatadas. Monsieur Kojève, que era comunista, y que hace una alusión velada y nada desfavorable a Stalin, v a recurrir a su propio ingenio y a la filosofía de Hegel para sacudir el polvo del viejo libro de Jenofonte, a su criterio: la tiranía,en un gobierno no es buena ni mala en sí misma, tiene en poca valía la legitimidad de un gobierno, prefiere hablar de “medidas impopulares” en lugar de “crímenes”, etc.

Habla como un sofista, está decepcionado porque las tiranías del siglo XX han surgido de mayorías, cosa que no tenía precedentes en la historia. Por más que su discurso resulte duro e intolerable, no es cierto que no diga otras cosas en otros lugares y hasta incluso algunas peores, pero aquí va a salir reivindicado después de la lección de filosofía que dará a su amigo.  En el sin salida de la tragedia de la dialéctica del amo y el esclavo, sin salida porque en la lucha a muerte de puro prestigio, el riesgo de la muerte, hace deponer en la lucha a uno de los contendientes, en tanto que la dialéctica está impulsada por el deseo de reconocimiento y la satisfacción (befriedigung).

La tragedia es:  que el amo no puede ser reconocido por aquel de los contendientes que se ha declarado vencido, el esclavo, de quien no le serviría dicho reconocimiento. Si Hierón, es el amo pagano aristocratizante, el hombre judeo-cristiano, incluso burgués : es el esclavo. 

Para Kojève, la tiranía en sí misma no tiene nada de condenable. El filósofo puede aconsejar al tirano para el buen gobierno, Simonides no es un sabio es un poeta, en lugar de dar consejos concretos habla en teoría, promueve la utopía, la de la ciudad ideal sobre la ciudad real, por eso Hierón permanece en silencio, como un liberal, que deja hablar, no dice nada y no va a hacer nada, si el sabio aconsejara al tirano, en el orden de lo posible y de esta manera entra en el problema de la acción política del filósofo. Se va a dedicar a discutir los problemas políticos serios de su tiempo, porque ya de por sí el tiempo, la historia, la lucha y el deseo son fundamentales; la muerte, por la finitud es el amo absoluto para Hegel.

En referencia al inconsciente y al análisis Lacan habla de “falta el tiempo” en Radiofonía y Norberto Ferreyra,  en Trauma, duelo y tiempo, va articular” la falta en ser” con “falta el tiempo”, esta manera de de imaginar de que se lo tiene y por eso se lo pierde, para desconocer que el tiempo está hecho de falta, el tiempo es el objeto a en el análisis. En esta línea en su libro Norberto va a trabajar dos libros de Kojève L ‘atheisme y Le concept, le temps et le discours y en el primer capítulo de Trauma, duelo y tiempo toma la frase hablada “Tú eres mi padre” que da Leo Strauss como comienzo de la política en “¿Qué es la política?”.

Quiero mencionar algunas líneas del ensayo de Strauss “De nuevo con el Hierón”donde da definiciones, responde a objeciones y condena la infamia.

Leo Strauss, deja caer las máscaras de Simónides, Jenofonte, Platón y otros antiguos, para considerar como ellos el mejor régimen para la república a la aristocracia sin imaginarse que no se degradará rápidamente en oligarquía.

Después de la lección de Kojève, habrá de resignar su posición inicial aristocratizante  a favor de la democracia,  que a no hacerse ilusiones,  será a imagen y semejanza suya : la de la democracia liberal, sin el imperialismo y el potencial de guerra desplegados ante cada conflicto, imaginada como una meritocracia, donde el filósofo pedagogo  alcanzaría la cúspide de la élite del poder.

Amigos y antagonistas   en el debate, un conservador y un comunista que no vacilan a la hora de juntarse a debatir los problemas más serios de la política porque coinciden en la prosecución del diálogo filosófico que tiene un límite infranqueable: Hitler. 

Y excluidos del debate, y en este caso “porque andamos muy delicados de los intestinos” siguiendo la letra que cantaba Federico Moura de Virus “El banquete” que abre el álbum Recrudece (1982), a esos dos filósofos cuyos nombres no aparecen pero que sí son explicitados a través de sus conceptos, dada su afiliación casi en simultáneo al partido nazi en 1933 y otros actos aberrantes que cometieron.

Schmitt cuyo “decisionismo” es rechazado como falso fundamento de la actividad filosófica y a Heidegger el nombre que le susurró a George Steiner cuando le preguntó en Chicago por el filósofo que consideraba más importante.

 En la respuesta a Kojève, pero también a Eric Vogelin, un historiador que entre tanto se había sumado a la partida, escribe de manera sutil a la medida de su decepción sobre la actitud despreciable de Schmitt y Heidegger, englobando a los dos en un mismo párrafo.

Dirigiéndose a Kojève dice “En nuestra discusión el conflicto entre estas dos hipótesis fundamentales y contrapuestas apenas   ha sido mencionado. pero las hemos tenido presentes en todo momento, pues ambos hemos apartado, aparentemente, nuestra atención del Ser y la hemos dirigido hacia la tiranía debido a que hemos visto que aquellos que carecen   de valor para afrontar las consecuencias de la tiranía, aquellos que en consecuencia et humiliter serviebant et superbe dominabantur, se veían forzados al mismo tiempo a escapar de las consecuencias del Ser, precisamente porque no hacían otra cosa que hablar del Ser”.

La discusión de fondo como es antiguos frente a modernos, es si el Ser es o deviene en la Historia. Tuvieron que hablar de la tiranía porque fue el real que hubo que soportar y estos dos le fallaron feo. La referencia al filósofo que habla del Ser es a Heidegger y la frase latina a una polémica con Schmitt sobre Hobbes, por esto decía que en un solo párrafo engloba a los dos.

El debate político es deliberadamente duro y de alto voltaje, Cuando la dictadura de Salazar es mencionada por Kojève, Strauss dice que nunca estuvo en Portugal, haciendo silencio para no entrar en el juego.

Es a partir de Stalin que Strauss se va a entregar a un examen de detalle a partir de párrafos escogidos del Hieron, como ¿quién imagina al dictador viajando al extranjero del otro lado de la Cortina de hierro? ¿Llamando camaradas por igual a todos integrantes  de los países de las “democracias populares” de la URSS  como si se tratara de los ciudadanos del estado universal y homogéneo de Hegel?. 

Es cierto que en este texto, el estado universal y homogéneo de Hegel no es el único de los puntos flojos de la posición de  Kojève, también la manera poco consistente en la que responde  a la pregunta de Jenofonte- Strauss sobre el valor sexual de la tiranía, lo que intenté abordar en un artículo cuyo título es “El psicoanálisis a la cabeza de la política”  publicado en Revista La Mosca Nº 24 Autoridad, autoritarismo y autorización    queriendo decir que la pregunta por  lo sexual de la tiranía excede lo que la filosofía política de buenas a primeras estaría dispuesta a responder, que la verdad  de la tiranía está en la segregación que produce.  En este aspecto, nos concierne la pregunta a los analistas en la medida que a partir de nuestra práctica podemos orientarnos sobre lo que se pone en juego de la segregación y el goce a partir de lo sexual.

No esperaría una mención de Strauss a Freud, por su inclinación anti-moderna pero de Kojève a Freud ¿Por qué no?  ¿Cuál Freud? Sigmund.  ¿Y la sobrina de Tom Freud del epígrafe? Era una manera velada de Gershom Scholem de dar entrada a la noticia que se había casado en segundas nupcias con Fania Freud, el vínculo de parentesco de su esposa con Tom Freud, es dudoso. Tom Freud era una sobrina del maestro vienés y vecina de Scholem en Berlín, ilustradora de cuentos infantiles, y a la que Benjamín conocía también.

 Kojève deja escabullirse la pregunta de Jenofonte por lo sexual de la tiranía, diferenciando amor de reconocimiento, apoyándose en Hegel y Goethe. Se propone distinguir ser y hacer.

Respecto del amor que conecta con el ser, y en particular, con el ser amado. Se pregunta: ¿acaso una madre no ama a su hijo a pesar de sus defectos?  Una de las maneras narcisistas de no contar con la segregación, al no considerar como posible que una madre no ame a su hijo, lo odie, le sea indiferente o lo rechace.

Así son estos filósofos histéricos, me refiero a Kojève en particular, que en pos de la sabiduría (autoconciencia) rechaza el inconsciente como saber no sabido y en su personaje de Hegel imagina el estado universal y homogéneo de los ciudadanos, pudiendo su inexistencia ser un problema del presente que podría no existir en el futuro.

Que el estado universal y homogéneo pudiera tener existencia en internet y en las redes sería hacer ciencia ficción orwelliana y es justamente lo que a lo largo del debate quiere evitar Kojève, correrse ni por un milímetro de la doctrina de un comunista prosoviético. En su caso, como en el de tantos otros, la filosofía no implicaría un rechazo del inconsciente como saber no sabido, de Freud, ni del psicoanálisis. Es alguien a quien Lacan se refiere con afecto las más de las veces, en “Advertencia al lector japonés” lo llama “mi amigo Kojève la persona más libre que yo haya conocido”.

 El totalitarismo tiene como revés la segregación que produce, el orden de la causa sexual de la tiranía Freud la traduce en el mito edípico de   Tótem y Tabú, o Moisés y la religión monoteísta pasando por El malestar en la cultura. Pero no podemos responsabilizar a los filósofos de evitar el nombre de Freud, o a los políticos, es una resistencia al psicoanálisis, que es más tremenda cuando viene de los mismos analistas de orientación lacaniana, que pretenden olvidar a Freud.

Consta en el prólogo que cuando Strauss escribió “De nuevo sobre Hierón”, le envió una carta a Kojève para ofrecerle el espacio para que respondiera, y así proseguir el debate, de  lo cual el filósofo hegeliano desistió, dejando  a los lectores las conclusiones.

 La edición francesa publicada en 1954 contenía: 1) Una traducción de Kojève del griego al francés del diálogo de Hierón o de la tiranía de Jenofonte 2) Sobre la tiranía de Leo Strauss 3) ” Tiranía y Sabiduría” de Kojève 4) “De nuevo con el Hierón”, de Strauss, y en la en la edición española agregada  en  anexo la recensión de Eric Vogelin.

La edición norteamericana habrá tenido una recepción fría, muchas notas a pie de página de clásicos desconocidos para la mayoría de los lectores medios que podían interesarse por el título, que saldrían espantados ante la simple vista de la entrada del laberinto. Sus potenciales lectores quedarían reducidos a unos pocos especialistas.

Kojève acoge la demanda de su amigo, y hace más que eso, con la lógica de lo colectivo se pone al hombro lo que va a ser la edición francesa de este libro, la edición que va a hacer de este libro un clásico del debate de la filosofía política del siglo veinte. Dirigiéndose a un público que por su amplitud de miras podía ser más afín a un libro así y que al contar con el agregado del diálogo de Jenofonte, como al quitar las notas a pie de página, lo haría menos académico y más ameno.    A la tarea de traductor, a la del editor hay que agregarle la del escritor con el texto con el que sella su intervención en el debate, porque no hay dos sin tres como dice Lacan si contamos la recensión de Vogelin para llegar a la publicación de este libro tan necesario sobre un problema tan serio.

La lección de Kojève.

La lección de Kojève es la de Hegel, la de la dialéctica del amo y del esclavo:  el deseo es deseo de deseo y el deseo está hecho de la historia de los deseos deseados, lo que en otro nivel viene a decir, el sujeto no es una mónada cerrada existe en el lazo social con otros.

Y la resumí así:  no basta con la escritura del libro, si se quiere mallarmeanamente, perfecto.  Del libro total  sobre el poder omnímodo, escrito por el filósofo en su torre de marfil,  si ese libro no tiene en cuenta a los demás, si no se pone ni por un instante en el pellejo de los lectores, que no saben ni quien fue  Hierón, ni Jenofonte, si no tiene en cuenta al semejante que en la ocasión del debate Kojève se ha convenido en representar, sino admite que su libro  hecho de letras  se convierta en un tejido de hilos, sobre los que sus potenciales lectores puedan hacer sus propios hilvanes para poder orientarse en tiempos de oscuridad.

La sensibilidad que manifiesta Kojève por el hecho de que el mensaje del libro llegue a otros lectores, el eco que tiene en Strauss de que sus ideas sean discutidas, porque son tenidas en cuenta, es lo que va a llevar a  ambos a regañadientes a  coincidir en el valor de la democracia, a ponderar la virtud de poder mantener una  discusión a cielo abierto, lo que tendrá mayor visibilidad cuando aborde la acción política de los filósofos , lo que Strauss de manera aséptica, habiendo adherido a la lección de su amigo, denominará la política filosófica de los filósofos.

Kojève deja de lado el diálogo del tirano y el filósofo para pasar a hablar del diálogo del filósofo con los otros filósofos. Lo hace con una escansión curiosa que vale la pena leer en sí misma, retomo algunos aspectos por si pudieran suscitar una reflexión sobre ciertos síntomas que arrastramos los psicoanalistas Dice que la actividad filosófica es epicúrea, la descarta en solitario. Unir la certeza subjetiva de la verdad con su no- comunicación a los otros es igual a locura. Pero no es lo más frecuente, en general los filósofos desarrollan su actividad con otros filósofos.  Y lo hacen:

En un jardín epicúreo: ágape elitista de aristócratas, el “espléndido aislamiento” en que llevan su actividad algunos pocos, dedicados día y noche a la actividad filosófica. Son ricos, o en su defecto cuentan con algún mecenas.

En la República de las letras (Pierre Bayle): el intelectual más o menos pobre, que tiene que hacer algo para vivir enseñar, escribir, para no ser molestado y poder llevar su oficio de pensador, orador, escritorpero fundamentalmente, asegurarse así que de un teórico, de manera de no incidir en nada que lo haga rozar con la política.

El riesgo tanto para unos como para otros es la vida en capilla, quiere decir que lo nuevo   puede estar pasando afuera, es algo de lo que nunca se van a enterar.

Y en lo que hace a la actividad filosófica, la lección de Kojève a   Strauss, es la lección de Socrátes, “es preciso huir de la soledad y el aislamiento absolutos del jardín no menos de la soledad restringida (soledad y aislamiento relativos) de la “República de las letras” y frecuentar como Sócrates no a los árboles y las cigarras sino los ciudadanos de la ciudad.” El diálogo socrático transcurre a cielo abierto en una plaza pública y en el encuentro con los otros, por vocación es democrático, en tanto ambos se reconocen como filósofos, y como seguidores de Sócrates mantienen su aliento vivo porque aman la filosofía, Strauss cede en su posición, admite que tiene que compartir con otros.

Algo de esto me llevó a hacer algunas reflexiones en base a los analistas y a la comunidad de experiencia que puede darse o no en la reunión entre analistas. El analista por su práctica, tiende al aislamiento, a la falta de comunicación y a la regresión. De ahí que en psicoanálisis el otro se haga ineludible, se trate del análisis personal, de la supervisión, de la enseñanza, siempre se está la relación con los otros.

 Si se trate del jardín epicúreo puede ser un ágape para conversar sobre Freud y Lacan, si bien no es un ámbito de ricos, siempre alguien lleva algo rico, un budín, o una milhojas, hay grupos de estudio, hay presentaciones  de libros, cenáculos literario- psicoanalítico o filosófico- psicoanalítico, o filosófico- psicoanalítico- literario y la  “República de las letras”, más populosa, no distingue grados desde la academia universitaria, cátedras, artículos en publicaciones, en las que la mayoría de los que escriben  firman como psicoanalistas, de esta manera existen en teoría como los intelectuales de la “República de la  letras”, que podrán tomar compromiso por las causas más nobles, pero jamás lo harán  por el psicoanálisis.

Si bien la práctica del análisis transcurre en el consultorio, como analizantes y como analistas y nadie dudaría en afirmar que nada ocurriría con los análisis, si los analistas no se prestaran a soportar los efectos transferenciales de los pacientes en los tratamientos.

 ¿Cuántos rodeos habré de dar para decir que el discurso del psicoanálisis se volverá una entelequia si no estamos los analistas para ponerle el cuerpo?

En mi opinión, la manera de tratar de contribuir con la vigencia del discurso del psicoanálisis es a través de las escuelas e instituciones que se autorizan en su nombre, no pongo en cuestión que haya otros medios, y que cada quien encuentre el suyo de acuerdo a sus preferencias; pero de lo que tengo convicción es que no hay manera de hacerlo si no es poniendo algo de uno y no esperando de brazos abiertos recibirlo todo del psicoanálisis.