Por Jorgelina Estelrrich
Se puede decir así, hoy?
Que esta vía de un ensayo para cierta práctica de la dramaturgia teatral por un lado sea de lo más actual pero a la vez hay otro en el que es posible ubicar en este texto lo que bulle cada día en el aire entre nosotros, cuando en realidad es desde siempre. Se trata de una ficción poética y política con cierta composición escénica? o es un cuadro de pinceladas precisas de nuestra tantas veces repetida tragedia nacional, o planetaria? con la peculiaridad incluyente de bancos, cárceles o campos del intercambio, que hace a la estructura que le concierne a todo aquello que desvasta la vida a su paso.
Las pestes!!! La q contara D’foe en «Diario de la peste» confinando a londinenses apilados en los carros de la muerte o los espectrales estragos que Camus desplegara en su novela, nos advierten de algún mal que insiste en volver, dejando al mundo dado vuelta no sin cierta indefensión y mortificado.
El corona virus ..mientras tanto.. anda haciendo lo propio en el orden mundial, como lo hizo la fiebre amarilla, la peste negra y otras formas endémicas y pandémicas que afecta a la humanidad, no cesan de asolarnos como un renovado mal. Hoy? Otra vez. Que viene de los extranjeros, como mataba Ifigenia según Eurípides a las órdenes de Artemisa o qué? viene de dónde? De donde viene la peste de Tebas?
De dónde vienen las pestes? Es que no son ajenas al orden del discurso que prolifera en las soberbias de sus señoríos por las orillas del capitalismo de turno?
La única peste que funciona al revés de lo desolador que conlleva a todas las otras, las de todas las épocas… ¿no es aquella, la que descubriera Freud y comentara al llegar a la Clark University, la del Inconsciente? esa, como dijera Lacan, de la que uno es responsable, en el lazo social también.
Aunque va escondido bajo nuestra cabellera está inscripto en el cuero, el del cuerpo… y eso es » Yo la verdad hablo” por donde pueda. Eso no remite al discurso mercantil, la utilidad del mérito.
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