Agradezco la gentil invitación a escribir en este número 25 de La Mosca respecto a una pregunta que surgió en la Secretaría de Biblioteca: ¿Cuál es la posición de nuestra Escuela con relación al Pase?
En principio puedo señalar que es a partir del año 1991 que se instituye el dispositivo del Pase en nuestra Escuela indicando con ello su orientación lacaniana en la que se inscribe la transmisión del discurso del psicoanálisis, según consta en nuestro Estatuto. Estatuto que diferenciamos de un reglamento, en tanto establece las condiciones para que la experiencia del Pase tenga su lugar y su funcionamiento.
Hace ya 31 años Norberto Ferreyra escribió “No hay Escuela sin pase” en un texto que está en nuestra cartilla. Tomo de dicho texto el siguiente párrafo: “Es necesario que la experiencia del análisis sea transmisible y comprobable. El Pase, en lo que se refiere a su funcionamiento en una Escuela, es ocasión y posibilidad de que esa necesidad de discurso exista como tal. Ahora bien, en el psicoanálisis –más precisamente en el discurso del analista– ¿dónde se encuentra una de las mayores encrucijadas en lo que hace a su transmisión? Sin duda, es en lo que está referido al lugar del analista, a su posición en el discurso, a su formación.” Subrayo “posición” en el discurso, posición que está regida por el concepto que se tiene del saber inconsciente, y “formación” en tanto responsable de la operación radical que se lleva a cabo en un análisis, que es la de introducir el sujeto en el orden del deseo.
Es en el propio análisis que se conciben los conceptos fundamentales con los que operará en su práctica analítica aquel que decida ocupar el lugar de semblant del objeto a para algún otro. Ahora bien, ¿cómo es que se produce ese pasaje? Lacan pregunta ¿por qué alguien asume el riesgo loco de convertirse en aquello que el objeto a es? ¿Como se produce ese pasaje de analizante a analista?
Es en la propia experiencia de análisis donde se produce ese pasaje de pérdida del objeto a la elaboración de la falta del mismo. Es a partir de las intervenciones, de las interpretaciones que se producen en distintos momentos en el análisis en intension, que hay la posibilidad de emergencia de un deseo inédito, deseo del analista, deseo de querer ocupar esa posición. Posición del analista esencialmente hecha del objeto a. Un encuentro con el discurso del psicoanálisis, efecto de transmisión de una lógica de la falta que es la lógica de la castración.
El análisis es una experiencia que atraviesa el cuerpo. Es en ese trayecto que se tomarán una serie de decisiones que conllevan cambios en la posición subjetiva. El querer dar cuenta, dar razones de lo que se cree hizo marca, mojón, hito en el camino, es por lo que se pide dar un testimonio. El Pase es otra experiencia, que puedo llamar experiencia de un desasimiento. Es otro modo de trabajar con ese saber no sabido, volviendo a pasar por ciertas huellas, por ciertos momentos que se convirtieron en acontecimientos. Otro tiempo de lectura donde se realiza una repetición siempre nueva, que hace diferencia. Querer testimoniar de la experiencia del análisis puede ser un tramo o el recorrido que tuvo el propio análisis. No hay recetas, no hay modelos. Cada quien le impondrá su estilo, su marca singular.
Hacia el final del análisis hay la posibilidad de un reconocimiento del saber de las propias producciones inconscientes. “Eso que digo tiene su razón, su lógica, su deseo”. “Eso que digo me concierne, me implica íntimamente”. La posición del compañero psicoanalista es radical para que esa desuposición se produzca, para que el Sujeto supuesto Saber pueda ser apropiado por el analizante. Siempre el saber estuvo de su lado, pero “no lo sabía”.
La importancia de situar los puntos de imposibilidad en el análisis orientan el deseo del sujeto, aquello que es del orden de un irreversible, un no hay vuelta atrás, lo que no va a cambiar, conmueven esas ilusiones que sostienen las identificaciones imaginarias. El no todo es posible puede advenir. Se hace necesario el tiempo de elaboración del duelo, que todo análisis conlleva. Duelo por lo que se creyó que se hubo sido, duelo que pone en juego la existencia.
En la experiencia del Pase, el saber que fue puesto a trabajar en el análisis, sigue trabajando por fuera del abrigo de la transferencia analítica, pero con la transferencia en relación al discurso del psicoanálisis. En mi experiencia fue la posibilidad de otra lectura de ciertas letras encontradas y recortadas de mi historia. Del descubrimiento del fundamento de una fobia, anudamiento significante y objeto pulsional. Dos naturalezas diferentes en función actuando en simultaneidad, en una sincronía temporal.
El encuentro con cada pasador es el encuentro con lo inesperado. Escucharse hablando con otro semejante, que está ahí, atento, preguntando aquello que no entiende, registrando aquello que se va diciendo. Olvidos, sueños, chistes pueden tener su lugar durante esos encuentros, es lo que surge por el mismo hecho de hablar.
La función deseo del analista es esencial en el movimiento que se opera en el análisis, es alrededor de una confianza que hace enlace y produce un efecto sujeto, confianza también presente en el dispositivo del pase.
El Cartel de Pase devuelve con sus informes aquello que fue dicho por cada pasador y realiza la lectura de una constatación: ¿hay deseo del analista?
En mi experiencia puedo decir que al oír cada informe de los miembros del Cartel de Pase me sentí escuchada. Es el propio mensaje olvidado que retorna desde otro lugar.
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