Para abordar los términos de autoridad, autoritarismo y autorización me pareció apropiado recurrir en lo que hace a la autoridad y al autoritarismo a la filosofía política, y en lo que hace a la autorización a lo que concierne al analista.
Para hablar de autoridad y autoritarismo me voy a referenciar en el debate sobre la tiranía que tuvo lugar entre Leo Strauss y Alexandre Kojève a mediados del siglo XX.
Comentar el debate entre estos dos personajes en sus alcances y pormenores excede los propósitos y las posibilidades de este texto. Tomaré las definiciones de autoridad y autoritarismo que se desprenden del ensayo de Kojève, para luego hacer una mención a la autorización del analista.
Alexandre Kojève es conocido en el ámbito analítico por haber sido el maestro y amigo de Lacan. Es célebre el seminario que el filósofo dictó sobre La fenomenología del espíritu de Hegel entre 1933-1939. El deseo como deseo de deseo que suele atribuirse a Hegel proviene de Kojève. Lo que da la fórmula en psicoanálisis del deseo es el deseo del Otro, de la que Lacan encuentra la salida con el complejo de castración y el objeto a.
Leo Strauss es tenido en cuenta por Lacan a partir de su libro Persecución y arte de escribir. Hay una tensión irresoluble entre filosofía y sociedad, por lo que los filósofos han hecho del arte de escribir entre líneas un medio para eludir a la censura y liberar a la verdad de su opresión bajo el poder político. Lacan toma esta hipótesis de Strauss en la articulación de la metonimia, la falta en ser, el deseo y la censura en la Instancia de la letra.


La historia del debate Strauss – Kojève.

Leo Strauss, en su exilio norteamericano había publicado un estudio Sobre la tiranía, un comentario erudito y brillante sobre un clásico olvidado de un autor poco conocido, sobre el dialogo de un tirano y un sabio que narra Jenofonte, discípulo de Sócrates, que fue opacado por un contemporáneo suyo: Platón.
Strauss que había hecho una amistad con Kojève en la década del veinte en Berlín y luego en Paris le pidió a su amigo si podía escribir un comentario sobre su libro y publicarlo en una revista parisina. Kojève hizo un ensayo sobre el libro donde pasaba del reconocimiento intelectual a sostener con el mismo autor la polémica más encendida.
Norberto Ferreyra en su libro Trauma, duelo y tiempo dice que la política tal como la plantea Leo Strauss comienza cuando alguien dice la frase “Tú eres mi padre”, es cierto, que es lo que este autor plantea como pensamiento político. Como bien dice Ferreyra es porque se habla que ocurre esto.
Otra cuestión es la que trata la filosofía política, y no porque no hayan razones de discurso. La convicción straussiana de que la respuesta a los problemas irresolubles de la política del presente había que ir a buscarla en los clásicos, porque los antiguos habían enfrentado peligros tan graves como los nuestros, no deja de ser un llamado de atención a no dejar de frecuentarlos.
El examen que Leo Strauss hace de Hierón o de la tiranía, a la vez que es una indagación de los clásicos es una interlocución constante con los modernos. La manía obsesiva de volver parágrafo sobre parágrafo al texto de Jenofonte nos introduce en una perturbación que disminuye con el desarrollo del libro.
Parte de la crítica de Kojève a su amigo va dirigida al hecho de sostener el ideal de un saber aristocrático, accesible tan solo para unos pocos. El filósofo tiene que salir a la plaza pública, a la calle.
Strauss parece haber aceptado la sugerencia en beneficio de sus lectores. A instancias de Kojève la versión francesa del libro de Strauss contiene el diálogo de Jenofonte, el texto expurgado de las notas que remitían al Hierón que lo volvían abigarrado y laberíntico, el ensayo de Kojève “Tiranía y sabiduría” y la respuesta de Strauss a Kojève.
Este último había aprendido la lección de la dialéctica del amo y del esclavo de Hegel y era la parte de sabiduría que podía transmitir; el sujeto no es una monada cerrada existe en el lazo social con otros.
Kojève en “Tiranía y Sabiduría” habla de Hierón como un amo pagano y aristocrático que puede entender el argumento del sabio de que los hombres aman los honores. Es un antecedente del “deseo de reconocimiento” en Hegel.
Hace depender a la autoridad de este deseo: “Pues hacerse reconocer por alguien sin inspirarle miedo (en último término: miedo a la muerte violenta) ni amor, es tener autoridad a sus ojos. Adquirir autoridad a ojos de alguien es hacer que él reconozca tal autoridad”. La autoridad para Kojève se funda en el “deseo de reconocimiento”. “De hecho, un jefe político recurre siempre a su autoridad y es de ella de donde obtiene su poder. Toda la cuestión estriba en saber por quién es reconocida esta autoridad, quién le obedece sin coacción”…“Cuando el tirano dice que ha fracasado en su empresa, tiene que recurrir a la fuerza, es decir, explotar el miedo a la muerte de sus súbditos”. Finge o finge fingir frente a sus eventuales competidores cuando dice” que su tiranía no le procura ninguna satisfacción porque no disfruta de ninguna autoridad y gobierna únicamente por el terror”.
Si la autoridad se impone por el deseo de reconocimiento, el autoritarismo que identifico con el terror o algún grado del mismo se impone por la fuerza.
Hay una relación dialéctica entre ambos términos. En tanto que uno suprime y contiene al otro. Hablamos de la autoridad como fundada en el deseo de reconocimiento, y de ninguna autoridad como terror y ¿del amor?
Tal como señala Strauss en el diálogo el Tirano padece de falta de amor, en la medida que está interesado en el sexo y el Sabio a su vez se interesa en los honores y en la comida. Lo que Strauss enlaza hábilmente con la lectura de Kojève de una “dialéctica del amor” en Hegel a la que sucede “la dialéctica del deseo de reconocimiento”.
Kojève en este texto decide pasar por alto esta distinción: “Ahora bien, es del todo evidente que la tiranía, o la acción política en general no pueden engendrar en tanto tales amor, ni afecto, ni felicidad, pues estos tres fenómenos implican elementos que no tienen nada que ver con la política”.
Y respecto del amor dice: “Si se admite con Goethe y Hegel, que el hombre es amado únicamente porque es e independientemente de lo que hace (la madre ama a su hijo a pesar de sus defectos) mientras que la “admiración “, o el “reconocimiento” están en función de las acciones de aquel que uno admira o reconoce”; este pasaje del ser amado al orden del deseo y al h(a)ser , si lo escribimos como suele hacerlo Ferreyra, nos lleva a cuestiones que hacen a la práctica del análisis.
Kojève, que había hablado de amor sexual en su distinción entre amor y deseo (de reconocimiento), deja el sexo de lado. Justamente lo que el psicoanálisis encuentra en el fundamento de la política, un aspecto clave a considerar en la autorización del analista. Tal como dice Lacan: por ello tienen mucha razón al colocar el psicoanálisis a la cabeza de la política.


*Alexandre Kojève “Tiranía y sabiduría” en Leo Strauss Sobre la tiranía, Ediciones Encuentro, Madrid, 2005.