Por María Gabriela Correia, Clelia Conde y Norberto Ferreyra

María Gabriela Correia: Hoy estamos felices y queremos compartir este momento con ustedes. Presentar un libro siempre conlleva una cuota de alegría.
Más de alguno de los aquí presentes se habrá asombrado al recibir la invitación a esta presentación, dado que se trata de un libro que muchos de nosotros ya hemos leído. Y tantos lo hemos leído que llegó el momento en el que el libro se agotó.
A esta altura bien ya podemos decir que se trata de un clásico. ¿Quién no ha acudido a su lectura en búsqueda de alguna cita, articulación o pista, a la hora de presentar algún trabajo?
En verdad, la de hoy es una presentación doble: vamos a tener ocasión de conseguir nuevamente este libro. A partir de ahora, en formato digital.
Hoy iniciamos una serie. Una serie de publicaciones en formato digital. Podremos conseguir este libro en diversas plataformas virtuales. Amazon y librería Santa Fe son algunas de ellas.
Hemos decidido reeditar en formato digital aquellos libros que ya están agotados y que forman parte del corpus de Enseñanza de la Escuela.
La Secretaría de Publicaciones y el Directorio agradece a Norberto Ferreyra el apoyo y la confianza para hacer este proyecto posible. Otros agradecimientos los mencionaré luego.
Voy a dedicar algunas palabras a este libro que merece su encomio. Como les decía, Lo orgánico y el discurso es un libro agotado, con el quealgunos hasta hoy, debían contentarse con su fotocopia anillada, con todas las molestias que esa modalidad conlleva.
Se trata de un libro que produce deseo de seguir leyendo, y es también un libro de consulta, ya que en él nos topamos con temas fundamentales del psicoanálisis tales como: la letra, el significante, el cuerpo, y un recorrido implícito de cómo en la enseñanza de Lacan se fue construyendo el objeto a. Toca el tema de la enfermedad en tanto desmesura, error y malentendido que atañe a los cuerpos, más allá de lo que se entiende por organismo. El anudamiento entre pulsión y cuerpo que implica la dependencia del sujeto con el significante.
Es un libro que nos despierta y nos sacude. Es un libro que puede ser leído con avidez, salteando párrafos y sin respirar, con la ansiedad de llegar al final y darnos cuenta que no por concluir concluimos. Es un libro que nos hace trabajar y nos trabaja.
Genera la curiosidad de seguir por las citas, las referencias. Nos sorprende el encuentro con Wieser, el hallazgo de que Wieser no podría ser leído con el mismo interés si no hubiese pasado por el tamiz del autor. También es un libro que puede ser leído con lentitud, de atrás para adelante y de adelante para atrás, salteando capítulos, como si del juego a la rayuela se tratase, porque conlleva la cronología del inconsciente y es en el aprèscoup que algo cobra sentido.
Podemos dejarlo dormir en nuestra biblioteca por un tiempo, con la certeza que no por ello descansa , sino que continuará trabajando en nuestros pensamientos, interrogándonos, provocándonos.
Su lectura nos introduce en una nueva perspectiva en relación con el síntoma que rompe con el modelo clásico respecto del modo de entender los conceptos de salud y enfermedad. Introduce un aguijón en el alma de la ciencia.
El autor interpela la concepción científica de lo orgánico como realidad última, partiendo de la interpretación de los sueños y de ese más allá que Freud supo leer allí.
¿Cómo enfermamos? ¿Por qué enfermamos? ¿Qué sucede en esa cópula entre el significante y el cuerpo que a veces, da la ocasión de enfermar?
Convoca a autores tales como Canguilem y sus aportes acerca de lo normal y lo patológico.
Con extrema agudeza apela al cruce con otros saberes, otras disciplinas, tales como la medicina, la física y la lingüística. También acude a la etología y la filosofía. En un vaivén que va desde Aristóteles a Lorenz, pasando por Pavlov.
Una cita del autor nos da la idea del corazón del libro:

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