Freud en su artículo El humor (1927) dice que el humor no es resignado, sino rebelde. Partiendo de ahí, ¿cómo pensás el tratamiento a través del humor de los términos autoridad-autoritarismo?
El humor también puede ser el humor de la resignación. El humor me parece una consecuencia del autoritarismo, pero no solamente de un poder económico, gubernamental, religioso o científico; sino frente a lo autoritaria que puede ser la naturaleza o la vida, la fatalidad, lo que ocurre. La naturaleza no consulta, es autoritaria. No busca consenso para que haya un terremoto o para que alguien contraiga una enfermedad.
Ahí aparece el humor para soportar eso, como analgésico. No simplemente como algo que se rebela, sino que sirve para soportar eso. En todo caso se rebela contra la aceptación muchas veces. Y hasta se burla o pretende quitarle autoridad a algo. Pero ocurre que en muchas ocasiones no puede socavar esa autoridad.
Un chiste puede acompañar la pérdida de respeto a algo para poder abordarlo; con la pérdida de respeto, me refiero a la pérdida del miedo a algo. Casi siempre el humor también viene de la impotencia, de no tener otro recurso. Vos no te reís de lo que podes solucionar generalmente. Si hay alguien que te molesta en tu vida, lo solucionas y ya está. No empezas con los chistes sobre esa persona.
El humor necesita folklore sobre algo para generarse. Necesita un momento, un tiempo; haces humor sobre algo que va a durar.
¿Cómo empleas el folklore existente en torno a la autoridad y el autoritarismo en la construcción de tus personajes?
Tomemos como ejemplo el personaje del “policía comprensivo” (programa radial Lucy en el cielo con Capusottos), que llevaba a los pibes fisurados a la madrugada hasta la puerta de sus casas y los hace reflexionar para detener la violencia.
Ahí estás abordando el autoritarismo desde el absurdo. Porque el tipo hace todo lo contrario de lo que vos esperas y termina causándote gracia, porque estás viendo una situación imposible. Es rendirte frente a la evidencia de que la policía es eso y siempre va a serlo. Si hubiera policías como el del personaje, no sería gracioso Es posible que alguno haya, pero vos te reís con los arquetipos, no con los matices. Entonces aparece la cuestión autoridad, porque él tiene la autoridad para llevar al chico a la casa bien, no para matarlo.
La autoridad es aquella regla en que nos ponemos de acuerdo en otorgarle a alguien alguna razón y por lo tanto una obediencia. Entonces, ¿qué es el autoritarismo? ¿La autoridad extremada, sin razones, sin consenso? ¿Un desmadre de opiniones donde alguien desconoce la autoridad, por ejemplo de la medicina? ¿Eso es un autoritarismo legal?
Igualmente, hay gente que está a la derecha de la policía; y hace una reivindicación a ultranza de la individualidad y una ruptura de las categorías. Le discute la autoridad a quien la tiene. Entonces comienza un embrutecimiento, porque hay un desborde de la pérdida de categorías. ¿Quién es entonces autoritario cuando no se otorga autoridad? ¿No hay autoridad, no hay ley?
La cuestión es la disputa por la autoridad más que el autoritarismo, a quién se le otorga la autoridad. Hay un cambio de signo. Pasamos del padre autoritario al hijo autoritario.
Ha habido un cambio de paradigma acerca de la autoridad y también de lo que consideramos actitudes autoritarias ¿cómo ha ido acompañando el humor ese proceso?
Antes, por ejemplo se hacía humor sobre la homosexualidad. Pero ese humor estaba basado en el miedo a lo distinto, para exorcizarlo, para que se aparte, para que huya.
El que hoy se siente desautorizado es el que no puede hacer chistes machistas porque las mujeres lo critican. O no puede hacer humor sobre gordos. Las minorías que adquieren poder.
En realidad sí pueden hacer chistes, pero quieren tener la comodidad de hacer chistes y no tener consecuencias. Se pueden hacer chistes sobre lo que quieras, el tema son las consecuencias. El humor puede ser una especie de coartada de la agresión.
El humor tiene a veces una sobreestimación sobre su inteligencia y en realidad es una herramienta o un mecanismo. Si yo empiezo a “Bullynear” a alguien, soy un psicópata, no hay nada inteligente en el humor ahí. Y si yo hago chistes como los bufones para no operar sobre eso que me hace hacer los chistes, es un humor de esclavos. El humor en ese caso es un analgésico, suaviza, y es funcional a hacer soportar más tiempo la situación. Es no poder trocar una realidad en base a que previamente la amortiguás con humor.
Muchos de tus personajes encarnan una crítica al sistema neoliberal que en sí mismo se opone a construir autoridad. ¿Cómo haces entrar esto en el momento creativo?
Voy a tomar un ejemplo: Jorge Meconio, personaje de Peter Capusotto y sus videos, cuyo lema es que ser una buena persona te quita tiempo. El autoritarismo sería, “no puedo perder el tiempo en considerar tu voluntad” (o tus deseos). El plan soy yo, si tengo que considerar al otro se desvía el plan. Es un personaje más cerebral que físico, no fluye; está construido. Está armado en base a un razonamiento que es el egoísmo extremo de una época, un tipo para el cual el otro, su semejante no existe, con una falta de empatía absoluta y encima se divierte, goza de que te vaya mal.
Por último, en esa línea está el personaje de Micky Vainilla de Peter Capusotto y sus videos, ¿por qué pensas que ha prendido tanto socialmente?
En ese personaje la gente se encuentra con algo propio, cualquiera puede tener actitudes miserables. Sólo que cada quien se construye en base a sus buenos momentos. Sus partes miserables las justifica, pero cuando te ves en un espejo, aparece el escozor. “UY! Yo también pienso así a veces.”
Sin embargo hay una distinción respecto a la administración de esas pulsiones o de esos sentimientos.
Uno puede tener un impulso autoritario, puede tener ganas de matar a todo el mundo, ¿por qué no? El tema es si lo hace; hasta puedo decirlo, con la trampa de que es una metáfora. El tema es cuando pasa a la literalidad.
Las reglas están para que esas intensidades no desborden.
Yo puedo verme en el reflejo de ese tipo, pero Micky se anima a decirlo. Está todo el tiempo contenido, si fuera por él los mataría a todos, pero no puede porque vive en sociedad.
Muchas gracias Pedro por tu tiempo y generosidad.


La entrevista me hizo evocar una frase de Freud, de su texto El humor: “Por lo demás, no todos los seres tienen el don de poder adoptar una actitud humorística, pues esto es raro y precioso talento, y muchos carecen hasta de la capacidad para gozar del placer humorístico que otros proporcionan.”
Saborido es esencialmente un artista, tiene el don y lo desarrolla en su modo de concebir el lazo social no sólo a través del humor, sino en sus múltiples intereses creativos.
En nuestro encuentro, Pedro Saborido pone de relieve cómo desde su oficio hace uso de la ambigüedad del significante para desde allí romper el armado arbitrario del sentido. Toma una posición política en relación a la palabra: decir no es sin consecuencias. A través del humor realiza una crítica mordaz al neoliberalismo deshumanizante. Efectúa ese “paso de sentido” al que alude Lacan. Éste es autentificado en tanto algo se produce y resuena en los otros.


Pedro Saborido es productor, guionista y director de cine, radio, teatro y televisión. Alguno de sus trabajos en radio: Saborido & Quiroga (guionista y conductor); Lucy en el cielo con Capusottos (guionista). En televisión fue guionista de Tato Bores y Delicatessen; guionista, director y productor de Todo por dos pesos; guionista y productor de Peter Capusotto y sus videos. Ha trabajado en cine, teatro y ha escrito varios libros.