PALABRAS DE APERTURA: MARÍA GABRIELA CORREIA

Muy buenas tardes a todos, bienvenidos a la Escuela Freudiana de la Argentina. En nombre del Directorio, y a través de la Secretaría de Publicaciones, les agradecemos la presencia a ustedes hoy acá para tan grato evento como es la presentación de un libro.

Hoy vamos a presentar un libro que lleva por título: El tiempo en un análisis. De la eternidad a la contingencia. Este libro es producto de un trabajo colectivo, de un trabajo de Escuela, de un trabajo de enseñanza. Este título es el título que llevó un Curso de Verano organizado por la Secretaría de Enseñanza, a cargo de Marta Nardi.

A través de la Secretaría de Publicaciones decidimos hacer esta publicación.

 Voy a mencionar a las personas que trabajaron en el diseño, en el armado y en la corrección de este libro; y a los integrantes de la Secretaría de Publicaciones.

El diseño y el armado estuvo a cargo de Gaby Cosin; la corrección a cargo de Helena Casas; Irene Glecer y Alicia Higgins; y la revisión final del texto a cargo de quien les habla.

Agradecemos a Ediciones Kliné también por la publicación.

La presentación de hoy va a estar a cargo de Osvaldo Arribas, Andrés Barbarosch y Cristina Borda.

Antes de darle la palabra a los presentadores quiero mencionar a quienes forman parte de la Secretaría de Publicaciones, que fueron quienes trabajaron conmigo durante todo este tiempo: Ricardo Arraga, Helena Casas, Irene Glecer, Alicia Higgins y Nomi Sirota.

Ahora vamos a escuchar a Osvaldo Arribas, psicoanalista, A.M.E de la Escuela Freudiana de la Argentina y co-fundador de la Fundación del Campo Lacaniano.

OSVALDO ARRIBAS

Hoy estamos acá, de cuerpo presente después de mucho tiempo de retacearlo, para presentar un libro con clases de hace 4 o 5 años, en el curso de verano de 2018, orientado y coordinado por la Secretaría de enseñanza, a cargo de Marta Nardi.

Es una presentación presencial, no virtual, y cabe una pregunta dado el título del libro que presentamos: el tiempo ¿es el mismo con los cuerpos presentes o sin los cuerpos presentes? ¿cómo afecta al tiempo la presencia corporal, como afecta la confrontación de los cuerpos?

Los enseñantes que participaron esa vez de dicho curso sobre “El tiempo en el análisis”, fueron: Osvaldo Arribas, Noemí Ciampa, María Gabriela Correia, Clelia Conde, Norberto Ferreyra, Úrsula Kirsch, Patricia Mora, Marta Nardi, Juana Sak, Noemí Sirota y Perla Wasserman.

Fueron presentaciones de a dos bajo un título común que funcionaba como eje de un desarrollo sobre el tiempo en el análisis. Los ejes fueron: “De la eternidad a la contingencia”, “La lógica temporal en nuestro discurso”, “Tiempo de hablar”, “La temporalidad del duelo y el fin de análisis”, “Lo presente y lo actual. Neurosis y compulsiones” y “La promesa y la dimensión del deseo: el futuro”.

Sabemos que la temporalidad que se pone en juego en la práctica del análisis es más lógica que cronológica, pero ¿cómo se modula esa lógica temporal en el tiempo de un análisis? De eso se trata en estas clases, que recorren distintos puntos que hacen a la dimensión del tiempo descubierta por Freud en el inconsciente, y a los últimos desarrollos lógicos propuestos por Lacan.

El recorrido es muy amplio y toca distintos puntos que hacen al sexo y a la muerte como real imposible irrumpiendo en la contingencia. El ser hablante enferma de un tiempo sin tiempo, enferma de eternidad en contra de toda contingencia.

Freud afirmaba que “…la exigencia de eternidad es un producto de nuestra vida deseante, y no reclama realidad alguna. Porque también lo doloroso puede ser verdadero”.

No somos eternos, y serlo sería quizás más doloroso.

La experiencia del análisis implica dar lugar a un tiempo de hablar que hace trizas toda sombra de eternidad, porque el tiempo de hablar es la posibilidad de la contingencia y, por lo tanto, del acto analítico.

La temporalidad que se pone en juego en el análisis es un tiempo fragmentado por ser un tiempo de hablar.

En cada análisis, se trata de un tiempo de decir que es siempre singular y que, por decirlo así, tiene sus propios tiempos. El análisis es una práctica de la palabra con consecuencias en el orden del decir.

Lacan dice que: “Decir tiene que ver con el tiempo, y que la ausencia de tiempo se sueña y que es eso lo que se llama eternidad”.

Entonces, entrar en un análisis es abrirle la puerta a la contingencia que hará lugar a la posibilidad del acto, que es del orden del decir y que se presenta como acontecimiento, contingencia en la cual se revela un saber sin sujeto, un saber que se sabe sin saberlo.

El efecto de despertar que produce el acto analítico, cuando efectivamente verifica haber sido un acto, conmueve al tiempo.

La eternidad “adormece” (Ver “El inmortal” de Borges) por inmutable. El acto despierta, aunque el deseo sea el de dormir. La política del síntoma trata de detener el tiempo para mantenerse ajeno a los tropiezos, a las contingencias que puedan hacer caer la consistencia propia de las identificaciones. El psicoanálisis, en ese sentido, cura de una pretendida eternidad, de un “tiempo sin tiempo”.

El neurótico sueña con dominar el tiempo, para atrás y para adelante, y la contingencia le arruina el sueño de esa metonimia. Clelia Conde, en una feliz expresión, dice que la metáfora es la madre del tiempo, que en la medida en que podemos sustituir una cosa por otra, salimos de la eternidad que sostiene la equivalencia entre el ser y el falo.

Con las frases “esto lo supe siempre” o “nunca lo había pensado”, los analizantes crean introducen un antes y un después que va en contra del “siempre” o el “nunca”. Un tiempo ficcional y necesario en el que se trata de lo que sucede en los decires del análisis. No por los contenidos, sino por el antes y el después, que anula la eternidad con la contingencia. El “antes y el después” importan más que el cuándo, importa lo que se dice.

Cuando le tocó hablar Norberto Ferreyra recordó una presentación de enfermos en Open Door de hace unos cuantos años, donde una persona, en su esquizia, hablaba por momentos como si su padre estuviera vivo y por momentos como si estuviera muerto. Entonces, vino la pregunta:

“—Pero ¿cómo es? ¿A veces su padre está vivo y a veces está muerto?

—“… y sí, a veces”.

Esa es la contingencia, ni siempre ni nunca, …a veces.

Dice Pierre Aubenque: “La sabiduría se refiere a lo eterno, la prudencia se refiere a los seres sometidos al cambio”.

Hablar del tiempo en psicoanálisis es hablar de la contingencia, y justamente, la prudencia sólo tiene razón de ser en un mundo contingente. –

María Gabriela Correia: Gracias Osvaldo por tus palabras, ahora le damos la palabra a Andrés Barbarosch,  psicoanalista, A.M.E. de la Escuela Freudiana de Argentina, y está inscripto en la Fundación del Campo Lacaniano.

ANDRÉS BARBAROSCH

Quiero agradecer la invitación a presentar este nuevo libro que lleva por título: El tiempo en un análisis. De la eternidad a la contingencia, de Ediciones Kliné y Ediciones Oscar Masotta. De aquí mi agradecimiento a María Gabriela Correia, responsable de la Secretaría de Publicaciones, a los corresponsables de la misma, como también al Directorio de la EFA.

Quiero decir que es una gran alegría estar aquí con ustedes en la Escuela y en una ocasión que se encuentra entre aquellas que renueva nuestro deseo de que haya psicoanálisis o, como solemos decir, el deseo de que el psicoanálisis siga.

Un libro es una incitación al porvenir, es un símbolo que convoca a otros símbolos; o si prefieren; un significante que llama a otros significantes, hechos de las posibles lecturas que suscita y los efectos de transmisión que no dudo que tendrá entre sus potenciales lectores.

Reúne las clases dictadas por enseñantes de la EFA en el curso de verano 2018 junto con los comentarios e interrogantes que tuvieron lugar entre quienes asistieron a las mismas.

Quienes se acerquen a su frecuentación, la del libro – digamos -, si ponen su parte, saldrán recompensados. Esto no es una especulación en abstracto, se basa en una experiencia, son las ocurrencias que fui teniendo una vez concluida su lectura.

El tiempo en un análisis. De la eternidad a la contingencia. Quisiera detenerme en este “un” análisis, porque es uno de los mojones que da una orientación para la lectura del libro.

Cuál es el valor de este “un” análisis, que desaloja -de alguna manera- “el” análisis como algo genérico. Más que hacer conjeturas sobre el universal y el particular, sobre el uno, la existencia lógica, etc; quiero decir que la respuesta está dada por un estilo que recorre el conjunto de los textos; porque al plantear sus desarrollos – y este es un rasgo que comparten- hablan bien de cerca de la práctica del análisis, de la experiencia del analista; es un intento de mantener la menor distancia con la experiencia.

Si como Lacan dice el analista es al menos dos, el que está en la práctica y el que teoriza, aquí el intento de los desarrollos es mantener una relación lo más próxima posible con la práctica; lo cual es algo muy valioso, y tal vez no muy frecuente, y está logrado en el libro.

El hilo conductor es el tiempo, pero no excluyentemente. Aparecen distintos elementos que hacen al dispositivo, la transferencia, el deseo del analista, el fin del análisis, incluso el pase en una escuela de psicoanálisis.

Respecto al tiempo, es una cuestión que está de entrada ubicada en el prólogo por Adriana Hercman ; que es la referencia al nachträglich, al  après-coup de Lacan, al nachträglich  de Freud; todo lo que en psicoanálisis se contrapone  a pensar a un tiempo lineal cronológico o una causalidad invertida.

Esta manera de pensar el tiempo en el análisis se contrapone a pensar el tiempo en sentido aristotélico tal como lo comenta María Gabriela Correia en su trabajo.

Otra vía que siguen mucho los autores es poner el acento en la relación entre síntoma y trauma, hay mucho trabajo alrededor de la cuestión del trauma; en particular al situar el trauma en dos tiempos. 

Quiero subrayar la frase “lo que cura el análisis es de la eternidad” del trabajo de Clelia Conde, muy presente en el libro y retomada en distintas clases. Esta frase, junto con los tres tiempos lógicos de Lacan que toma Marta Nardi hacen de introducción al tema tratado.

“El tiempo como todo el psicoanálisis” es una definición que da Clelia Conde.

 ¿Qué es el tiempo? Todo el psicoanálisis, como siendo la estofa misma del análisis, pensado, por caso, el tiempo en las estructuras clínicas, desde la histérica que padece reminiscencias a la procastinación del obsesivo.

El trauma, en el trabajo de Ursula Kirsch, siguiendo desarrollos de Norberto Ferreyra, es una referencia para hablar, el sujeto para poder hablar se apoya en el trauma. 

Otra cuestión es cómo este hablar toma lugar en la transferencia, en referencia al sujeto supuesto saber, como este hablar apoyado en el trauma como sufrimiento, es decir, hecho síntoma va a dirigirse al analista.

 Y que operaciones hacen posible tal como lo señala Noemí Sirota que el movimiento del análisis lleva al sujeto a poder situarse respecto de la demanda del Otro y hacer lo propio con la parte del sujeto que hay en esa demanda, lo que tiene que ver con la implicación.

Hay otros desarrollos también como: el fantasma como comentario lógico del trauma, los tiempos del análisis – pero puntuados como tiempos de la transferencia-, donde se produce este pasaje de un Otro al otro con minúscula, como en el título del Seminario XVI de Lacan.

 Hay un cambio que se produce en la teoría del duelo que va de Freud a Lacan, y esto está también bien situado en el libro, como las incidencias que tiene en la clínica.

Hay muchos desarrollos que tienden a ubicar el objeto a, la cuestión particular de algo que es habitual entre nosotros, plantear que el objeto a es el tiempo del análisis, o que el tiempo del análisis es el objeto a.

Interrogar la clínica, es no dejar de llevar esta interrogación a los historiales freudianos, como ocurre en el trabajo de Noemí Ciampa, en el caso Emma de Proyecto de psicología…, en La joven homosexual, donde diferencia entre mentir – lo que es del orden de la mentira – el engaño que acusa Freud, a plantear esto como la ruptura de una promesa; poder leerlo como la ruptura de una promesa, efecto de un rehusamiento.

Hay otros puntos respecto del tiempo en Freud, por ejemplo, en lo déjà raconté.   Osvaldo Arribas recién lo comentó, lo que encuentran a su vez en el texto de Patricia Mora, no están solo los síntomas y las neurosis sino la cuestión del fantasma en el sueño del paciente de Ella Sharpe. La diferencia entre transferencia y repetición de ese deslinde que subraya Juana Sak en el Seminario XI los Cuatro Conceptos Fundamentales, la permite a Lacan dar una orientación distinta a la clínica.

Lucy R. es un caso que toma Perla Wasserman que vuelve sobre este texto de Estudio sobre la Histeria, pero pivoteando todo el tiempo en este recorrido que va de pasar de la hipnosis -vía la catarsis- al psicoanálisis. Entonces, se puede tomar un historial de Freud pero también pensar constantemente en referencia a la clínica, lo cual es importante.

El trabajo de Osvaldo Arribas que se detiene mucho en la cuestión del uso del tiempo de Lacan en la clínica, la sesión breve, todos los problemas que le ha traído en la I.P.A respecto de esto, y la cuestión también del chiste y el corte de sesión.

Creo haber mencionado casi todos, espero no haberme olvidado de nadie.

Hay un desarrollo que recomiendo, que no lo encontré planteado así en otros lugares, es de Norberto Ferreyra sobre lui-même, esto quiere decir la tercera persona. Lui-même es algo que extrae de la Proposición( 1967)  el autorizarse de sí mismo del analista,  no es un sí-mismo sino un él mismo, en francés el mí mismo o el sí mismo español,  se dice lui-même , que es la tercera persona; entonces Norberto aprovecha esto, la tercera persona y el lui-même para decir que el analista se autoriza, a mi entender,  de algo más íntimo de lo que puede considerarse su propia mismidad, de lo que es un él mismo.

Este énfasis en la tercera persona implica el inconsciente, poder  pensar así, como un lui-meme el conjunto del análisis, en tanto que el analizante pueda hacer de su propio análisis – y del analista- un desecho práctico y hacer uso de esto en la vida cotidiana. Esto va desde la cuestión del fin de análisis y -en algún sentido-  la autorización del analista.  Pero también es un desarrollo propio de Norberto que se apoya en un desarrollo de Guy Le Gaufey sobre  la tercera persona, cosas que dice Lacan también, pero hay una vuelta de tuerca de Norberto en acentuar esta cuestión del  lui-même que hace tanto a la experiencia del análisis, que en determinado momento lo llama la suma del integral de las satisfacciones insatisfechas de cada sujeto, lo va a nombrar de diferentes maneras, pero también hace al cúmulo de experiencias que hace a la existencia de cada uno – creo que es un punto importante que se puede ir a buscar ahí en este texto y es una referencia  que no está en otro lugar-.

Para concluir, es interesante también la última clase de Marta Nardi; porque ya digo, todos los trabajos están muy cerca de la clínica.

Marta, en la última clase a lo que apunta es a tratar de ubicar el discurso del psicoanálisis en la época, entonces retoma la diferencia entre el prójimo y el semejante.  Lo hace bien porque muchas veces lo escuchamos confuso esto del Seminario de la Ética: nombra al semejante como el compañero especular, la imagen en el espejo , etc; y al prójimo en relación al mandamiento y al goce que pueda albergar el prójimo, también, como otro con minúscula. Hay una crítica fuerte también a la razón cínica, por parte de Marta, con un ejemplo de Casanova. Pero digamos, lo que está en juego es decir como todo este recorrido de estas clases que tratan de ubicar la cuestión en relación al análisis, cómo hacer pasar esta incidencia en lo público y en la época que nos toca.

Esto es lo que quería decir. Muchas gracias.

María Gabriela Correia: Muchas gracias Andrés por tu presentación. Escucharemos ahora a Cristina Borda, psicoanalista, miembro de EFLA, participante de la Escuela Freudiana de la Argentina, inscripta en la Fundación del Campo Lacaniano.

MARÍA CRISTINA BORDA

Buenas tardes, quisiera comenzar felicitando a la secretaría de publicaciones por la apuesta realizada para la presentación de un nuevo libro de la EFA. Especialmente a su responsable María Gabriela Correia y a los integrantes de dicho espacio; a Helena Casas que me cursó la invitación. También al Directorio.

El Curso de Verano de 2018, producido en la escuela, por la Secretaría de Enseñanza, bajo la coordinación de su responsable Marta Nardi, se encuentra presente en los capítulos de este libro. Celebro el encuentro con la lectura y los efectos producidos.

Hoy estamos acá con mis compañeros de mesa, para hablar de esta publicación, porque algo se escribió; y ahí es donde empecé a interrogarme por cómo se escribe, con qué se escribe.

Tenía en mi biblioteca el libro de Margarite Duras, “Escribir”, lo tomé esperando encontrar alguna orientación y en sus primeras páginas dice: “se está solo en una casa. Y no fuera, sino dentro. ….Pero, en una casa, se está tan solo que a veces se está perdido.  Sola. Y para escribir libros que me han permitido saber, a mí y a los demás, que era la escritora que soy… esa especie de soledad…la hice yo, fue hecha por mí. Para mí. Y que sólo estoy sola en esa casa. Para escribir…Nunca he hecho un libro que no fuera ya una razón de ser mientras se escribía…         a Lacan, nunca lo comprendí por completo. Lacan me dejó estupefacta. Y su frase: “No debe de saber que ha escrito la que ha escrito. Porque se perdería. Y significaría la catástrofe”. Para mí, esa frase se convirtió en una especie de identidad esencial, de un derecho a decir absolutamente ignorado por las mujeres.”

Me encontré con estas páginas luego de la primera lectura del libro que hoy estamos presentando, y entonces comprendí que las preguntas que me hacía, acerca de cómo y con qué se escribe; requerían un despliegue.   Y ahora se me presentan de este otro modo: cómo se articula para cada uno, lo que escribe.

Entonces, para esta autora, es necesario estar sola, estar dentro de una casa. Sin embargo no es el modo como entiendo que este libro de la EFA está escrito.

“El Tiempo en un análisis. De la eternidad a la contingencia” se suma a la colección que desde hace varios años reúne a dos sellos editoriales –Ediciones Oscar Masotta y Kliné Ediciones- con el propósito de hacer extensivo lo producido en distintas prácticas de enseñanza y formación que se desarrollan en la escuela Freudiana de la Argentina”, comienza diciendo el prólogo. Notas de lectura que hacen escuela de una enseñanza y de orientación para quienes volvemos a entrar, cada uno y cada vez, al discurso del psicoanálisis.   Así como al comienzo la escucha del analista produce un tiempo de espera, el recorrido enunciado en el prólogo, produce al lector, introduce un suspenso, una tensión entre los interrogantes de cada uno y los que se presentan en el libro.

 Entramado de decires, y desarrollos que intenta hacer pasar, dar lugar a la transmisión de un discurso que es con otros. Donde las referencias en las que se apoya ese saber, que siempre se produce oralmente, no son una letra muerta ni acabada. Se incorpora a una colección, más no por ello acrecienta el saber entendido como acumulación de conocimiento. A lo largo de sus capítulos, los distintos autores hacen referencia a los seminarios de Lacan, a Freud y principalmente al libro “Trauma, duelo y tiempo” de Norberto Ferreyra, para encontrar allí una referencia que permita articular un nuevo decir, producido con la singularidad de cada uno; esas referencias lejos están de ser una mera repetición o una cita estanca;  sirven  para continuar hablando, para interrogar las letras y encontrar un decir propio donde el saber es un efecto del acto de haber leído allí.

Este libro, que se produce en el modo de hacer en la escuela, permite recortar un rasgo particular, que se encuentra en otros libros de la colección. La transmisión oral de quienes dieron sus ponencias, y los efectos de esas ponencias recogidas en las preguntas que se articularon por la escucha de los presentes, extiende y trasciende las puertas de la casa. Si podemos reconocer a éste, como un libro de la colección de la escuela, no es porque delimita un adentro, sino por su compromiso con la transmisión del discurso. No es un libro para, sino desde la escuela.

Y así, se me ocurre decir, que con este libro se lee, lo que alguna vez habría sido leído, escrito o pensado. Va de las referencias tomadas, a poder ser una referencia para el lector, que marca un antes y un después. Que toma un lugar en la serie, un número en la colección.

Me serviré de algunos capítulos para poder decir que el recorrido de un análisis es el trabajo que se da un analizante, donde gracias a la transferencia, demanda y pulsión, significante y objeto, entran en relación; y que luego de gastar las determinaciones gracias a las intervenciones y las operaciones que permiten el acto del analista; el deseo del analista vuelve a separar, pero con la ganancia que el objeto adviene al lugar de la causa. De este modo he encontrado referencias importantes en los primeros capítulos para pensar cómo se produce el tiempo en un análisis y sus dimensiones. Y en los capítulos que trabajan el duelo, la posibilidad de instrumentar con el objeto, hacerse una vida.

En estos días, recordé el primer texto que escribí al año de haber pedido mi entrada en la EFLA, en ocasión de las V Jornadas Internas. Se llamaba “Los tiempos y los otros”, más que su contenido me importa contar, cómo lo escribí. Me hallaba interrogada por las letras del Acta de Fundación acerca de la paridad- imparidad y por mi recorrido en ese año. Entonces, tuve la necesidad de trabajar el escrito de Lacan acerca de los tiempos lógicos. Nunca lo había leído antes, apareció, disruptivo, inentendible. No obstante tuve que hacerlo, ese tuve era porque se me imponía, no era el pedido de alguien. No solamente pude hablar en las Jornadas, sino que pude apropiarme de ese tiempo para decir. Decirme qué había aprehendido por la experiencia. La posibilidad de tener un par en la escuela, sería si yo podía h(a)cerlo. Objetalizar  positivamente eso que nos hace encontrarnos en la escuela. Si bien, es un texto que se ajusta a un contexto y lugar, por sus efectos, podría decir que lo trasciende; porque ha dejado las marcas para poder hacer cada vez, de una ocasión, oportunidad.

Volviendo a este libro diré, quienes quieran leerlo podrán encontrar en él, un desarrollo exhaustivo de los temas tratados, una lógica en los conceptos articulados y una orientación para la práctica de cada uno.

Hablar del tiempo en un  análisis,  no tiene que ver con la cronología, no obstante estamos acostumbrados a pensar y hablar en esa dimensión;  por lo tanto poder afirmar que hablamos por el trauma, que el lenguaje nos ha producido por entrar en él, implica producir en el análisis las condiciones para que el trauma, eso que queda como tumoral y encubre un vacío que permanece fijado, se pueda ligar, que ese exceso de excitación pueda  articularse con una representación, porque de lo contrario es un sin tiempo, sin ligadura, sin posibilidad de repetición.

Freud pudo ubicar que la linealidad del tiempo cronológico nada tenía que ver con la producción de síntomas, que encontrar los recuerdos que faltaban en la cadena de la historia de un paciente, no resolvían la cuestión. Siempre un recuerdo más podía agregarse al trabajo de reconstrucción sin que eso produjera cambio alguno. En psicoanálisis, la historia es historizar, no es recordar porque eso nunca estuvo; lo que le sucedió a alguien es perfectamente azaroso, hasta que, eso hace marca.

La compulsión de repetición orienta este cambio entre la historia y el historizar porque denuncia la relación con la insatisfacción, haciendo un lugar al desencuentro estructural que se pasea por la cadena significante.   Es necesario establecer un estado de derecho, que introduzca un orden que señala que si no hay, es porque algo falta. Positivamente falta, no es que algo debe advenir a ese lugar.  El síntoma entonces tiene otro estatuto, no se trata de eliminarlo, sino de ponerlo a hablar; es la posibilidad de tratar a alguien en el presente; aprovechar el potencial del síntoma, su actualidad, ya que nunca es un síntoma del pasado, en principio porque no sería de esa transferencia.  Podemos pensar que el síntoma es contingente, es corte si en las vueltas de la repetición quien escucha orienta lo que allí aparece, sino los dichos son una sucesión.  En cambio en la repetición se puede articular lo igual pero diferente, en tanto la escucha, espera allí el tropiezo; no lo provoca, simplemente lo espera; en todo caso, es por el modo de escuchar del analista que determina al que habla.  El síntoma está hecho de presente porque es en transferencia, liga una situación traumática del pasado y la insatisfacción orienta el deseo hacia el futuro.

No se trata del sentido, ni de la verdad, sino de la articulación posible.   Lo que se produce en un análisis por la escucha del analista, son las condiciones para que alguien hable. Luego vendrá la interpretación, para señalar que el lenguaje no tiene referente, y podrán darse nuevas sustituciones en ese decir; estas sustituciones son algo que genera el tiempo creando distancia con el referente, que siempre es tener como referente la equivalencia del ser y del falo.

El tiempo del decir, ya no teniendo al Otro como referencia, es el trabajo que se da el hablante para darse el tiempo para comprender. Para decir de las sucesivas determinaciones que siempre se encuentran en relación al Otro.   Es en las vueltas de la demanda, que se va a encontrar por la transferencia, con algo del orden de la contingencia.  Es la escucha lo que da las condiciones de posibilidad para que aparezca la contingencia cuando el acto del analista orienta con el corte, con el señalamiento del sin sentido, para que la eternidad cese, cese de no inscribirse aquella insistencia que el significante no alcanza decir.

Este tiempo del decir es lo que Norberto Ferreyra desarrolla cuando nos presenta que el objeto a, es el tiempo en el análisis. Es lo que aprehendemos por la experiencia, en el tiempo de hablar como aquello que se escabulle, no sólo porque no tiene representación, sino porque el a no estaba antes de ser producido.

En ese tiempo de comprender, el que habla puede ir ubicándose respecto de un trayecto, que va de la relación al Otro, de la identificación del objeto que ha sido en ese modo de constituirse, a comprobar la inadecuación estructural, soportar la caída de ese objeto y procurase un deseo, ya no ubicándose como objeto de deseo para otro. Porque esta ecuación ha sido producida en el análisis, el sujeto podrá ubicarse en relación no a una nada, sino a una creencia. Creer en lo que ha creado allí.  El objeto causa de su deseo por haberse enterado de la parcialidad no sólo del objeto, sino del descompletamiento de cualquier universal en el que se haya podido sostener.

Si alguien puede lograr apoyarse en el creer ahí, a diferencia de tener al Otro como referencia, con eso podrá darse una vida…. con eso podrá hablar, podrá escribir;      porque lo que se ha producido no ha sido robado, tampoco podrá ser cedido,  entonces, a quien quiera ocupar el lugar del analista para otro, no le queda otra alternativa que ofrecerlo,  haciéndose objeto, para que otro pueda hacer con eso.

Y por hoy, esto es lo que yo pude hacer con haber leído este libro, presentárselos a ustedes esperando que puedan hacerse las ganas de leerlo.

PALABRAS DE CIERRE: MARÍA GABRIELA CORREIA

Antes de cerrar la mesa querría decir dos o tres palabras. Una es que he cometido un lapsus porque cuando presenté el libro agradecí a Ediciones Kliné -dado que se trata de un libro en papel -, pero omití decir que también estábamos presentando el e-book. Creo que esta omisión es producto de la alegría de tener un libro objeto que podemos tocar después de tanta virtualidad. (Aplausos y risas.)

Así que quienes lo deseen lo pueden comprar aquí en la Escuela – este libro objeto -, y quienes además tengan ganas de portarlo en su notebook pueden conseguirlo a través de Amazon, Apple Books y Google Play Books.

Además, vamos a hacer otra cosa que no podíamos hacer durante la virtualidad – cuando hicimos las presentaciones de otros libros – que es pasar a brindar y compartir unos sandwichitos.

Muchas gracias por estar acá.