“Sacar del tiempo lo que ocurre en el tiempo, … para que sobreviva”
Adolfo Couve


¿Por qué el “prestigio” del Pase por sobre el didáctico? ¿por el “riesgo loco”, la aberración, la locura que acaso implica, según el decir de Lacan?
La elaboración de las pulsiones se realiza en el análisis porque es la ocasión en que la transferencia y la repetición las presentifica en acto y da ocasión para la interpretación.  
La “presencia” es siempre la de una terceridad que se oculta en la relación dual. Es una presencia del Otro, del objeto a, y es antecedente y producto de la caída y la equivocación del sujeto supuesto saber en el acto analítico, en el cual el objeto es activo y el sujeto es subvertido, objetalizado. No se trata de interpretar la transferencia, sino de interpretar en transferencia. Ese “estar” del analista en la situación transferencial tiene que ver con el semblant del objeto a, con que el analista se deje capturar en ese vacío, en esa oquedad del objeto a, que hace a lo irreductible e ininterpretable de la presencia del analista: pura máscara, que cae con el fin del análisis.
Esta presencia del analista, como término propio de la dimensión del inconsciente, se opone a lo que Lacan nombra como el isolé, el “aislado”, el sujeto psicológico, el individuo de la psicología, el que puede objetivar, que en el psicoanálisis es una resistencia del analista, dado que implica ponerse por fuera de la transferencia y objetivarla. Es lo que hace la psicología, por eso Lacan lucha tanto contra la psicologización del psicoanálisis. No trabajamos solos y aislados, sino en transferencia de trabajo.
La transferencia nos lleva necesariamente a la identificación, y si no lo hace es porque el deseo del analista lo impide. La transferencia es el momento del cierre del inconsciente, y ése es el momento de la interpretación. La interpretación en la práctica del análisis se produce, no respecto de la apertura del inconsciente, sino del momento de su cierre. En el análisis no se trata de una “objetivación”, no se trata de objetivar, de explicar y aprender lo que a alguien le pasa, se trata del acto y del decir. 
Entonces, la transferencia, por sí sola, conduce a la identificación. Por eso en la IPA el fin de análisis ha sido teorizado como la identificación con el analista, o con el Ideal del yo del analista, con lo cual la “liquidación” de la transferencia es la culminación misma de la transferencia. La interpretación en transferencia implica operaciones que hacen al desgaste de la suposición de saber que “encarna” el analista. En el fin del análisis, no se trata de la identificación con el analista, con el “ser” del analista, se trata de la destitución subjetiva y del “des-ser” del analista, de su caída como resto de la operación. En cierto sentido, didáctico y Pase se oponen, el saber producto del análisis los separa y los opone, porque efectivamente puede haber fin de análisis (didáctico) sin que aparezca el deseo del analista que se verifica en el Pase.
Lo dice Lacan en “…o peor” (pág.190 de Paidós): “Los psicoanalistas, entonces, saben lo que digo. Lo saben por experiencia, por poca que tengan, incluso si se reduce al psicoanálisis didáctico, que es la experiencia mínima para que psicoanalistas se digan. Incluso si lo que denominé pase es fallido para ellos, pues bien, de todos modos habrán tenido un didáctico, que alcanza a fin de cuentas para que sepan lo que digo”.
Lo que quiero subrayar es la relación y el entramado que se arma entre la transferencia y la transmisión, didáctico y Pase. Si el analista se sostiene como semblant del objeto, sosteniendo la transferencia en ese lugar, la transferencia se analiza en acto. No por objetivarse, sino por su caída en el acto analítico. Si hay acto analítico, el acto mismo implica una elaboración y una caída de la transferencia junto con el síntoma que en ese momento se sostiene.
Una cosa es pensar que la transmisión se produce por identificación, y entonces, el fin de análisis es la identificación con el analista y que eso mismo sería la transmisión del psicoanálisis, … pero, si la transferencia es lo que debe caer en un análisis, ¿cuál es la transmisión y cómo opera? El momento de la interpretación es cuando la transferencia cierra y pone en acto la realidad del inconsciente. En ese punto de cierre, se trata de la interpretación, dirigida a “la bella detrás de los postigos”, como dice Lacan. La interpretación destapa, tiene como efecto la caída del objeto que obtura, que cierra y tapona. Y ahí se trata de la transmisión. 
La transferencia la permite, pero la transmisión no es lo mismo que la transferencia. Es más, podríamos decir que van en sentido contrario. Es decir, la transferencia es resistencia, lejos de ser una transferencia de poderes al inconsciente, es su cierre. Pero Lacan subraya la paradoja que ya formulaba Freud: hay que esperar la transferencia para dar la interpretación. Es decir, la transferencia da ocasión a la interpretación, en la cual efectivamente se produce una transmisión de la castración. En ese sentido, la transferencia es facilitación y obstáculo para la transmisión. Y por eso el Pase es ocasión de un hecho de transmisión que se produce fuera de transferencia y que “no tiene nada que ver” con el análisis, aunque sea su producto.
Es una de las cuestiones más difíciles de transmitir en cualquier otro lugar que no sea en el análisis mismo. Es por eso que es condición para el analista, analizarse. El psicoanálisis no puede objetivarse como sí se puede objetivar la psicología. El psicoanálisis es una práctica de discurso por la cual el analista debe pasar necesariamente.
Entonces, transferencia y transmisión, ¿son lo mismo, están en una relación de continuidad? La transferencia interrumpe la comunicación inconsciente, cierra el inconsciente y obtura la transmisión. La transferencia se sostiene en el sss, pero la transmisión es su caída.
En la contratapa de Página 12 del 29-1-21, Juan Forn nos trae el credo poético de un poeta, Adolfo Couve: “sacar del tiempo lo que ocurre en el tiempo, para que sobreviva.”
¿Qué otra cosa es la transmisión?