La propuesta ya es todo un desafío, porque hablar de la experiencia (1) es disponer de ella y hacerla fundamento de mi autorización para transmitir algo de mi función como pasadora en la Escuela Freudiana de la Argentina. La aclaración viene a cuento porque en nuestros estatutos (2) dice “Se deduce de ello que aquello que asegura la representación es la existencia de un modelo. Pero siendo como representante y no como representación que se transmite la función del deseo del analista, su lugar, podemos decir que no hay modelo para el analista.”
Hablar de mi función de pasadora es bordear esos límites entre lo representable y lo que no tiene representación, distinguir lo que es del orden del olvido de lo que podría nombrar como del no saber.
Hay un no saber que es ubicable en tanto estamos como sujetos constituidos y sometidos a los efectos de la palabra. Y hay una particularidad en lo que hace a nuestra práctica al formular la regla fundamental. En ese acto, quien decide tomar la palabra lo hace y al mismo tiempo hay un revés, una abdicación de ese que toma la palabra. ¿Y en qué abdica? En aceptar someterse a las reglas del inconsciente, a los lapsus, a los actos fallidos, a los sueños, que para nuestra sorpresa nos animan, nos quiebran el sentido, en fin, hacen que del hablar surja algo que revela la alienación a esos significantes. Sin esa entrada, no hay salida.
Me encontré pensando en que este abdicar es algo que está en juego en la función de pasadora.
Porque lo que está en el corazón de la experiencia de un análisis es el deseo. Y el deseo, como sabemos, es el deseo del Otro. Estar hechos de ese deseo está en nuestra naturaleza de seres hablantes, soportar ese saber, incluso darle cobijo, no rechazarlo, es el acto de entrada en el análisis. En esto va, según entiendo, el abdicar.
En ese revés es donde leo una torsión que discursivamente se dice “no es sin” y allí, en ese corte, es donde ubico el lugar de la pasadora. Como lo cuenta Lacan en el apólogo del insecto que camina por una cara creyendo, sin saberlo, que hay otra que no ha explorado.
Ese revés se hace con tiempo, por eso es mejor escribir ese “hacer” como se le ocurrió inventarlo en algún momento a Norberto Ferreyra: ese revés se h(a)ce.
Me refiero al tiempo entre escuchar el testimonio de la pasante y pasar el testimonio al Cartel de Pase. Ese tiempo también está hecho de olvido.
Eso es lo que me ocurrió efectivamente a la hora de pasar el testimonio de la pasante. Me resulta interesante darle a ese olvido dos vueltas.
En la primera vuelta el olvido quedó incluido en una segunda reunión con el Cartel de Pase.
Pensé, y no sin razones, que había fallado en mi función. Algo había dado a ver: un olvido, el del nombre del padre y detrás de ese olvido una parte importante del testimonio de la pasadora.
Olvido al que le deparó tiempo tener valor de acontecimiento. Quiero decir que fue necesario en mi propio análisis que ese significante olvidado faltara para que la repetición lo hiciera faltar otra vez.
La segunda vuelta tiene que ver más bien con el valor del olvido en su función, como nos enseñó a leer Anabel Salafia, el olvido da a ver la falta, eso que no puede ser incluido de ninguna manera porque es borde y, en ese sentido, vecindad.
Y algo más respecto del olvido: hasta no hace mucho, o para ser precisa, hasta ahora que escribo estas líneas, el único recuerdo que tuve de mi experiencia como pasadora fue este olvido. En este sentido, entiendo que este olvido es testigo de la marca de una pérdida de mí.
Hizo falta una tercera vuelta.
Para concluir, quisiera reparar en una cuestión que no me parece menor a la hora de practicar el Pase: ¿qué significa para un pasador estar dispuesto a escuchar?
Propongo una aproximación que escuché decir a Norberto Ferreyra en el espacio “Practicar el Psicoanálisis” (3).
Allí se estaban refiriendo a la regla fundamental y la aceptación de la misma: “Cuando alguien habla en un análisis renuncia a hablar de lo que quiere para hablar de lo que se le ocurre”.
Hay algo de este renunciar que se produce cuando se escucha, al igual que cuando se habla.
Cuando se escucha un testimonio como pasadora, se renuncia a escuchar lo que quiere.
Por supuesto que esto vale para lo que entiendo es nuestra práctica.
De ahí, lo que el pase nos enseña.
(1) Agamben, Giorgio, Infancia e historia. Ensayo sobre la destrucción de la experiencia. Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2018.
(2) Estatutos de la Escuela Freudiana de la Argentina, disponibles en www.escuelafreudiana-arg.org
(3) Seminario Clínico “Practicar el Psicoanálisis. Un hacer con consecuencias”, dictado por Norberto Ferreyra y Anabel Salafia, EFA, 2022.