Ubicar el punto de partida o un buen comienzo en psicoanálisis es Freud. Este texto desbrozará el término autoridad, aunque comparte con autorización y autoritarismo un entramado lingüístico, y con el mismo prefijo: autor y autoría, como muchos otros…
La etimología vincula a todos ellos a partir de la raíz indoeuropea aug, será luego el verbo latino augere, (auctor, auctoritas…), origen de verbos que mantienen el significado de la raíz: aumentar, incrementar, mejorar, ampliar, enriquecer… o el hacer crecer aquello que tiene cualidad. Con esta deriva y otras tantas se puede continuar enriqueciéndolo. El lenguaje es construcción en el tiempo, en el espacio, y ese trayecto traza letra. Roland Barthes dice «Es el autor y no el lenguaje el que habla, y así el nacimiento del lector se paga con la muerte del autor».
Estos términos hicieron historicidad del derecho en el pasaje de la Grecia a la Roma del Imperio; y como tales persisten en la interrogación de semiólogos, filósofos, sociólogos, antropólogos… Giuseppe Rensi, Levi-Strauss, Hannah Arendt, A. Kojeve, J. Bochenski, Leo Strauss, Myriam Revault d’Allonnes, G. Agamben, P. Bruno… El lingüista Roman Jacobson, refiriéndose a la complejidad que planteaba el lenguaje dijo que lo ayudaba a entender leer otras (lenguajes) disciplinas, como también estar leídos por otros. (Seminario La lógica del Fantasma. 1966-67).
Ese prefijo auto está dirigido a señalar reflexividad, recae sobre sí mismo lo que señala. Su uso es singular, hasta intrínseco, un trazado en el uno; circunstancia que ocurre con algunos de estos términos. Tienen un carácter diferente el autoritarismo que requiere de un sistema de poder y de cantidad de personas afectadas a su funcionamiento; y autorización, su especificidad requiere de uno, varios, al cual se remite en un asunto.
Labrando un origen Freud fue a las referencias míticas, Tótem y Tabú, y el ensayo Moisés, su pueblo y la religión monoteísta, hizo de la antecedencia del padre un fundamento de la doctrina. De una inscripción simbólica en una lógica discursiva que diera cuenta de la estructura del hablante. Sin embargo, la modernidad se opaca cuando desconoce la anterioridad, y ella se hace practicidad utilitaria. Donde no hay trayecto a recorrer, enlaces o nuevos anudamientos, no habrá producción ni invención. No se habla de ausencia de autoridad, sino del vacío de poder.
La pregunta de Freud sobre la autoridad tuvo dos direcciones, la autoridad relativa al padre en tanto función, y la autoridad del analista en la cura; inquietud sobre el estatuto de la sugestión, forjó un concepto: la transferencia.
“…es autoridad parental, especialmente del padre con su amenazante poder punitivo induce al niño a las renuncias instintuales, establece qué le está permitido y qué vedado en el niño se llama «bueno» o «malo» se llamará más tarde, una vez que la sociedad y el superyó hayan ocupado el lugar de los padres, el bien o el mal, virtud o pecado; pero no por ello habrá dejado de ser lo que antes era: renuncia a los instintos bajo la presión de la autoridad que sustituye al padre y que lo continúa”. (III-Moisés, su pueblo y la religión monoteísta, 1938)
«…la autoridad que sustituye al padre y que lo continúa…» está la hostilidad de las restricciones, sin embargo, lo que prevalece sobre esa tensión adversa, tiene otro registro, son muescas, señas, rastros, huellas de algo que se hace articulable, está entre significantes, se vislumbra un objeto no espejado.
La enseñanza de Lacan da condiciones de legibilidad a la operación de sustitución y el trabajo de análisis una construcción necesaria. En ese Otro, donde hay tesoros, los significantes están por nombrarlo, algunos, objeto a mediante, no especularizable, conseguirá producirse una sustitución creando una metáfora paterna. En transferencia el hablante dice del devenir de su travesía, y en ese dejarse orientar, la dimensión de lo real lo pondrá en situación de decisión. La función devendrá en operación, una experiencia y un saber hacer. El deseo del analista, hace posible esta construcción, donde la división adviene sujeto.
«La hipótesis del inconsciente –Freud lo subraya– es algo que no puede sostenerse más que al suponer el Nombre-del-Padre. Suponer el Nombre-del-Padre, por cierto, esto es Dios es inconsciente. El psicoanálisis prueba que del Nombre-del-Padre, se puede prescindir a condición de servirse de él.» (Seminario El Sinthoma, 1975-1976).
Del padre primordial (mítico), gozador, autoritario, el que regía la ley y el deseo, al paso del dios todopoderoso, es tiempo de la entrada al padre posible de simbolizar en discurso. La religión judeocristiana dio anclaje a la suposición, la existencia del Otro, y a su creencia. El goce del Otro tiene sede en el fantasma, como el deseo, aunque el Otro es una suposición estructural. “Lo que estorba en el misticismo judío y más aún en el cristiano, y más aún en el amor, es la incidencia del deseo del Otro”, (Seminario Los Nombres del Padre, 1963). En ese texto hay dos reflexiones de Lacan que me parecen agregarlas. Comentando la imagen de El sacrificio de Isaac de Caravaggio dice Freud detectó que la fobia no es más que un retorno al Tótem. El hombre no tiene por qué estar orgulloso de ser el último en ser creado, aquel que ha sido hecho con barro, lo que no se ha dicho de ningún ser.
Retomando los términos de esta convocatoria, Autoritarismo aunque estén los elementos léxicos su conjunto no tiene precisión etimológica: prefijo del verbo aumentar (auto), la raíz designa perteneciente a (ario) y el sufijo sitúa doctrina o sistema (ismo). Necesita de la intensidad de la Autoridad para degradarse. En el medioevo el exceso provenía de causas territoriales, religiosas, étnicas. El uso totalitario pertenece a la modernidad a partir del fascismo.
Autorización tiene el mismo prefijo verbal auto, la raíz convertir en (izare), y el sufijo indica efecto y acción (ción). Esta manifestación promueve transmitir con lo propio una referencia, necesaria para llegar el efecto y la acción a otros.
Cómo se articula el convertirse en con otros. El verbo auto, nos apunta el lenguaje, es el hacer crecer aquello que tiene cualidad. Cuál es el efecto y la acción de todo ello en el discurso analítico, la respuesta de Lacan la da en la Proposición del 9 de octubre de 1967 con el fundamento de los dispositivos que hacen Escuela, el modo de hacer enseñanza y transmisión.
Está ese expandir, está el lugar de transmisión del discurso y el lazo social; quedan delineadas las coordenadas de la Autorización.
Lacan lo dijo así: «…qué haría que en una escuela, la mía por qué no… en una escuela se articulara esa función de la cual la elección del analista, la elección de serlo no puede sino depender, porque al autorizarse sólo por sí mismo él no puede con ello sino autorizarse también con otros…», 1973 en Los no Incautos yerran o Los nombres del padre. Un modo de instar a poner en función esas coordenadas, yendo a la letra de –por sí mismo– y con algunos otros.