La Escuela Freudiana de la Argentina instituyó el Pase como gesto por el cual se dispuso a hacer la experiencia en tanto la Escuela es, en el discurso de J. Lacan. Sus fundamentos se encuentran en la enseñanza y en el testimonio de aquellos que han pasado por esta experiencia. Así lo establecen los Estatutos de la Escuela.
Quiero destacar aquí la importancia de usar el significante “gesto” en el comienzo de los Estatutos, tan reiterado por Lacan en varios Seminarios. Destaco el gesto de amor de la Lógica del Fantasma donde se afirma que el cuerpo está hecho para ser marcado, el comienzo del gesto de amor es expresar en más o en menos este gesto. Entiendo que si el análisis transcurre con el cuerpo del analista, quienes pertenecen a la Escuela están marcados por este gesto de amor al saber no sabido que entraña la experiencia del inconsciente.
La Proposición de 1967 inventa un dispositivo que rompe con la práctica de las Sociedades existentes, con el intento de abolir las jerarquías que instalaba el clásico didáctico de la IPA, que instituía hasta criterios de los “Ideales de la persona” de quien era merecedor de ese título, nombramiento, no nominación congruente con estas desviaciones del psicoanálisis.
Una prueba de actualidad de este funcionamiento aparece en un comunicado de la IPA de Finlandia, que se retracta de su posición en los análisis en la cura de las personas que tienen diversidades sexuales que fueron consideradas hasta ahora como patologías de la sexualidad. Para aspirar al título de didacta se destacaba, tiempo ha, la importancia de una fehaciente elección de objeto heterosexual, además de trabajar, formar familias, atributos deseables para ser un buen psicoanalista.
En Quartier Lacan, Claude Dumézil lo resume muy bien y podemos apreciar qué lejos estuvo la IPA de algo que tuviera que ver con la función deseo del analista. Se decía:
1) Puede iniciar su análisis didáctico, aquí tres didactas, puede elegir uno y ningún otro.
2) No podemos asumir la responsabilidad de que empiece un análisis didáctico, puede empezar un análisis personal y más tarde solicitarlo nuevamente.
3) Le desaconsejamos iniciar un análisis cualquiera sea.
Para Lacan un análisis implica la conquista de un saber que está ahí, antes que lo sepamos, esto es, el inconsciente y desde luego que el sujeto puede aprender (diría apre-hender) allí como se produjo. En ese sentido, sólo en ese sentido, un análisis es didáctico. Vale decir, es didáctico para quien se anima a seguirlo hasta el final por el querer del sujeto y este debe estar advertido que el análisis hasta puede poner en duda ese querer conforme vaya acercándose al deseo que se escuche.
El Pase, para quien quiera hacer la experiencia, nos invita a dar cuenta de algo muy simple y a la vez complejo, lo digo en pocas palabras: cómo se produce un pasaje, ese pase del lugar del analizante en el discurso y cómo se deviene analista de su propia experiencia. Un momento lógico del análisis puede ser el Pase, como dice Lacan en el Seminario El acto psicoanalítico o en el “Discurso a la Escuela Freudiana de París” de 1967. El Pase es este punto que, por llegar al final de su psicoanálisis, da el paso al tomar el lugar que ocupó el psicoanalista en su recorrido. La Escuela ofrece el Pase como experiencia, pero también podría hacerse el Pase en el propio análisis, según lo anteriormente dicho, esto no sustituye al pedido de Pase en el dispositivo. Se supone que el Pase en el análisis es condición del Pase en el dispositivo, aunque hay quienes dicen que puede tener un efecto retroactivo y que el Pase en el dispositivo realiza après-coup el Pase producido en el análisis.
Sobre el fin del análisis se fueron ubicando momentos en distintos tramos de su enseñanza. Mas allá del desarrollo freudiano de la roca viva de la penisneid donde se detiene Freud, Lacan indica un viraje crucial en el análisis cuando se puede sostener la pregunta ¿Qué objeto he sido para el Otro? En la Proposición afirma con claridad que no se confunda el pase con el fin de la transferencia. En el Seminario XI propone como posible fin poner distancia, la mayor posible, entre el Ideal y el objeto y la compleja identificación al objeto a. Y en L’Etourdit como síntesis del Seminario El acto psicoanalítico el analista quedaría reducido al objeto.
Todas estas ideas de fin de análisis distan de un fin terapéutico que tal vez podría ser entendido –o no– en ese feliz por vivir de las Conferencias de Yale o del progreso del L’Insu. Y eso en parte es cierto, son finales que apuntan a la vida del que fue analizante y no a su posición en el discurso.
Considerando algunos comentarios de Norberto Ferreyra, una buena síntesis la encontramos en la respuesta a la pregunta ¿qué objeto somos para el Otro? y su respuesta: poder saber que todos somos un objeto. Y el analista como obrero de la construcción llega a su fin de análisis si sabe qué hacer con ese objeto. Ese objeto que fue una amenaza libidinal ya no es una amenaza en cómo se vive la pulsión y por ende el significante.
Pero lo más importante es que al final del análisis el analizante ya sale en forma diferente a la que entró. En eso, en síntesis, reside que hubo analista. La pregunta que aquí nos convoca la enunciaría no como Pase y fin de análisis, sino como Pase y/o fin de análisis. Puede haber un fin de análisis sin que el que llegó a ese fin se decida a hacer el Pase. O puede el Pase no coincidir con el fin del análisis. O se pueda pedir muchos años después de ese fin. También se puede pedir el Pase para dar cuenta de ese momento lógico del análisis, que puede ser crucial para cualquiera que no se dedique al psicoanálisis en su vida cotidiana –los no analistas– pero que tenga deseo por hacer avanzar el discurso del psicoanálisis al que estuvo referido por su propia experiencia como analizante.
Me interesa considerar que si bien el Pase es una decisión personal, y hasta diría íntima, esa decisión conlleva una fuerte confianza en el procedimiento que Lacan inventó, y dar un testimonio de cómo se ubica en relación a su causa que es un vacío dando cuenta allí, en este pase a la posición del analista, del deseo del analista. Cuando Lacan plasma esto en el espíritu de la Proposición ubicando a aquellos que quieren hacer la experiencia del Pase, eso implica confiarse a gente en su testimonio que pueden estar en el mismo punto que él, que son debutantes como él en su función de analistas, ni veteranos ni didactas. La confianza está en poder escucharse en esa lógica de analista de su propio discurso, y la confianza como segunda instancia es el deseo de que ese testimonio pueda ser escuchado por otros. La posición frente a la falta es crucial porque en ese tránsito no hay ninguna garantía de nominación. A mi entender es solo la alegría y el placer de hacer válida esta experiencia y dar testimonio.
Si no se practicara en esta Escuela, que es desde los Estatutos según el discurso de Lacan, sería como remar en la arena.