Por Stella Maris Nieto
La modernidad y post-modernidad nos inunda de paradojas que en ocasiones nos hacen perder desorientados. Este mundo loco no deja de sorprendernos, pero en ocasiones, con el horror. Para recuperar en algo nuestro camino, les recuerdo que Lacan nos dice que la tragedia no se ha perdido en la modernidad, sino que ha cambiado de presentación.

Se trata de una  farsa en la que los héroes transitan hazañas irrisorias en situación de extravío. Como un aporte para leer en este tiempo, les hago llegar este breve texto que escribí hace unos años, y tal vez, pueda devolvernos un poco de humor.

Prólogo

La muerte de Dios y de la monarquía desorientó a los hombres, más acostumbrados a creerse dirigidos por un amo externo al que puedan culpar de los males que sufren.
La modernidad es un caos que busca en el pasado huellas que le sirvan para orientarse.
¡Padre! ¿Dónde estás? es el llamado que viene adjunto al reproche. ¿Por qué me has abandonado?

Introito

En una ventana del tiempo, personajes perdidos de su redil, se encuentran.
Vienen de distintas épocas y países, pero todos dan prueba de una búsqueda que es distinta, y es la misma. Buscan una salida al extravío que los abruma.
Y su búsqueda se transforma en quimera, aventura, demencia o destino. Errancias de un camino que resiste al duelo y se aferra a un pasado que no existe pero que es el fantasma que los acompaña y del que no pueden soltar su mano, por temer abrir la puerta.
Demasiado pensamiento impide el acto que los haría ex-sistir.
Cansada de tanto desvarío, asumo el acto de dirigirlos en un guión tal que, como amo de un texto, me libere del propio extravío, por las letras.

Cuatro personajes: Juana la loca, el Quijote, Juana de Arco y Hamlet. Se trata de una farsa, una forma del drama más acorde a nuestro tiempo, que retoma el eros del amor, donde la lengua llama a los hombres y mujeres a estar los unos con los otros, y una política se abre. ¿Una política? Los que hacen serán criticados, pero su tiempo no transcurre en vano.

Primer acto
Un encuentro de Eros

Juana, reina de Castilla y Aragón, deambula por los campos arrastrando el cadáver de Felipe el Hermoso, ya un esqueleto ceniciento. Huele mal… Mientras habla sola se cruza en un desvarío del tiempo con Don Quijote que busca a Dulcinea del Toboso.

Quijote: ¿eres tú, y al fin te encuentro? Dulce niña de mis sueños, deja de arrastrar tu oso y ven conmigo. Juana: ¿quién eres, si sola estoy? ¿Un espíritu?

Desvarío del autor anónimo: si algo huele mal, es en Dinamarca, creo que equivoqué el encuentro. Además ella lo confunde con un espíritu y como Hamlet se enfrenta al fantasma. ¿Cómo salgo de este brete? Veré si encuentro alguna puerta, ventana o chimenea para realizar el cruce….

Quijote: ¡Tanto has sufrido en esperarme que ya no crees en mi llegada! Pero al fin podrás descansar, yo voy a cuidarte, amada mía…

Juana: ¿Eres acaso tú, que vives como siempre he creído ¿ Entonces, qué arrastro?

Quijote: tus pesares, tus pesares…..Déjalos al fin porque he venido a salvarte.

Autor anónimo: vaya, vaya, parecen estar contentos. Las ilusiones los unen y tal vez no esté mal que prueben un rato.

Tras bambalinas se escuchan caballos y espadas….

Quijote: una batalla en ciernes, el deber me llama. Tendrás que esperarme, pero volveré a encontrarte.

Juana: apenas te encuentro y vuelvo a perderte. Es que he soñado?.

El Quijote parte presuroso con espada en mano y Juana vuelve a su lamento solitario, arrastrando los restos de Felipe de los que nunca se desprendió.

Segundo acto
Un encuentro de héroes

Tras una dura batalla Juana de Arco se sienta a descansar alejada de las tropas, mientras planea su estrategia siguiente.

Juana: Dios ¡debes ayudarme! no me abandones. Sigo el camino que me has señalado, ayúdame dándome fuerzas para continuar.

Quijote: Te ayudaré en la empresa. Cuenta conmigo mancebo.

Juana: ¿De donde vienes? ¿Qué raro traje llevas?

Quijote: nos une la misma espada y una justa causa, avancemos.

Autor anónimo: vaya, vaya, se ha confundido y lo cree un joven. Bueno, es que no se la ve muy femenina, pero  ¡qué chasco!

Marchan juntos y se pierden tras bambalinas.

Tercer acto
Un encuentro del destino

Hamlet deambula sumergido en pensamientos y fantasmas que lo torturan.

Hamlet: Rey padre, habla, ¡no me ahogues en esta ignorancia! Dime, por qué tus huesos posados en el féretro a tu muerte salieron del sepulcro y se han puesto en movimiento ?

Juana se pasea con el esqueleto de su esposo y se cruza con Hamlet.

Hamlet: Esos huesos, esos huesos…Acaso vuelven a su sepulcro? Quién los lleva?

Juana: es mi esposo y aún no ha muerto. No ves que me acompaña?

Hamlet: No te tortura su muerte? ¡Ya retozas con otro en su mismo lecho!

Juana: me ha engañado, pero haré oídos sordos. Todos quieren confundirme.

Autor: dos almas igualmente sufrientes y torturadas por la muerte, deberían

estar juntas y acompañarse. Cómo hacer que no desvaríen cada uno por su lado?

Hamlet: la muerte, la muerte es mi compañera…

Juana se turba y continúa su camino saliendo de la escena mientras Hamlet sigue sumergido en sus pensamientos

Cuarto acto
Un encuentro de locos

Juana se ha desmayado en el camino luego de vagar un rato al haber perdido el esqueleto de su esposo. El Quijote que deambula por el campo luego de una batalla que no logró comprender, la encuentra tendida y se acerca.

Quijote: Oh amada, por abandonarte estás sufriendo!

Mientras se acerca y la abraza entra Hamlet y creyendo que es el cadáver de Ofelia entra en duelo con el caballero al que confunde con Laertes.

Hamlet: yo la quise, déjala y enfréntate conmigo!

El Quijote algo turbado blande la espada y en ese instante aparece Juana de Arco.

Juana: si tenéis espadas es para dar batalla. Acompañadme que nos faltan

hombres para triunfar.

El Quijote marcha tras Juana, y Hamlet permanece con Juana que ya despierta de su desmayo.

Juana: has regresado, lo sabía, no podías abandonarme.

Hamlet: estás viva? Es que el destino me da la oportunidad de reparar mi daño?

Enajenados Juana y Hamlet se abrazan mientras cae el telón.

Autor: Dos héroes se encontraron en batalla y marcharon juntos, mientras dos

turbados han tenido ocasión de amarse.

Vaya entuerto!

De armaduras y de muertes, de amores y batallas. ¿No somos acaso algo extraviados como ellos?

Nos cuesta abandonar nuestros objetos, vemos lo que queremos ver y desconocemos.  Muchos nos embarcamos en batallas sin sentido.

Nuestros pensamientos nos aplastan y apestan. Y tras una armadura olvidamos que la vida nos espera porque el tiempo pasa.

No posterguemos nuestro acto. ¡Qué se levante el telón ¡

Y este Autor ya puede llevar su nombre.

                                                Cae el telón