Este libro es producto del Curso Intensivo Anual realizado en la Escuela durante el año 2016 y está en serie con otros cuatro libros, productos también de un Curso de Verano el primero, y los tres siguientes Cursos Intensivos realizados en la Escuela Freudiana de la Argentina. El primero se llamó: Melancolía, Perversión y Psicosis. Comunidades y vecindades estructurales, y le siguieron: La Fobia, un tiempo en la estructura; El cuerpo y sus avatares; El quehacer del psicoanalista; y ahora este que es el quinto: La pulsión en el lazo social. Todos ellos publicados bajo una edición conjunta de Ediciones Kliné y Ediciones Oscar Masotta. Lo van a presentar:

María Gabriela Correia:
A.M.E de la Escuela Freudiana de la Argentina.
Responsable de la Secretaría de Publicaciones del Directorio de la Escuela.
Inscripta en la Fundación del Campo Lacaniano.

Norberto Ferreyra:
Miembro Fundador con Masotta y otros de la Escuela Freudiana de la Argentina en 1974.
A.M.E. y R.F.T. de la Escuela Freudiana de la Argentina.
Cofundador de la Fundación del Campo Lacaniano y Presidente del Consejo de la Fundación.
Iniciador y convocante junto con otros de Desde Buenos Aires Retorno a Lacan.
Autor de numerosos libros, mencionamos el último: El decir y la voz.
Autor de numerosos artículos publicados en revistas internacionales.

Marta Nardi:
A.M.E de la Escuela Freudiana de la Argentina.
Responsable de la Secretaría de Enseñanza del Directorio de la Escuela.
Integrante del Consejo de la Fundación del Campo Lacaniano.

Comienza la Presentación María Gabriela Correia

La pulsión en el lazo social.

Encontraremos en este libro una articulación entre  lo clínico y lo social, sin tratarse por ello de  un análisis sociológico.

Los diversos autores, van trazando un recorrido donde sitúan, cada cual con su estilo, que lleva el sello de la EFA, el modo en que la pulsión conduce y orienta la relación con los otros. Coinciden en advertirnos que sin la pulsión no habría lazo social ya que ella es el resorte, el pivote de ese malentendido que caracteriza el encuentro con los otros. Ese encuentro está apoyado en una gramática: la gramática pulsional.

Encontrarán  compiladas allí, las exposiciones de destacados analistas, que no se reducen a ser un mero desarrollo  teórico, sino la transmisión de una posición discursiva, extraída de su práctica clínica.

Son varios los enseñantes. Mencionaré entonces un detalle de cada uno de ellos.

Clelia Conde destaca la función de das Ding como campo operacional que permite una distancia con el otro, con el semejante. Nos muestra cómo en esa  gramática pulsional que se juega en la relación con el otro, cabe destacar el énfasis  en las palabras que le dirijo al otro, en una deriva puede llevarnos desde la seducción al desprecio.

Introduce la literatura y una interpretación sobre Noches en Fitzrovia, de Julian Mac Laren Ross, de cómo en la escritura se pone en juego lo anal y el hacerse rechazar por el otro y el goce puesto en juego en dicha operación. Como no podía ser de otro modo, apela a la etimología para dar cuenta de la relación entre la limpieza, la propiedad y lo anal.

Osvaldo Arribas, con su estilo característico, en el que se transparenta el rigor de su posición y su deseo de enseñante,  apela a los cuatro discursos, para señalar que son esos los modos en que Lacan escribe el lazo social. La palabra adquiere valor dentro de un discurso.  Con ejemplos claros de la vida cotidiana, nos invita a un análisis de los afectos, como el amor y el odio,  que tiñen los lazos  con los semejantes.

Continúa la siguiente  clase Andrés Barbarosch, apoyado en un texto de Lacan  que bien podemos llamar prelacaniano: La familia. Allí el autor, con extrema erudición, nos pone en situación de los pormenores del contexto histórico en el que la enseñanza de Lacan transcurre en ese momento. Introduce una espiral respecto del Complejo del destete marcada por un trasfondo hegeliano que caracterizaba la formación de Lacan por ese entonces.

Luego Alicia Hartmann, partiendo de su indiscutible  experiencia clínica con niños, aborda el tema a partir de un texto de Lacan, Dos notas sobre el niño. Destaca los lazos de familia, que implican un modo de hablar, una forma peculiar de habitar la lengua y de ser habitados por ella. Nos orienta respecto de un modo de leer el síntoma en los niños, teniendo en cuenta la trama generacional en la cual se haya inmerso. Destaca las consecuencias clínicas derivadas del malentendido de las generaciones.

Alicia Russ, con profunda exactitud, abre la exposición precisando cuestiones metapsicológicas de la teoría freudiana. Los procesos inherentes a la operación de la negación  y su fracaso, son el pulmón de su clase. Respecto de la distancia necesaria para que el sujeto pueda nacer a la palabra, ejemplifica con un film: El juego del miedo para ubicar la importancia de las reglas cuando lo que está en juego es la vida.

Marta Nardi apela a Slavoj Zizek y su estudio de los retretes en Europa, para indicar que la ideología está presente hasta en la manera en la que vamos al baño y que esto no es sin la pulsión. Introduce de manera magistral el modo sutil en el que se articula el significante, la pulsión, el cuerpo y el deseo. En un pase de magia articula lo social con lo que sucede en un análisis respecto de la interrupción que da ocasión a que la pulsión quedé filtrada allí, y con ella, la presencia del analista.

Noemí Ciampa, en una impecable modulación, toca el tema de la relación entre el saber, la pulsión y el inconsciente como sede del saber no sabido. El vínculo entre el saber y el poder cuyo paradigma es la fe del perverso  en lo que sabe y que deriva, en el lazo social, en un abuso plausible  de ser puesto en acto entre quienes ocupan lugares de poder en las instituciones.

Jorge Linietsky continúa la exposición con su modo ávido de transmitir. Apoyado en la conceptualización winnicotiana de objeto transicional como primer punto de independencia subjetiva desarrolla el modo en que el sujeto se recorta del Otro. Las pinturas de Masaccio tituladas La expulsión del paraíso, serán el marco de brillante ponencia, donde el lugar de la vociferación de Dios indica el goce del Otro y la dimensión de imperativo que desliza en francés del yo oigo, al yo gozo.

Gustavo Pita nos habla del bienestar y la felicidad haciendo una lectura de Bentham y Aristóteles en articulación con el Seminario La ética y Encore: como no podía ser de otro modo, hace  una impecable referencia a la política, que no es otra que la de los seres hablantes. Interpela la noción de bienestar como eliminación de conflicto, ya que la vigencia de armonía es una fantasía que implicaría la desaparición de cualquier instancia de singularidad.

Úrsula Kirsch retoma la exposición de Gustavo Pita, partiendo del Principio de placer y un escrito inaugural, prínceps, de la obra freudiana como lo es el Proyecto de psicología para neurólogos dondeFreud ubica la experiencia de satisfacción alucinatoria y el encuentro con un semejante, Nebenmensch como punto de clivaje que posibilitará el  advenimiento de un sujeto y del armado del aparato psíquico.

Patricia Mora, se orienta a partir de Aristóteles y el Libro II de La retórica. Se trata de una lectura seria, en  la que  destaca la importancia en la polis griega de generar sentimientos en el auditorio que orienten las decisiones políticas en la asamblea. La envidia, la compasión y la piedad, afectos inherentes en la relación con el semejante en su dialéctica con la identificación. Concluye distinguiendo entre la noción de prójimo e imagen especular y cómo el sujeto se constituye a partir de una ausencia.

Noemí Sirota introduce a continuación el grafo del deseo en referencia con el fantasma. Esto le permite ubicar las diferentes situaciones de deseo en un cruce entre demanda y pulsión concernientes al lazo social. A partir de un recorrido que va desde Descartes a la Revolución francesa considera las modificaciones que se fueron gestando en el modo de considerar al otro como efecto de la imbricación entre el contexto político y la subjetividad de la época.

Verónica Cohen precisa lo que la pulsión  hace con el otro. Nos trae un clásico de Oscar Masotta: El modelo pulsional, y desarrolla una excelente articulación con los textos freudianos a partir de 1.920 que introducen la pulsión de muerte, lo destructivo como aquello inherente a la vida. Culmina con un ejemplo de su práctica clínica.

Y finalmente Norberto Ferreyra pone en relación los objetos pulsionales situando al falo en acción, sólo si el objeto a está en función. Nos conduce por las sutilezas de la lengua y del pasaje desde el francés al castellano, o viceversa, en el modo en que la gramática pulsional indica una posición del sujeto más activo que nunca cuando la pasividad de la gramática lo disimula. Del “fui golpeado” al “me hice golpear” que indica una positivización de la acción. El objeto a es el centro de su ponencia y está presente en todas las formas de la demanda, hace a la constitución de lo íntimo y lo éxtimo, sin lo cual no habría posibilidad de sujeto. Con la Banda de Moebius da cuenta de una manera clara eco de la alteridad en la constitución del sujeto. Culmina su clase diciendo- lo transmito de manera no textual- que hay un duelo que tiene que ser hecho, es lo que se hace al final de un análisis, esto le permite al sujeto estar con el otro sin reprocharle a ese otro …toda la fantasmagoría anecdótica…

Y ahora, continúan mis compañeros de Mesa. Le cedo la palabra a Norberto Ferreyra. Muchas gracias por la atención.

Continúa Norberto Ferreyra:

Bueno agradezco la invitación a presentar el libro con María Gabriela y Marta Nardi y también agradezco la invitación a participar de este curso que me hicieron Clelia Conde, Marta Nardi y Noemí Sirota que son las Coordinadoras del Curso en ese momento, en el año 2016. Yo me referí fundamentalmente, más allá de la excelente descripción que hizo del libro conceptualmente, María Gabriela (Correia), me voy a referir a lo que es la publicación de estas prácticas, porque no solo existen esta prácticas sino también El hilo en el laberinto, luego hay posibles libros, donde son varios autores acerca de una práctica en especial, eso es muy importante y hay que seguir haciéndolo. Pero eso no dice lo que piensa la Escuela, eso es algo sectorial, de un tema etc. Es decir, esto no es una revista de la Escuela, esto lo que señala es que hay cierta ausencia, que puedo explicar en otro momento, no es acá el momento, de que haría falta una revista de la Escuela, que ya no es un tema en especial, que puede ser un tema en especial, pero no es una práctica, si no es algo que hace a la Escuela misma como cuestión. Bueno, entonces me parece que tomar a estas publicaciones, ésta en especial, que yo voy a leer quién la hizo la publicación. No sólo los que la escribieron, los que la convocaron, sino también a los que la hicieron fácticamente, como por ejemplo, la revisión general fue de Verónica Cohen, María Gabriela Correia, Laura Fumarco y Marta Nardi; el diseño de tapa de Dante Sultani; el diseño de armado de Gabriela Cosín y la corrección de Adrián Taylor. Sin estos que hacen este trabajo no sale el libro. Pero lo que quiero decir fundamentalmente ahora sobre el tema y marcando que son necesarias este tipo de publicaciones: Son trece personas, es difícil que alguien compre un libro si escriben trece personas. No es de mucha venta, eso no importa tanto, pero sí importa cómo queda testimonio de algo que se hizo, eso ya es mucho y hay que seguir haciéndolo. Pero en el particular a este tema que lo eligieron Conde, Nardi y Sirota, es un tema importante porque es un tema que está dimensionado porque es el campo lacaniano. La pulsión en el lazo social es algo que no se podría decir ni hacer si Lacan no hubiera existido. Es decir, es un tema, una cuestión que está desarrollada y asentada en la existencia del campo lacaniano. El campo freudiano podría tomar esto. Esto de campo freudiano y campo lacaniano yo lo aclaro para personas que a lo mejor no están al tanto de la cuestión, no se trata de contradicciones, ni nada de eso, sino cuestiones suplementarias de distintos campos que hacen referencia a la transmisión del psicoanálisis, como la física clásica y la atómica etc. Lo que quiero destacar de este libro es que La pulsión en el lazo social aparte de que está desarrollado por trece personas de la manera que dijo María Gabriela, da un título de una dimensión que hace a algo que no existiría si Lacan no hubiera existido, el nombre de esta publicación. Eso me parece importante destacarlo y porque está tomando un concepto – pulsión – sin lo cual tanto como el inconsciente, el psicoanálisis no tendría razón de existir, no podría existir como práctica. Yo me acuerdo Oscar Masotta decía que hay cuatro cosas que hacen a una teoría analítica que son: la pulsión, el inconsciente y también una teoría sobre eso, hay otra cosa más. Pero los cuatro conceptos de Lacan que son: la pulsión, la transferencia, la repetición y el inconsciente, evidentemente que tratan justamente de armar ese campo freudiano, pero en ese campo freudiano, se puede hablar de la pulsión en el lazo social pero luego de haber estado Lacan, no antes y me parece que esto es importante porque es situar no sólo distintas transmisiones que se suplementan, no se complementan ni se contradicen, se suplementan, e indican prácticas totalmente distintas cuando uno analiza, totalmente distintas.

Bueno ahora le dejo la palabra a Marta Nardi que me dijo que ella tiene todo escrito así que está más tranquila.

Escuchamos a Marta Nardi:

De la lectura de trabajos provenientes de otros discursos se nos hizo evidente que el concepto de pulsión no estaba claro. La pulsión con frecuencia se encuentra reducida a los “bajos instintos” y a la “terrible” pulsión de muerte responsable de poco menos todas las calamidades que afectan a la humanidad.  La pulsión con su empuje constante, su eterna insatisfacción, su perentoriedad, su carácter parece una amenaza indomable que hay que tener a raya o en lo posible eliminar. Siempre empujando al más allá del principio del placer nos introduce en el  campo del goce. Pero tenemos que tener en cuenta que sin la pulsión no hay lazo social. Anclada en el cuerpo  y marcada por el significante es nuestro instrumento por excelencia para relacionarnos con el otro. Es más, es el único instrumento que bordeando nuestros agujeros corporales los hace zonas erógenas y como resultado de esa operación tenemos lo que llamamos con cierto júbilo “nuestro cuerpo”. Y sin cuerpo no puedo hablar y sin acceder al lenguaje -del tipo que sea- quedo reducido a ser solo agujero sin el otro, lo que podría ser tal vez una buena definición del autismo.

Una observación: Freud planteó tempranamente la problemática de la pulsión y el objeto. Con el objeto “a” introducido por Lacan – teniendo en cuenta que no es el objeto de la pulsión pero que posibilita la operación de los cuatro objetos pulsionales- se nos abren nuevas perspectivas que de algún modo u otro están tomadas en las clases de este Curso. El objeto se despliega en estas reuniones tomando diferentes lugares que hacen al decir analizante: objeto en la demanda, en el deseo, en el fantasma, en el espejo, en la pulsión, en relación con el otro y con el Otro, como plus  de goce, como causa, etcétera.

No es necesario buscar la pulsión en ningún lugar especial ya que ella anima nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, la materia fecal, material pulsional entre otros, es la base del don con, y a través del cual, se sostiene la relación con los otros. En esta misma vida cotidiana puede irrumpir nuestro placer y nos puede inundar de angustia, al mismo tiempo que ella -la pulsión- es la que nos hace hablar: es la materialidad de lo que llamamos goce fálico. Según Freud ella no ama ni odia pero no puedo amar ni odiar sin su soporte. Es lo que le hago al otro y me hago hacer por el otro: lo como con los ojos, lo escupo, lo destrozo cuando hablo, hablo poco o mucho, escucho poco o mucho…o me doy cuenta de todo esto y puedo imprimirle otra orientación a esta pulsión que me domina y sin la cual no puedo existir. No puedo existir, ni hablar ni pensar. Porque la pulsión de muerte es corte, separación. Le es necesaria al infans para separase del cuerpo materno y nos es necesaria para pensar. Nuestro registro simbólico se sostiene en las pulsiones: corto, separo y formo por la pulsión de vida, unidades cada vez más complejas. Por más sublime que sea nuestro pensamiento, siempre está sostenido por la pulsión, siempre es con ella que elaboramos las teorías más sofisticadas. Pensamos a partir de nuestras zonas erógenas, de los agujeros corporales que las pulsiones bordean o a partir de cualquier otra parte de nuestra anatomía ya que zona erógena es una parte de la corporeidad marcada por el significante. La operación de la negación hace el resto del trabajo para que podamos tener o soportar, depende del caso, nuestro simbólico, o mejor dicho, la parte del simbólico que nos recibe al nacer y de la cual tendremos que apropiarnos.

Estamos más o menos familiarizados con la idea que nuestro lugar en el mundo está en íntima relación con el deseo de nuestros padres pero deseo y goce pulsional no son tan fáciles de delimitar. Hay una distribución del goce en cada familia –tomado la distribución del goce freudiano como el antecedente del plus de gozar lacaniano y hay variaciones históricas y culturales también- que le da su rasgo distintivo. Es necesario tener esta cuestiones en cuenta ya que nos puede ser de gran ayuda a la hora de trabajar con las nuevas formaciones familiares, donde aun siendo nuevas, se sigue regulando el goce y haciendo o no pasar el deseo. Desde el trabajo de Lacan titulado La Familia hasta Dos notas sobre el niño la preocupación por la trama que nos recibe se halla presente.

Es este simbólico el que se pone a funcionar en la dirección de la cura y su trabajo en la transferencia está regido por el saber inconsciente. Cada vuelta del saber, cada repetición que se juega en la transferencia implica una pérdida de goce, una pérdida del poder del saber y del significante que nos enferma, una pérdida de la dimensión gozante del superyó.  Es a esa pérdida a la que apostamos, a restablecer el placer a expensas del goce que retorna en el síntoma. Una observación  en relación al saber y el poder: cualquier otro que pretenda erigirse en ley es un impostor y anula o intenta anular lo que llamamos la castración simbólica ya que solo la castración del Otro puede hacer advenir la ley. Por el solo hecho de hablar hay un goce que está interdicto y esta interdicción proviene del Otro castrado.

Se suele considerar a la pulsión como sinónimo de malestar al interferir sensiblemente con el equilibrio yoico y atentar contra su unidad en tanto   que la tensión se plantea entre la parcialidad irreductible de la pulsión y el intento unificador y narcisista del yo.

¿Pero cómo podemos hablar de malestar sin hacer referencia a lo que entendemos como bienestar? Bien, bienestar, felicidad ¿son sinónimos? Lacan establece una interlocución y marca diferencias con Aristóteles sentando las bases de un cuestionamiento de la idea del bien desde el psicoanálisis mientras que en los textos freudianos nos encontramos con influencias, cruces y relaciones con autores como Jeremy Bentham y Thomas Hobbes. En nombre del bien común, o del bien para la mayoría, se han hecho desastres en al campo social. ¿De qué manera la idea que tengamos del bienestar nos puede llegar a interferir como un prejuicio en la conducción de la cura? Muchas veces lo que el sujeto considera su bien puede llevarlo a su destrucción.

¿De qué manera el bien cubre, obtura la dimensión ética del deseo?

Sigamos con las preguntas: ¿cuáles son las emociones o sentimientos que rigen mi relación con los otros? Sólo algunos de ellos, envidia, compasión, piedad, nos relacionan con los otros vía la identificación en tanto nos compadecemos de aquél que ha sufrido o sufre de algún mal que nos puede afectar mientras que la envidia goza con el infortunio del otro.

Estos afectos, transformaciones de la pulsión, no destinos pulsionales, también hacen a una política y una política pública con relación a los pobres y los miserables. Es evidente que la pulsión está presente en el lazo social. Aún la envidia, en relación a la pulsión escópica y la mirada, tiene su lugar aunque a veces el resultado sea la destrucción del objeto. Aun así, la envidia es necesaria en la relación entre los hablantes. La manera en que se tramita el encuentro entre los significantes y el cuerpo, es decir el modo en que somos afectados por el lenguaje, dará como resultado la manera de hablar en cada momento del desarrollo de la sociedad.

Si han seguido la lectura de estas clases en el orden de presentación -no necesario pero aconsejable- recordarán las diferencias trabajadas entre el semejante, el prójimo, el otro y el Otro y lo trabajoso que es para el hablante instituir a ese otro como otro radicalmente diferente y no asimilable a los intereses del yo. Es fundamental que se instale la dimensión del otro para reconocer lo que la pulsión nos hace hacer y nos hacemos hacer teniendo a ese otro como soporte. Ese otro es un objeto o está en el lugar del  Otro, pero no cualquier objeto ni el objeto en cualquier posición. Cada vez que hablamos la gramática pulsional está puesta en juego. Delimitar el objeto que orienta la transferencia es una forma de trabajar con la pulsión. Es el fundamento de la dirección de la cura. Tener en cuenta que cada recorrido de la pulsión, cada tour pulsional implica una pérdida anotada como plus de goce, pérdida repetida porque ningún objeto puede satisfacer a la pulsión ni puede ir a llenar el lugar de la falta organizado por el falo.

Y aquí otra pregunta que se nos presentó más de una vez: ¿qué es primero el significante o la pulsión? La primera repuesta es que si hay uno hay otro, no hay pulsión sin significante ni significante sin pulsión. Esta relación está trabajada más puntualmente en las dos últimas presentaciones donde se nos presenta por un lado una nueva formulación de la metáfora y por otro la importancia del objeto voz. La voz es la encargada de hacer resonar en el cuerpo, de hacer eco en nuestra corporeidad, eco del hecho que hay un decir. Esta es otra manera de hablar de la pulsión.

Entre lo íntimo y lo éxtimo es posible albergar a ese otro, albergar la diferencia que hay entre uno y el otro, ese otro éxtimo presentifica un goce rechazado por mí. Por ese otro puedo tener noticia del goce que me vuelve en el síntoma y poner a mi servicio el goce de la palabra.

¿Hay una posibilidad, sin ser el amor de los lirios del campo ni el amor de “todos nos queremos”, ni el “amaos los unos a los otros” -de la unidad narcisista-, de una relación con el otro donde esta diferencia pueda sostenerse? ¿Hay alguna posibilidad de que la pulsión se convierta en nuestra aliada y no en una amenaza constante? ¿Podríamos perderle el miedo a su empuje y a su fuerza y usarla en nuestro favor?

A lo largo de estas clases van a encontrar respuestas a estas preguntas que consideramos fundamentales. Ellas orientarán la dirección de la cura apoyada en la transferencia. No hay una sola repuesta, y si se encuentra una, deberán estar atentos a los matices y singularidades. En advertir y conservar esos matices consiste nuestro saber hacer como analistas.