Por Miriam Allerbon
Ernesto Neto Soplo en el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires)
Retrospectiva de este autor nacido en Rio de Janeiro en 1964, reúne casi 60 obras a lo largo de 40 años de trayectoria.
Entrar a la exposición, nos coloca en un espacio expositivo, ya que no se trata de obras para apreciar, sino de una experiencia a recorrer, sus esculturas son para ser transitadas, tocadas, escuchadas, admiradas desde distintos ángulos, recorridas en diversos sentidos y se prestan para jugar con otros, por ejemplo a tensionar unas redes como ponchos unidas en el centro y que requieren de tres personas para ponerse en funcionamiento.
Las acciones que se generan en esta muestra ponen en juego el cuerpo como elemento indisociable de la muestra, la percepción de un interior exterior nos lleva directo a la banda de Moebius y a la concepción freudiana del cuerpo, dice Freud en “El yo y el ello: el cuerpo propio y especialmente su superficie es un sitio del que pueden proceder percepciones externas e internas… es visto como un objeto ajeno… el cuerpo propio se recorta desde el mundo de la percepción.”.
En unas Jornadas Primavera escribí un trabajo, del cual extraigo algunos párrafos:
Entonces ¿qué cuerpo en el análisis?, cuando un paciente llega a consultar a un analista, se le pide solo una cosa: que hable.
Que deje en suspenso ese cuerpo que traía para poder expulsar algo de ese goce que lo habita, al buscar las palabras que digan algo acerca de él.
En suspenso porque no se puede hablar sino es con el cuerpo, la materia con la que contamos para poder hablar es la voz, que también es un objeto, correspondiente a la pulsión invocante, pero también es lalengua, o sea lalengua que ese cuerpo habla.
En este sentido el cuerpo es atravesado por lalengua, pero cuando hablamos de un primer encuentro con el universo del lenguaje, decimos organismo, en el análisis, se produce otro encuentro, éste es con lalengua, con el inconsciente, y de éste encuentro nadie sale de la misma manera en que entró, si es que puede escucharse, y para esto es necesario otro cuerpo, el del analista, para prestar su cuerpo y dejarse atravesar y hacer semblant de objeto para que ese paciente pueda transformarse en analizante.
Y en ese atravesamiento al encontrarse con la diferencia sexual, tendrá que tomar una decisión respecto a su posición, cuestión compleja , que según creo se continuará tomando frente a cada encrucijada de la vida, para decirlo de otra manera : hablamos sobre lo que gozamos o sobre lo que nos hace ser sujetos de goce y nuestra posición en tanto hacer gozar al A o ser sujetos del goce fálico, y que esto posibilite la aparición del deseo con su consecuente angustia, se plantea cada vez que algo del deseo nos convoca y requiere de una nueva apuesta, si no se apuesta nada, nada se recibirá, puesto que según lo que leímos con Sade.
“nada es más contrario al goce que la gratuidad”. Hasta aquí el trabajo de aquella Jornada.
La sexualidad y la diferencia sexual entran en juego en la experiencia de atravesar un interior que podría ser de la genitalidad femenina y encontrarse con lo que cuelga en su interior con muy distintas expresiones.
Resulta inevitable encontrarse con las concepciones del cuerpo tubo que forman parte de los dibujos infantiles y los orificios que invitan a sacar las manos ponen de manifiesto la construcción de agujeros como bordes libidinizados.
Así esta muestra nos invita a conectar nuestro cuerpo y la experiencia que tenemos de él,para encontrarnos con el placer de lo lúdico ,si es que somos capaces de renunciar a la apariencia seria de estar en un museo y sacarnos los zapatos, joyas, carteras, celulares y pasar a formar parte de esas estructuras colgantes y en un delicado equilibrio, ya que varias de ellas se sostienen de contrapesos .
Pensaba en la experiencia del análisis y su similitud con lo encontrado en el recorrido de la muestra, es una experiencia que no se puede contar, hay que transitarla dejarse llevar por la repetición en la deriva de la pulsión, enterarse del trabajo de ir de un Otro al otro, y de la necesariedad del tres.
Por otro lado el autor nos introduce en la escucha a través de unas telas tejidas colgantes que “suenan” mientras pasamos dentro de ellas, toda una metáfora de dejarse atravesar por lo que se escucha sin saber que vamos a escuchar cuando ingresamos al dispositivo.
Realmente esta muestra se trató para mí de una experiencia, una invitación.
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