Si me detengo en la palabra “transmisión” que lleva el título del texto, hay algo que es intransmisible. Me refiero a como cada uno recibe, escucha, lee, lo que otro le dice. En ese “dar y recibir” algo del don está en juego, por lo tanto, de la falta.
La transmisión toca el cuerpo, lo conmueve por estar atravesado por la falta. De lo contrario no transmitiría, informaría.
Pero claro, lo que conmueve no es algo masivo, incumbe a lo particular. Entonces, ¿qué hacemos hoy todos nosotros aquí? Posiblemente haya algo relativo al deseo que transporta el discurso del psicoanálisis, o vaya uno a saber qué…
Como el texto aborda, definir cuál es la causa, los famosos por qué, la pregunta sobre el origen, son estos inhallables que no mueven los hilos del sujeto. Sí, aquello que hace que alguien palpite.
Nos encontramos entonces, en la dimensión del objeto en su cruce con el significante; o viceversa.
Norberto dice, “el psicoanálisis es un discurso que se ocupa de que cada uno se apropie de su enunciación, que no busque su origen, que no busque el por qué, para salir de ese “encierro protector”[i]
A propósito de la causa, destaco la lectura clínica que realiza del objeto a en su doble vertiente: como causa, como plus de gozar; agrego: como posibilidad e inconveniente. De allí se desprenden valiosas “sutilezas de experiencia”, que ayudan a pensar el trabajo diario.
Vuelvo. No es que no importe la causa, sino que importa que algo ocupe el lugar de causa. Ocupe sin llenar.
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