Si me detengo en la palabra “transmisión” que lleva el título del texto, hay algo que es intransmisible. Me refiero a como cada uno recibe, escucha, lee, lo que otro le dice. En ese “dar y recibir” algo del don está en juego, por lo tanto, de la falta.
La transmisión toca el cuerpo, lo conmueve por estar atravesado por la falta. De lo contrario no transmitiría, informaría.
Pero claro, lo que conmueve no es algo masivo, incumbe a lo particular. Entonces, ¿qué hacemos hoy todos nosotros aquí? Posiblemente haya algo relativo al deseo que transporta el discurso del psicoanálisis, o vaya uno a saber qué…
Como el texto aborda, definir cuál es la causa, los famosos por qué, la pregunta sobre el origen, son estos inhallables que no mueven los hilos del sujeto. Sí, aquello que hace que alguien palpite.
Nos encontramos entonces, en la dimensión del objeto en su cruce con el significante; o viceversa.
Norberto dice, “el psicoanálisis es un discurso que se ocupa de que cada uno se apropie de su enunciación, que no busque su origen, que no busque el por qué, para salir de ese “encierro protector”[i]
A propósito de la causa, destaco la lectura clínica que realiza del objeto a en su doble vertiente: como causa, como plus de gozar; agrego: como posibilidad e inconveniente. De allí se desprenden valiosas “sutilezas de experiencia”, que ayudan a pensar el trabajo diario.
Vuelvo. No es que no importe la causa, sino que importa que algo ocupe el lugar de causa. Ocupe sin llenar.
Lo desarrolla también como la diferencia entre lo dicho y lo escuchado, entre el enunciado y la enunciación. La importancia de hacerle lugar a la diferencia que se juega entre uno y otro, por efecto del objeto a. Diferencia que se echa a rodar desde la entrada al lenguaje entre el sujeto y el Otro, como en el devenir del análisis entre el analizante y el analista.
Mencionaré a continuación resistencias, que me suceden algunas veces al estudiar psicoanálisis, ya sea porque las repito o las escucho de otros – por lo tanto me atañen -; y en ese trabajoso vaivén, voy tomando posición. Me refiero a la relación que uno va tomando con los conceptos del psicoanálisis, que creo, van de la mano de los distintos momentos lógicos de la formación de cada uno. Resistencias entendidas como “un mal necesario”, que a veces, abren puertas. Serían:
- repetir aforismos lacanianos sin detenerse en cómo están hechos
- entrar en cierta valorización, por ej.: “ hay que ir por el lado de lo real, no por el sentido”
- ingresar en el encierro de un pensamiento binario: deseo / goce, pulsión de vida / pulsión de muerte, alienación / separación
Pequeña digresión: no puedo tomar el libro que comento como un producto aislado. Me vienen otros textos del autor, que sin perder su trazo, datan además de la transmisión de la EFA en su conjunto. El lazo en acción.
En fin, su lectura me ayudó a “ablandar”, “agujerear” algunas de las trabas mencionadas. En este punto es un libro articulador, que hace del obstáculo oportunidad.
Acerca un modo de leer, que habla del cómo, sin decirte cómo. Donde la propuesta del cómo, queda abierta para cada sujeto.
Se desprenden tonos de transmisión sobre conceptos fundamentales que hacen a nuestra práctica, y con cada uno, realiza un giro relativo a la posición del analista.
En efecto, el goce, el superyó, el registro imaginario, no quedan enfrascados en algo “bueno o malo”, sino que su modo de abordarlo, humaniza.
Detalles que se vislumbran en las “formas de decir del autor”, en expresiones, como ser: “esto es inevitable”, “a todos nos pasa esto”.
Subrayo también el tratamiento que hace de los conceptos, en cuanto a: la precisión, la decisión, la no clasificación y el ensamble.
Cuestiones que apuntan a la cualidad y no a la cantidad. Cualidad, divino tesoro, rasgo de la pulsión, del deseo, del goce, expresadas en un modo de escritura, donde la teoría se pone en acto.
Saca la cáscara de los conceptos sin romperlos. Los “pone a trabajar” de una forma terrenal, manteniendo la distancia necesaria que permite que algo del concepto caiga para su apropiación.
No se trata de una corrección pulcra de los términos, sino del “uso” de los mismos. Forma, “la del uso”, que se corresponde con el lugar que ocupa el analista en la conducción de cada análisis, en el punto que el analista “se deja usar”.
Esto nos acerca a una forma de trabajo como analistas posible, vigente y vivible, sin perder el foco en la complejidad y seriedad que nos concierne.
Para finalizar, mi sensación al terminar la lectura del libro. Si bien hay varios pasajes de los que no me logro apropiar, podría adentrarme sobre:
¿Qué engaña del acto analítico?
¿Cuál es la relación entre la asociación libre y la pregunta del “qué quieres” del grafo?
Y la que más me resuena, el blanco: ¿qué lugar ocupan esos pasajes del libro de los que no me logro apropiar?
Florencia Arias- abril 2021
[i] Ferreyra N. Transmitir la transmisión. Ediciones Klinè. Buenos Aires. 2021
Palabras pronunciadas por Florencia Arias el día 24 de abril de 2021 en la presentación del libro Transmitir la transmisión, de Norberto Ferreyra.
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