Por M. Cristina Curuchelar

Para comenzar, quiero expresar públicamente mi agradecimiento a la EFA por la orientación obtenida en estos años en los espacios de lectura y discusión de textos y en los seminarios.

Este trabajo es consecuencia de las cuestiones que se vienen relevando en el grupo de lectura del que participo este año[1], cuestiones  en las que me sentí concernida.

Me pregunto: dado que leemos con otros, ¿de qué modo lo hacemos? ¿lo hacemos en la suma de lecturas de cada uno o en la pregunta que surge del cruce de posiciones de lectura que allí se sostienen  y que nos convoca a tomar posición?

El psicoanálisis nos enseña que si hablamos divididos por el lenguaje, el deseo, que es su consecuencia, nos vuelve responsables de lo que decimos y de las formas de traicionarlo.

El  síntoma, entendido como condición de existencia para todo ser hablante, implica aquello que sitúa al sujeto respecto de su modo de vivir en relación con los otros.

La consecuencia sintomal de un psicoanálisis no absuelve al sujeto, ni lo culpabiliza.

Al rehusar  su inocencia, el analizante disuelve su sentimiento de culpabilidad, porque reconoce así en su síntoma su implicación.

El gran Otro me pone en cuestión, me causa, no puedo hacer nada para romper esa captura, salvo comprometerme en ella y encontrar allí mi propia respuesta.

En el texto “La perversión y sus derivas”, Norberto Ferreyra nos recuerda que “lo real del síntoma no es su ideología…” y agrega algo que quiero destacar. Dice: “…siendo la ideología aquello que fabrica el rehusamiento…  rehusamiento que puede ser practicado en la política”.

Como ejemplo de esto, Ferreyra comenta  una clase de “La lógica del fantasma”  donde Lacan  nos  recuerda a Vietnam.

Cito a Lacan: “…. vale más, de tiempo en tiempo, ser rechazado que ser aceptado demasiado rápido… Por qué estaría en la naturaleza de las cosas, en su curso, hacer siempre lo que hace falta para ser admitido, suponiendo que ser admitido es siempre beneficioso?… tal cosa puede pasar en el mundo… tal como  pasó en un pequeño distrito del sud-este asiático… hay gente que no quiere ser admitida en los beneficios del capitalismo,  y prefiere ser rechazada… habrá quizás un momento en que se volverá a una sana  percepción de lo que Freud ha descubierto, se dirá, no digo la política es el inconsciente, simplemente: el inconsciente es la política…”[2] .

Esta afirmación que hace Lacan me interroga respecto a su alcance.  Es importante tener en cuenta que la hace en mayo de 1967, año de la mayor invasión militar a Vietnam.

Considero que cuando Lacan utiliza las categorías freudianas, como la de inconsciente, pulsión u otras, o la de “discurso” y se pregunta  cuáles son las condiciones de la perversión del discurso amo de su tiempo, lo hace de una forma que consiste en sacar las consecuencias que entrañan y que afectan el fondo de nuestras relaciones con el mundo.

En el texto de Norberto Ferreyra, que estoy tomando como referencia[3], y según mi lectura, se sitúa la posibilidad de considerar a la ideología como aquello que puede fabricar el rehusamiento a las ficciones propias del discurso capitalista, en su afinidad con la ideología de la ciencia, definida por Lacan en “Radiofonía” como “ideología de la supresión del sujeto”.

Cabe una pregunta: ¿hoy en día contamos únicamente con ideologías? ¿ya no existen mitos contemporáneos? ¿y el arte… qué función cumple?

Hubo y hay artistas críticos para quienes el arte es una forma particular de experiencia que nos permite percibir el funcionamiento de las ideologías como una fuerza material activa que organiza la vida práctica de los seres humanos.

El teatro cumple esta función de poner en escena, de “hacer ver” la dimensión discursiva propia de los vínculos humanos.

Es por esto que voy a tomar como referencia una obra de teatro.

Se trata de  ”Santa Juana de los mataderos”, de Bertolt Brecht, siguiendo algunos comentarios que hace Pierre Bruno de la misma en su libro “Lacan pasador de Marx”.

En él este autor toma dos obras: “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” de Robert Louis Stevenson y “Santa Juana de los mataderos” de Bertolt Brecht. Escrita en 1931, entre la gran crisis económica, social y financiera de 1929 en América y la toma del poder por Adolf Hitler en 1933.

De acuerdo a Pierre Bruno, la pareja Jekyl/Hyde de Stevenson, y la pareja Juana Dark/ Pierpont Mauler de Brecht, “resultan apropiadas para representar, bajo la forma de un nuevo mito literario…  ese rechazo de la división subjetiva… lo que implica rechazar la relación con el inconsciente”.

Y agrega Pierre Bruno :

 “En mi libro, he querido examinar la tesis de una sustitución…operada por el discurso capitalista… que consiste en que la división del sujeto queda sustituida por la escisión del sujeto”.[4]

Este autor se propone indagar la relación entre castración, división subjetiva y síntoma. Tomo dos preguntas que él plantea en su texto:

1-¿Se trata de plantearnos salir del capitalismo, o más bien, hacer que éste salga de nosotros?

2-¿Es factible una doctrina no patológica del síntoma sin la división subjetiva?

Postula la “necesidad de una operación sobre el síntoma, mediante una experiencia que puede ser un psicoanálisis, aunque no exclusivamente, para revitalizar el síntoma en relación a su envite de partida: materializar una diagonal de libertad entre la voluntad de goce del Otro y la del sujeto.”[5]

Me referiré entonces a “Santa Juana de los Mataderos”, de Bertolt Brecht (1898-1956)

Esta obra de teatro no está dividida ni en actos ni en escenas sino en trece partes, numeradas con cifras romanas, de extensión muy desigual.

El estreno de Santa Juana no se produjo en vida de Brecht. El 11 de abril de 1932 la Radiodifusión alemana transmitió una versión abreviada de la obra, que sólo mucho más tarde, en 1959, subió a escena en Hamburgo, en una representación dirigida por Gustav Gründgens.

Pierre Bruno nos ofrece algunas claves de lectura para abordar esta historia y sus dos personajes principales que son Pierpont Mauler rey de la carne en el reino de Chicago y Juana Dark, teniente de Los Negros Sombreros de Paja[6].

La obra describe una crisis en el  capitalismo de ese momento  y, en particular, las acciones de los hombres durante esta crisis.

Brecht aborda la historia desde las decisiones y acciones de  los personajes. El punto de vista del autor se esfuerza por construir un modo de representación que ponga en escena una distancia crítica con respecto a cada personaje como “individuo”. Esto permite que la trama de relaciones escenificada actualice, en una situación particular, una serie de posiciones dentro de una determinada estructura social.

La pareja central: Juana, la activista religiosa y Mauler, el capitalista, constituye una unidad en la cual la escisión entre ambos impide la división de cada uno. Esta escisión es el verdadero tema de la obra.

En la relación entre estos dos personajes se encarna la trama ficcional de la ideología en la que respira el capitalismo, o más exactamente, su discurso.

Por medio de esta trama se descubre como esta escisión priva al sujeto de su relación con la dimensión ética del deseo inconsciente.

Juana ofrece su colaboración a los obreros sin trabajo, que están organizando una huelga general. Los obreros piden que se reabran las fábricas. Confían a Juana la entrega de una carta. La especulación se desencadena en la Bolsa de la Carne… ella confía en que se restituirá el trabajo y esto la lleva a traicionar la lucha obrera, pues decide no entregar la carta.

Con respecto a Mauler, el capitalista que monopoliza la producción y distribución de la carne en los mataderos de Chicago, es difícil saber, en lo que concierne a sus decisiones y acciones, si obedece a la “ley del corazón”, lo que Juana designa “compasión hacia los obreros”; o bien si actúa por el mandato de las leyes de la Bolsa, que le llegan gracias a las informaciones que le envían sus amigos financistas de Nueva York.                                                                                                                                

Pierre Bruno hace su lectura de este personaje. Según ésta, el “envite de la razón práctica” se juega en la dimensión de la curva de fluctuación de la Bolsa de Chicago,  que gobierna directamente las decisiones de Mauler en vistas de un objetivo que es siempre el mismo: el dinero, incrementar el valor de su capital. Las decisiones de Mauler estarían determinadas por el cálculo financiero, completamente independiente de su persona, de su psiquis.

Me centraré brevemente en Juana. ¿Encarna ella un límite a la escisión?

Es aquí donde este “mito literario” por la vía del teatro, pareciera querer hacernos  escuchar lo que no anda y darle lugar.

Juana hace un intento por salvar a los obreros y los humildes dentro del orden capitalista… ella lucha pretendiendo dominar el bien y erradicar un mal, y cree que hay que seguir la palabra de Dios para lograrlo.

Sin embargo, los dirigentes obreros han sido encarcelados, la huelga general que amenazaba a la ciudad de Chicago ha sido sofocada, interrumpida a causa de una carta que Juana decidió no entregar.

Al enterarse de la noticia del fracaso de la huelga general a través de los periodistas, Juana se desvanece y luego enferma y muere.

Llegamos al desenlace, parte XIII, titulado: “Muerte y canonización de Santa Juana de los Mataderos”.

Mauler, el capitalista y Slift, un especulador, son los primeros en darse cuenta del partido que se puede sacar de quien fue la heroína de la clase obrera, transformándola en la figura mediática y religiosa del exorcismo del mal en torno a la cual debieran  unirse obreros y capitalistas.

Juana, antes de morir, dice:

“Aprendí una verdad que es válida para todos y voy a decirla ahora que estoy muriendo: ¿Para qué sirven todos los buenos sentimientos si no se traducen hacia afuera? ¿Qué importa toda la sabiduría de ustedes, si lo que saben no da frutos? Y yo misma, ¿qué he hecho en mi vida? Nada… ¡Oh bondad sin consecuencias! ¡Sentimientos que no dejarán ninguna huella!.. No basta haber sido buenos, sino también abandonar un mundo bueno.”

En este personaje se encarna el conflicto. Juana luchaba pretendiendo dominar el bien y erradicar un mal. Y ahora  rehusa aquello mismo que la cautivó.

Porque se siente concernida en la relación con los otros, al convocarla a decir y actuar le abren la dimensión del gran Otro y hace la experiencia de ese límite interior en la relación con su deseo. Y allí se le revelará que el mal no le es ajeno.

Cito a Lacan: “En toda experiencia humana, esta zona siempre es arrojada más allá de la muerte, porque el ser humano común regla su conducta sobre lo que hay que hacer para no arriesgar la otra muerte, la que consiste simplemente en hincar el pico.”[7]

Los fabricantes dicen: “El resultado es magnífico cuando el espíritu celebra una alianza con los negocios”.

Graham, otro de los fabricantes dice: “Lo que habrá que vigilar muy estrechamente es que sólo pasen a la circulación sus discursos… razonables. No debemos olvidar que estuvo en los mataderos.”

Es claro que la moral del poder, al servicio de los bienes, requiere que los deseos inconscientes, insensatos, imposibles, acallen su voz.

Juana muere y  Mauler pronuncia el discurso que se espera de él: un himno al “alma buena”.  ¿En qué se convertirá Mauler tras la muerte de Juana? Tal vez en el converso de un nuevo culto  al mismo tiempo que en el más rico de los capitalistas.

En este punto el drama de Brecht adquiere una dimensión trágica, y no ya simplemente dramática, para exponer la contradicción humana fundamental  sin enjuiciarla ni resolverla.

Brecht plantea un indecidible que solo puede decidir el compromiso del espectador-lector que asiste a esta puesta en escena.

Cito este final,:

MAULER: ¡Ay, mi pobre pecho está partido en dos, como si tuviera un puñal hundido hasta la empuñadura! Pues cuando una parte me impulsa hacia ideales nobles y generosos… ya la otra parte me arrastra hacia tráficos viles.

TODOS, a modo de coro, como en las tragedias: Hombre, dos almas opuestas moran en tu pecho. No intentes elegir una de ellas, pues debes conservar las dos al mismo tiempo. Permanece siempre en pugna contigo mismo. Tienes que ser ese ser único y siempre dividido…

En su exordio final, que es un elogio de la división contra la escisión, Brecht toma posición dándole a la obra una forma tal que les pareció “herética” a los marxistas ya que nos deja en las puertas del juicio ético.

Lacan define la cuestión ética como un juicio sobre la acción.

Extraño nudo entre el deseo y la muerte se teje en este desenlace.

Desenlace que torna interesante a esta obra siempre que no saquemos conclusiones demasiado  apresuradas.

¿Cómo leer la decisión de Juana?  ¿Síntoma del capitalismo, como tal vez lo entendería Marx?[8]

Considero que Freud con Marx introdujeron una cuña de sana incertidumbre

a esa versión del capitalismo como “la religión de la mercancía” indagando en esas “ilusiones sin porvenir”.

Marx ha sostenido que toda crítica de la ideología política debe comenzar necesariamente por una crítica de la religión.

La fuerza explicativa de la crítica de Marx y los fundamentos del psicoanálisis a partir de Freud y Lacan siguen siendo, para mí, un “entretejido” necesario, del que extraer nuevas consecuencias.

La idea de un mal radical como antagónico de la ley moral se disuelve en la modernidad.  Freud nos señala una nueva era más allá del principio del placer. La moral no se arraiga en el placer sino que avanza en su contra. Siendo lo real el imperativo que nos ofrece una orientación.

Me gustó mucho esta obra de Brecht, comprometida con el malestar de nuestro mundo en este caso, malestar afectado por esta “alianza del espíritu con el mercado”, según las  palabras de uno de sus personajes. Lo que podríamos traducir como la “religión del dinero”.

Luego de haberla leido,  y luego de ponerla  a dialogar con los textos que tomé como referencia, me surgió esta pregunta, que quiero compartir:

Esta pareja, Juana y Mauler , ¿no tienen algo de la pareja de la heroína y el hombre común?

En el final del Seminario 7, Lacan dice: “Opuse la última vez el héroe al hombre común y alguien se ofendió por ello. No los distingo como dos especies humanas, en cada uno de nosotros existe la vía trazada para el héroe y justamente la realiza como hombre común”.

A los personajes de esta pareja los anima, según mi lectura, ese “hálito de otro mundo”[9], que les otorga los rasgos fundamentales de otras figuras que,  anticipadamente,  trazaron para nuestra cultura  la vía de los dramas del deseo y la acción, para cualquier sujeto.

Textos de referencia:
-Sigmund Freud: Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. Lección XXXI (1933)
-Jacques Lacan: Seminario 7 ( 1959-1960) “La ética del psicoanálisis” “Radiofonía” (1970) “Televisión” (1974)
-Bertolt Brecht: Teatro completo VI: “Santa Juana de los Mataderos” (1931)
-Pierre Bruno: “Lacan pasador de Marx” (2010)
-Norberto Ferreyra: “La perversión y sus derivas” (2013)
-Osvaldo Arribas: Seminario 2013 FCL “Tiranía del sexo y democracia sexual”. Intervención en 5°reunión (19/10/13)
-Stella Maris Nieto: “Del mal y la cosa política” en La Mosca N° 19/Agosto 2011.


[1] Grupo de lectura: Los desvaríos del goce. Coordinan: Osvaldo Arribas y Gustavo Pita
[2] Jacques Lacan. Seminario 14 “La lógica del fantasma” Clase del 10 de mayo de 1967.
[3] Norberto Ferreyra. “La perversión y sus derivas”.
[4] Pierre Bruno. “Lacan pasador de Marx”.
[5] Idem pág 138
[6] Similar a la ONG “Ejército de Salvación”, organización de beneficencia social privada cuyo Cuartel General Internacional está en Londres.
[7] Jacques Lacan: “Las metas morales del psicoanálisis”. Seminario 7
[8] Para Marx las crisis económicas y sociales determinan, por la lógica del propio sistema, lugares límites donde la verdad del sistema social irrumpe y al mismo tiempo se disimula en determinados fenómenos.
[9] Bertolt Brecht: “Santa Juana de los Mataderos”. Parte III “Pierpont Mauler percibe el hálito de otro mundo”


Trabajo presentado en la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis. Buenos Aires/ Octubre 2013.