Por María Cristina Bacchetta
¿Es posible pensar los acontecimientos históricos, al modo en que pensamos la historización del sujeto en análisis? ¿Implicaría esto pensar un sujeto de la historia? El psicoanálisis no es una cosmovisión, pero el concepto de inconsciente, su método, su lectura, han ido entramándose en otros paradigmas discursivos desde hace muchos años.
Comenzaré por la primera frase que disparó lo que luego sigue del texto. ” La mejor predicción del futuro es el pasado”. Frase que recuerda el Dr. Zaffaroni[i] durante un reportaje del 2006. Se refiere a nuestro país, a lo que históricamente se repite y lo que es necesario recordar.
Mientras lo leía, conecté con la idea del análisis como reconstrucción, como reescritura. En ese sentido podemos pensar la historia como escritura donde leer y volver a leer. Tanto en lo social, como en la historia de cualquier persona, no se trata de algo que ocurrió allá lejos y hace tiempo, sin que tenga nada que ver con lo que nos ocurre –y en psicoanálisis, incluso podría no haber ocurrido “en la realidad”-. Pero ese “pasado” es algo que se presenta en nuestro presente a través de síntomas, lagunas, silencios, es del orden del trauma.
La historia “no pasa” sobre todo, cuando hay algo en lo que ha quedado retenida, coagulada[ii] En nuestro contexto, decir, en “nombre de la paz”, que la historia “ya pasó” es el intento de imponer un discurso de poder, cuyo objetivo es “el olvido” en función de la renegación de una realidad, fundamentalmente de la desaparición de los desaparecidos, es decir, de aquellos que venían a cuestionar-subvertir ese poder.
Se trata de las “marcas” de la historia, lo que históricamente se repite, se trata de una historización, su reescritura a partir de las marcas. El recordar, historizando es una aptitud del sujeto y fundamento de la cultura.
La dictadura militar no trató solamente de asesinar militantes políticos, si no que intentó “hacer desaparecer”: ideas, aniquilar su transmisión a las generaciones siguientes, eliminar la tradición[iii]. Y esto sigue jugándose aun en el presente a través de la manipulación de los discursos, la tergiversación de los significantes reordenados en función de un significante amo, la información reinterpretada a través de algunos medios de comunicación al servicio de un poder que sigue operando.
Hablar del análisis como reescritura remarca algo. Insiste en algo.
Cuando decimos reescritura, estamos tomando una cierta posición, suscribiendo una concepción de la cura psicoanalítica, y al mismo tiempo, de cómo pensar un sujeto.
Reprimir el recuerdo hacia el futuro. Hacer desaparecer a los sujetos y a sus restos e incluso a sus descendientes. Hacer desaparecer su pasado.
Simultáneamente, y como observación clínica, solemos encontrar que los hijos de personas que en los 70 sufrieron y padecieron este terrorismo de Estado, aunque no hayan constituido la categoría de “desaparecido”, hicieron “desaparecer” sus recuerdos, sus pensamientos, sus libros y también “los desaparecieron” al momento de transmitir la historia a sus hijos, el “insilio”[iv]. El miedo, el terror, hizo que muchos de nosotros calláramos, hiciéramos silencio de lo que había pasado, nos y los aislamos, no sólo de una realidad, sino también de la propia ideología transmitida de generación en generación. No sólo se devastó al sujeto, sino también la trama histórica, nos encontramos en presencia de una malla agujereada. No se trató en Argentina de una sociedad en “la búsqueda de una verdad” y una justicia, como en el caso de otros genocidios, más bien todo lo contrario, se trató y se sigue tratando, en algunos sectores, del ocultamiento de la verdad y por lo tanto de la imposibilidad de justicia, de una reconstrucción ética.
Un efecto secundario, pero no menos esencial del accionar de la dictadura y su continuidad en el neoliberalismo de los 90, fue lo que se manifestó como la desubicación de los jóvenes, su disgregación. La nada en que creer. Los cortes en la cadena discursiva de una historia, de una tradición como lo ubica Hanna Arendt, tienen su efecto sobre el lazo social. El recuerdo de los mayores quedó obturado. Este silencio hizo que lo que estaba en la memoria fuera desdibujándose, el no hablar de lo que se recuerda, tiene un efecto sobre la memoria como sensación de “irrealidad”. El sofocamiento permanente opera como “desrealidad”. Por eso es que el hablar con otros, escribir, “reescribir”, reconstruye la red significante, soporte de un sujeto.
Dice Hanna Arendt en Pasado y Futuro “…la pérdida quizá inevitable en términos de realidad política se consumó por el olvido, por un fallo de la memoria no solo de los herederos sino también, por decirlo así, de los actores, de los testigos, de quienes por un instante fugaz sostuvieron el tesoro en la palma de sus manos…” ¿se refiere solo a Europa? Tal vez se trate de esto también en Latinoamérica, sin embargo, y a pesar de que tal vez sigue sin estar el nombre del tesoro que haga de soporte a la transmisión, las marcas de los juicios a los culpables, en los distintos países, que no es todo, es algo que hace a que la memoria se mantenga. A que los testigos no olviden porque el “juicio y castigo” ha operado como corte, haciendo marca. Memoria, verdad y justicia, tal vez tengan que ir anudadas para que algo allí de la tradición se sostenga y que los testigos hablen.
El análisis insta a que el sujeto pueda escucharse, hasta donde esto sea posible, en transferencia ante Otro/otro/»a», analista. Este escucharse tiene el efecto de una reescritura[v].
Esta historia construida desde un hoy con olvidos y lagunas restituye la angustia. La historia rastreada desde “la falta”, donde ya no es posible acceder a un pasado perdido, pero si reconstruirlo desde un presente y dar cuenta de él, desde este presente.
Como las formaciones del inconsciente en Freud, algo de lo reprimido retorna en las fisuras del discurso, algo insiste. ¿No es del orden del acontecimiento foucaultiano que un participante de “los vuelos de la muerte” confiese, sin estar sometido a juicio alguno, su participación en ellos? Tal vez son acaso, momentos donde el Sujeto se presenta. Momentos donde hay sujeto. Una idea, un acto, una imagen, expresados, concatenados en otro contexto que atraviesan inesperadamente.
Pero igual que en un análisis, la historización, el recuerdo, tiene un límite. Algo se repite, se torna imposible, un Real imposible de recordar y de transmitir. Ese “algo que han hecho de nosotros” [vi]
Y entonces, hoy abril de 2020, me pregunto, ¿era posible bajo este poder económico y social, basado en la forclusión de la falta, que la pandemia COVID19 no ocurriera? No se trata de lo oracular, si no de la resignificación de un texto.
Lo Real que marca y, al mismo tiempo, constituye al sujeto, no le pertenece, es a lo que se encuentra alienado. Está lo que no queremos recordar y está lo que no podemos recordar y que habrá que construir. Tal vez, el sujeto de la historia, a semejanza del sujeto analizante, al reencontrarse con la repetición, pueda liberarse de lo que repite en su historia, para poder continuarla y reescribirla en función de un futuro[vii] Tal vez entonces, pueda ponerse nombre a esa herencia[viii]
Referencias Bibliográficas
[i] El Dr. Zaffaroni es Juez de la Corte Suprema de la Nación y alguien a quien estimamos y respetamos por su coherencia como defensor de los valores democráticos
[ii] S. Freud “Más allá del Principio de placer” 1920. Ed. Amorrortu
[iii] Hannah Arendt Entre el Pasado y el Futuro” Ocho Ejercicios sobre a reflexión política.”…sin tradición, parece que no existe una continuidad voluntaria en el tiempo, y por tanto, hablando en términos humanos, ni pasado ni futuro: solo el cambo eterno del mundo y el ciclo biológico de las criaturas que en el viven.” Pg. 11 del Prefacio
[iv] Término utilizado por participantes uruguayos en el encuentro internacional de 1983 en Buenos Aires, “El Terrorismo de Estado” organizado por los Organismos de Derechos Humanos de Argentina, Uruguay, Chile, se refiere a los que quedándose en el país en aquel momento, tuvieron que silenciar sus ideas, su historia, testigos forzados al silencio.
[v] Freud habla de «reconstrucción de la historia» y de construcciones en el análisis. Ya no es el recuerdo de lo ocurrido, o la «abreacción» de otros tiempos. Sueños, lapsus, mentiras, recuerdos encubridores, olvidos etc. son ‘vías princeps’ en esa construcción. El saber lo tenía el paciente, aunque no lo “supiera”, ni pudiese posicionarse allí como sujeto de sus “formaciones”. Freud hablaba de un «criptograma», Lacan nombra esto como «reescritura»
[vi] Prólogo de Sartre a Los Condenados de la Tierra de Fanon, cit. por P. Feinmann op. cit.
[vii] LA HISTORIA OFICIAL en Argentina decía que el golpe militar del 76 había sido necesario para parar el ataque de la “subversión”, y que en todo caso en lo ocurrido después, en el accionar de las fuerzas armadas, se trató de “excesos”, mientras que en realidad se trataba de desapariciones y asesinatos a sangre fría.. Fueron los retazos de vivencias de la población, la transmisión boca a boca, de vecino a vecino, lo dicho a media voz, lo que permitió mostrar otra historia. Las denuncias primero acalladas, los pañuelos blancos de las Madres girando alrededor de la Plaza de Mayo, lo que no cerraba en las filiaciones de los registros de algunos niños, etc., ya no era posible seguir “negando
[viii] Hanna Arendt “Pasado y Futuro” Prefacio
*Foto de autor, Eduardo Gil. “Niños desaparecidos”.
5 mayo, 2020 at 10:36 am
EXCELENTE! PARA REFLEXIONAR
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5 mayo, 2020 at 4:44 pm
Excelente trabajo Cristina! sumamente interesante, invita a pensar. Felicitaciones!
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6 mayo, 2020 at 3:25 pm
Agradezco las reflexiones de lectura, con tantas resonancias!
Me impactó la frase: «Reprimir el recuerdo hacia el futuro».
La referencia a «Los vuelos de la muerte » me trajo a la memoria los momentos de gran malestar que vivimos «los palomarenses» tan recientemente.
Cuando se construyó el aeropuerto low cost flybondi, en tierras donde se produjeron los vuelos de la muerte, que es una Base Aérea Militar y Sitio de Memoria.
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