Por Silvina Rodriguez

Hace ya largo tiempo alguien me habló de la obra de Juan José Saer, esto encendió mi curiosidad y fue así que me sumergí en el mundo saeriano. Le estaré eternamente agradecida por haberme acercado a uno de los escritores más agudos, exquisitos y singulares de la lengua hispana.

Si bien siendo muy joven, dejó su Santa Fe natal, nunca dejó ese escenario de calores agobiantes, ni su lengua materna.

Siempre escribió en «argentino», aún bajo las luces de Paris.

Quisiera hacer un comentario sobre Cicatrices, cuya primera edición data de 1969 y al que llegué luego de haber leído varios de sus libros escritos con posterioridad.

Su título me interpeló. ¿Cicatrices? ¿De qué cicatrices se trata?

Según el diccionario, cicatriz significa: señal o marca que queda en la piel después de cerrarse una herida. Impresión profunda y duradera que deja un hecho doloroso. Que heridas portan estos personajes? Las mismas, logran cicatrizar? De ser así, cómo se da ese proceso?

Aún luego de leer con avidez el texto, las preguntas siguieron vigentes. Saer bordea, sugiere, pero -como parte de su grandeza como escritor- nunca intentará “decir todo”, a sabiendas de que sería imposible. Bordea lo real y eso hace marca en el lector, al menos la ha hecho en mí.

El libro consta de cuatro relatos, que bien podrían ser leídos en forma independiente, porque cada uno guarda una lógica propia.

En los textos de Saer hay siempre una tensión entre el tiempo subjetivo y el tiempo externo. Acá se hace evidente. El  título que le da a cada relato alude a algunos meses del año (temporalidad cronológica), sin embargo construye así una estructura donde lo que predomina es una temporalidad radicalmente subjetiva.

El autor arma un hilo conductor que conecta los cuatro relatos: El 1° de mayo Luis Fiore, un obrero metalúrgico, asesina a su mujer de dos tiros de escopeta. Lejos estamos de un policial, pero sí de una literatura profundamente política; al modo de Saer, que no entra en las polémicas habituales y sólo hace al lector algunos guiños. Por eso considero que no es al azar que el protagonista del asesinato sea un obrero y que el hecho transcurra, justamente, en un 1°de mayo.

Es un texto donde ésa original estructura contiene multiplicidad de lecturas posibles. Cada episodio es relatado desde la perspectiva de un personaje distinto, fragmentando así las voces narrativas. Lo que importa no es lo sucedido en sí, sino lo dicho acerca de eso.

Me voy a centrar en el primer capítulo del libro, al final del cual se menciona por única vez el significante cicatrices.

Esta historia gira alrededor de Ángel, un joven de 19 años que intenta dar sus primeros pasos en el periodismo y en la vida, su mentor es Tomatis. Es ese tipo de personaje habitual de la fauna saeriana. Periodista inteligente, sarcástico y seductor. Es él quien lo lleva al periódico para hacer la sección más vilipendiada del diario: el pronóstico del tiempo.

Ángel vive con su madre, una mujer joven, bonita y alcohólica que sale cada noche, luego de arreglarse con esmero. El alcohol es un elemento central entre ellos. ¿Sería posible para el joven, de otro modo sobrellevar esta difícil convivencia? Hay entre ellos un lazo erotizado, de una hostilidad permanente, llevada hasta la violencia física. Los cuerpos de ambos están una y otra vez expuestos en escenas obscenas que los protagonistas provocan entre sí. Esto no es sin consecuencias para él; sufre, padece, y la angustia lo invade.

Una cita del texto (hay muchísimas a lo largo del capítulo), pone en evidencia que esta madre -que no puede sostener su función- lo provoca a la vez que él parece no querer o no poder tener recursos para enfrentarla. “…..oí crujir la cama y la voz de mi madre sonó nuevamente.  Pase -me dijo-. Mi madre estaba metida en la cama con las frazadas hasta el cuello. Lo recibo así porque estoy desnuda. Espero que no le moleste…”

Según mi lectura, él bebe para soportar, en el ambiguo sentido de este significante, la situación de encierro incestuosa que no consigue romper. Mientras su madre sale cada noche con algún hombre, él se aferra a la botella de ginebra y a veces, en la soledad de su casa, luego de estas situaciones profundamente erotizadas con su madre, también se masturba. A su vez, cualquier intento de conquista hacia alguna de las amigas de Tomatis, siempre fracasa, porque es éste quien las acapara.

El padre,  fallecido hace algún tiempo, aparece en el relato de Ángel como denigrado, muerto al deseo. Dice: «Era tan insignificante, que la más pequeña hormiga del planeta que hubiese muerto en su lugar, habría hecho notar su ausencia más que él». «Cuando murió el único cambio que hubo en la casa fue que en el lugar que él ocupaba en la cama, ahora había aire». Intenta así negar que su padre, efectivamente, ocupaba un lugar en la cama, junto a su madre. Así “Angelito” se asegura un lugar, en tanto falo materno. Tampoco parece casual la elección del nombre Ángel: qué sexo tienen los ángeles?

El juez que tiene a cargo la causa por el  homicidio antes mencionado, ante el pedido de Angel de presenciar el interrogatorio al acusado, accede. Si bien esto no está permitido, el juez -rancio y deshumanizado aristócrata- accede por la inocultable atracción que siente por Ángel, a la que éste responde con cierta ambigüedad.

Ángel será testigo del pasaje al acto del acusado, quien se precipita sobre los ventanales y cae al patio del juzgado. A mi entender da allí Saer, una de las más poéticas descripciones (y por qué no? lacanianas) del suicidio en tanto pasaje al acto.

Si bien este suicidio será mencionado en  dos de los relatos posteriores, sólo el personaje de Ángel se pregunta acerca de la subjetividad del asesino: Qué es lo que lo precipitó a tal decisión?

Su testimonio fue: «El tipo no dijo nada. Los ojos parecían cubiertos de una pátina de un material transparente, una especie de laca sin brillo que los opacaba y los dejaba como ciegos». Ante las insistentes preguntas del juez, sólo dijo: «Juez, los pedazos no se pueden juntar», y después saltó.

El joven reflexiona: «….cuando un tipo se estrella así, contra una ventana y después vuela por el aire y va a dar contra el suelo desde el tercer piso, no se rompe nada contra la vereda. Nada que no sea una cáscara vacía. El tipo se había pelado hasta los huesos y había tirado la cáscara por la ventana.»

Hay una salida abrupta de la escena donde ya no hay ninguna mediación simbólica. El sujeto se identifica al objeto en tanto resto (cáscara vacía) y sale eyectado de la escena. Decide una ruptura radical al lazo social.

Es Ángel quien queda dividido, interrogado, marcado por la escena de la que ha sido testigo, mientras todos a su alrededor actúan como marionetas de una maquinaria burocrática infernal.

Saer, trabaja un ida y vuelta muy interesante en la temporalidad. En el último capítulo, titulado Mayo y que transcurre íntegramente a lo largo del día 1°, Luis Fiore, luego de matar a su mujer, dice «…comprendo que he borrado una parte, no todo, y que me falta todavía borrar algo, para que se borre, por fin todo». Esta ya allí la decisión de romper con la cadena que lo ata a la vida. Finalmente al otro día, Fiore concluye lo q ya había anticipado, desanudado, comete su acto.

Volvamos al título Cicatrices.  Al comienzo, di la definición de este término.

Cuáles son las cicatrices que quedaron en Ángel? Fue una decisión de Saer, y uno como psicoanalista podría forzar y hacerse una pregunta sobre un personaje literario: ¿eligió ese título para que sea en este joven que devenga como significante? Y es posible, tal vez, aunque también se hablar de él en los otros tres capítulos, pero eso -en tal caso- sería material para un nuevo escrito.

Muerte y sexualidad, no tienen significantes que los representen en el inconsciente, hay un saber agujereado. Alrededor de estos interrogantes gira Ángel.

Estando él en casa de Tomatis escucha y espía encuentros sexuales de éste con alguna amiga, hasta que un día pasa por la puerta entreabierta del cuarto de su amigo y al abrirla violentamente encuentra que en la cama con Tomatis está su madre. Ante la presentificación del fantasma de la escena primaria, él excluido, sale corriendo, pero algo detiene su marcha. Se encuentra por primera vez cara a cara con su doble (a’), con quien se había cruzado varias veces, pero nunca de frente.

Me interroga el lugar de este doble, a qué apunta Saer con esta inclusión? Varias veces a lo largo del relato Ängel lo ve y lo persigue, nunca logra alcanzarlo, hace distintas conjeturas acerca de él, pero no hay horror, más bien curiosidad.

Ángel piensa acerca de su doble: “…el campo de él era un campo para mi desconocido pero familiar.” “…lo único terrible en la cuestión de mi doble era la posibilidad de que él estuviese viviendo una vida que yo no podía vivir”.

Como dije antes, cuando Ángel huye de lo que ha visto, se topa  por primera vez con su doble frente a frente. Ve en el otro su propio rostro «…una cara empavorecida, llena de esas cicatrices tempranas que dejan las primeras heridas de la comprensión y la extrañeza».

Ese es el último párrafo que escribe Saer. No agrega una palabra más, bordea de ese modo lo indecible, así permite que cada uno haga su propia interpretación del texto. Para mí fue el encuentro con la función del lector.

Considero que estas cicatrices, son  las marcas que dejan la confrontación con la castración materna que lo remite a la propia.

Hasta ahora sólo tenía heridas, tal vez invisibles para sí mismo que no lograban cicatrizar y que lo hacían suponer que otro estaba viviendo una vida que para él estaba vedada. Efectivamente, su posición fantasmática, le hacía imposible vivir una vida por fuera de la endogamia familiar.

Conjeturando, podríamos pensar que confrontar a su madre como mujer de un hombre -que no es él- le estaría permitiendo un cambio de posición, y ya no sería otro quién viva lo q él no puede, sino que habría una posibilidad, fuese él un protagonista de su propia vida.

Un acontecimiento deja huellas en el cuerpo de un sujeto.

Aunque estamos ante un personaje literario, Ángel bien podría ser alguien que interrogado y angustiado, acuda algún día a consultarnos para descifrar de qué estofa están hechas sus cicatrices.