Curioso incidente del perro a medianochePor Clara Salz
Reseña de: El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. Salamandra, 2004, 268 pág.

Hace unos años recibí éste libro de regalo con un comentario: “Es una novela que está escrita como si el personaje fuera un Asperger y a vos que te interesa todo esto del T.G.D. y tenés una posición crítica, léelo y decime qué opinás”.Es ésta, entonces, una oportunidad.

Algunas aclaraciones previas: dentro de la clasificación del DSM, que es un manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales emitidos por la Asociación Psiquiátrica Americana cuyo objetivo es proveer una nomenclatura común y se clasifica por trastornos, no por síntomas, el autismo está clasificado allí dentro de la categoría TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo). En la actualidad se ha extendido hacia el concepto de espectro autista, que incluye Trastorno autista Trastorno de Rett, Trastorno de Asperger, Trastorno desintegrativo infantil, etc. En el libro La Práctica del Análisis Norberto Ferreyra, en relación al diagnóstico y a éste Manual en especial, dice que se considera allí “de que el sujeto sea Uno, indiviso… pero el sujeto está dividido, es así como se presenta en relación con el Inconsciente… es desde y con el psicoanálisis que se resiste a ésta exigencia de ser un Uno indiviso en tanto sujeto”. Si se parte de la consideración de que el sujeto es Uno, se lo puede clasificar y estos manuales son un ejemplo de ello. Ellos afectan no solo a la Psiquiatría, sino a una dimensión necesaria de la subjetividad, dado que en tanto especie hablamos. Con el diagnóstico se cree que se puede saber antes y esto solo es concebible si se cree en la unidad del sujeto”.

Retomo: Leo Kanner en 1943 describió por primera vez el autismo infantil con innumerables características, por ejemplo, retraimiento, apatía, desinterés hacia los demás, no dirige la mirada, no comparte ni intercambia los objetos, no participa en juegos colectivos con otros niños, tienen gran preocupación por lo idéntico e inmutable Describió también características en torno a la alimentación (por lo general elección de uno o dos alimentos), trastornos en el lenguaje (falta la palabra “yo”, emplean el nosotros y el tú, el “si” a veces aparece repitiendo la misma pregunta o reproduciendo la misma entonación) etc. Hans Asperger, neurólogo, en 1944 identificó a niños autistas como “pequeños profesores” por su gran memoria, por la facilidad de algunos en la retención de cifras, de idiomas extranjeros, de cálculos de números, de retención de fechas, notables capacidades musicales y hasta memorización de diccionarios, etc.

¿Cuál es mi crítica? Que en estos tiempos y con estos Manuales y clasificaciones generales, como discursos de la técnica y de la tecnocracia, la infancia está rápidamente diagnosticada, clasificada, encasillando tanto al autismo, a la psicosis infantil, incluso a las presentaciones psicóticas de la infancia en la gran bolsa de los llamados TGD y se tiende a destruir así la posibilidad de existencia de un sujeto deseante. Los abordajes que acompañan éstas orientaciones, con terapéuticas cognitivas conductuales, que operan por el aprendizaje y la adaptación (lo que no funciona se adapta), con el uso de planes anticipatorios, agendas visuales etc. que faciliten la “flexibilidad de la mente”, dejan por fuera el caso por caso, la singularidad y la apuesta a un sujeto.

¿Por qué esta introducción? El protagonista de éste libro podría ser un niño al que diagnosticaron con trastorno Asperger y abordado con métodos conductuales, ahora es un joven con “capacidades especiales”. Se presenta así: “Me llamo Christopher John Boone. Me sé todos los países del mundo y sus capitales y todos los números primos hasta el 7.507”. Puede también recitar la teoría de la relatividad. Cada capítulo comienza también por un número primo (2, 3, 5,7 etc.) y el protagonista da una explicación de esto con cuadros y fórmulas, diciendo que los números primos son como la vida que son muy lógicos pero no hay manera de saber cómo funcionan aunque se pasara todo el tiempo pensando en esto. Siobhan (su maestra auxiliar) le enseñó dibujando la boca para abajo de una cara, que significaba “ttriste”, como se sintió cuando encontró al perro de su vecina muerto y luego le enseñó con un dibujo con boca para arriba “contento”. Guardaba ese dibujo en una hoja y lo sacaba cada vez que no entendía lo que alguien le decía. Ha padecido de “problemas de conducta” en su infancia y al enumerarlos (de A a R) son un catálogo de las características que Kanner describió y más.

La novela comienza con el asesinato de un perro vecino y el protagonista intentará ser “un poco detective”. Anticipa que no será un libro gracioso ya que él no sabe contar chistes ni hacer juegos de palabras porque no los entiende. Será una novela policíaca y todas sus hipótesis y descubrimientos estarán atravesados por sus pensamientos y su realidad circundante, ya que “no le gustan las novelas propiamente dichas porque son mentiras sobre cosas que no ocurrieron”, eso lo asusta, por eso lo que va a escribir en este libro va a ser verdad. No sabe decir mentiras y considera que la palabra metáfora es una mentira ya que no puede armar imágenes en su cabeza de esas frases, de allí que la gente le provoca confusión. Y a medida que va investigando va contando que no le gustan los abrazos, tampoco mirar a la gente a la cara, en especial si son desconocidos ya que considera que “cuando la gente mira al hablar a otra persona trata de captar lo que él está pensando y él es incapaz de captar lo que ellos piensan, es como estar en una habitación con un espejo de un solo sentido en una película de espías”, por eso le agrada que el padre no lo mire. Odia el color marrón y el amarillo. Le gustan las matemáticas, las listas, los esquemas, cuidar a Toby (su rata), el espacio exterior y estar solo. El libro “El perro de los Baskerville” es su favorito, le gusta Sherlock Holmes, si fuese detective como es debido, sería como él, que “tenía el poder de abstraer su mente a voluntad” y en eso Christopher se siente identificado. Lo que más le interesó de ese libro es que junto al Doctor Watson descubren al culpable con pistas y pistas falsas. El protagonista las va describiendo una por una y trata de emularlo en el libro que va escribiendo. Quiere escribir sobre algo real.

A medida que va investigando y descubriendo el asesinato del perro Wellington, también descubre una trama de engaños y mentiras familiares.

Mark Haddon, escritor Inglés, Ilustrador, pintor, poeta y profesor de escritura creativa trabajó con personas que padecían deficiencias físicas y mentales. Describe acertadamente y con mucha ternura situaciones difíciles, angustiantes, padecimientos y reflexiones del protagonista inserto en un mundo al cual le teme y le es ajeno. Aun así, Christopher logra desentrañar sus dos misterios: el del asesinato y el de su familia. Continuará con su anhelo de convertirse en un científico pero anticipando y ubicando cada paso que lo llevará a este fin. Si bien sus “logros”… de sus trastornos, de su extremada rigidez… de eso… no se sale… (¿y su estructura?), se adapta. Bueno, quizás “un buen encuentro” con un psicoanalista pueda ayudar a ubicar a un sujeto en una posición con menos obstáculos.