Por María Gabriela Correia

…Podría parecer como si el concepto de transferencia y el de compulsión a la repetición hubieran  sido aquí confundidos, pero ciertamente no es el caso. En tanto en cuanto una repetición de experiencias tempranas tiene lugar en la situación de transferencia, la transferencia es una manifestación de la compulsión de repetición. Sin embargo, en tanto en la transferencia los deseos y los impulsos son dirigidos a objetos del mundo exterior, aunque a través de la repetición de antiguas experiencias, la transferencia es independiente de la compulsión de repetición…

Hermann Nunberg, Transferencia y Realidad

Decimos en la comunidad psicoanalítica que el psicoanálisis no puede ser practicado en soledad; esto quiere decir que es necesario el lazo con los otros en tanto el psicoanálisis es una práctica de discurso. Pero ¿qué quiere decir esto y qué resulta de esa experiencia?

Lacan no sólo ha formulado esta máxima sino que la ha puesto en práctica, en tanto  ha enriquecido su enseñanza  con el aporte extraído de otras disciplinas, tal como Freud nos enseñó, pero además y por sobre todo, con la experiencia de quienes lo precedieron en su enseñanza y a quienes supo leer y cuestionar. Si bien los post freudianos han sido severamente cuestionados por Lacan, especialmente a la hora de dar cuenta en la clínica del tratamiento de la transferencia,  sin ellos su enseñanza tal vez no hubiese sido tal. Las tergiversaciones que se produjeron en la orientación de la transferencia, pieza fundamental del análisis,  posibilitaron a Lacan un retorno a Freud en los puntos fundamentales referidos a la práctica del psicoanálisis.

Muchos fueron los discípulos de Freud que se destacaron por sus aportes en la enseñanza y la práctica del psicoanálisis. Tal es el caso de Herman Nunberg, destacado psicoanalista contemporáneo a Freud, quien ha sido merecedor de profundas palabras de elogio de parte del “maestro”.

No en vano Lacan le recuerda a su auditorio un trabajo aparecido en 1951[1] titulado “Transferencia y realidad” escrito  por este prestigioso psicoanalista.

En los Seminarios I y VIII, justamente los que tratan  cuestiones de la “técnica”, Lacan echa mano a este artículo y lo secciona para criticarlo y también para señalar un punto de acuerdo, a fin de dar las razones de la dinámica del fenómeno de la transferencia que se presenta en la práctica clínica. Encontramos entre las líneas de este escrito lo que se entiende por transferencia en el sentido de  proyección e identificación, y un desacuerdo que plantea Nunberg en lo que algunos de sus contemporáneos confunden, a su criterio al  simplificar la transferencia superponiéndola y confundiéndola con la compulsión de repetición. Es allí que encuentra la pista para hacer esta distinción que termina de formalizar en el Seminario XI, donde además introducirá en su desarrollo lo denominará  “presencia del analista” y a éste siendo él mismo parte del concepto de inconsciente.

Este trabajo, dice Lacan, es digno de ser aprovechado, porque ubica el modo en el que el analista ha estado escuchando a sus pacientes, y la detección de cierta similitud entre la llamada “situación psicoanalítica” y un fragmento del pasado que se hace presente por la intermediación de la palabra siendo que la palabra del analista tiene el mismo valor que la palabra antigua[2].

Pero Lacan no se contenta con esa única referencia a este texto y lo vuelve a citar años más tarde, precisamente en su Seminario “La transferencia”[3]. Esta vez para distinguir  la”… repetición que constituye la existencia misma el inconsciente…” de la repetición que se produce en la transferencia y que está “…en relación con alguien a quien se le habla…”[4].

La transferencia no debe ser entendida como una mera mímesis o reflejo de conflictos y traumas del pasado que se hacen actuales. Precisamente la compulsión a la repetición permite un efecto de pérdida o de resto que justamente hace una diferencia entre lo acontecido en el pasado y aquello que es “actuado” a falta de poder ser recordado en el marco del dispositivo analítico siempre que el analista, abstinencia mediante, pueda funcionar como semblante del objeto a.

Entonces, la transferencia no puede quedar reducida a la mera repetición del pasado en el presente, si es que es posible enunciarlo de este modo, la transferencia es la posibilidad que por el significante, algo quede transferido hacia la figura del analista, en tanto semblante de objeto a, como Lacan enseña.

Para concluir, entonces, decimos otra vez, la palabra, con ese cuerpo pequeñito como ya lo señalara Gorgias en su Encomio de Helena, y Lacan retoma, es la soberana.

[1] La clase de Lacan se dicta el día 16 e junio de 1954.

[2] Seminario I: Los Escritos técnicos de Freud Cap. XIX: Función Creadora de la palabra, página 352 cl.16 de junio de 1954 E. Paidós.

[3] Seminario VIII: La transferencia CapXII: La Transferencia en Presente, pagina 200,cl  01de marzo de 1961 Ed. Paidós.

[4] Seminario VIII: La transferencia CapXII: La Transferencia en Presente, pagina 203,clase  01de marzo de 1961 Ed. Paidós.