El atractivo término convoca, las conclusiones que suscita, son polémicas: el portuñol es un verdadero work/word in progress en el imaginario cultural y la práctica de la enseñanza. En su acepción más primaria apunta a la noción de error, de mezcla, de interlingua que hay que corregir y eliminar. ¿Acaso cumple con la simetría del ideal del bilingüe ambidextro que propiciaba el poeta argentino Néstor Perlongher?

Cinco carriles podrían ser útiles para encauzar el resbaladizo concepto.

1) El portuñol despierta una memoria filológica instántanea.

Como durante el reinado de Felipe II, Portugal era parte de España, para muchos el portugués es una variedad del español, y el gallego una covariedad del portugués. Tal es la afinidad entre las dos lenguas que el sueño de la Associação de Amizade Galiza Portugal es “habrá un día en que gallegos y portugueses hablarán la misma lengua”’.  El error reactiva un vocabulario y estructuras olvidados o reservados actualmente solo a la escritura erudita del portugués. Con la vitalidad del proceso oral se llega así a la resucitación de un galaico portugués, a una medievalización, pues frente al diasistema gallego/luso/africano/brasileño, el español funciona como normativización, por sus estructuras más asentadas a partir de lo escrito y se disparan soluciones arcaizantes. La actual lengua portuguesa de Brasil posee una dinámica oral tan potente que lo hablado y lo escrito corren por dos caminos casi independientes, al borde de la diglosia: la economía de pronombres en las respuestas, la mezcla de formas verbales en los tratamientos en todo el territorio central (SP, RJ, MG) son ejemplos de esto.

Conclusión: el portuñol no es tanto un fenómeno con efectos prospectivos, cuanto un fenómeno que reactiva latencias impensadas ¡Hablan los trovadores en los errores! 

2) El portuñol, fenómeno de contacto lingüístico estabilizado.

Donde hay contacto, hay contaminación y, salvo con Chile y Ecuador, Brasil tiene frontera con todos los países de Sudamérica. John Lipski es uno de los especialistas en el registro de los efectos de estas lenguas híbridas vigentes. El portuñol riverense (también conocido como portuñol bayano), activo entre Rivera y Santana do Livramento, dos ciudades sin demarcación en la frontera uruguaya con Brasil es el más antiguo y se remonta al siglo XVIII. Hay una literatura, un repertorio de canciones, y hasta un músico popular consagrado como Chito de Mello. En Bolivia, con la entrada en el siglo XIX de colonos brasileños por la explotación de caucho, nacieron lenguas de contacto, en Guayaramerin/Guajara Mirim, y en Villa Bella/Villa Murtinho. Otros casos: el portuñol leticiano de Colombia, el de Perú (Iñapari/Assis Brasil, Pucalipa/Boqueirao, Islandia/Benjamin Constant, Puerto Esperanza/Santa Rosa dos Purus), el de Venezuela (Santa Elena de Viarén/Paracaima). Las mutuas interferencias se repiten en estas lenguas que se iniciaron como pidgin, y su vitalidad es mayor que aquella de los portuñoles ibéricos que también los hay: el barraqueño, entre Barrancos (P) y Encinasola, pueblo de Huelva, o el mirandés, un “dialecto” del norte de Portugal, con mucho en común con el leonés y el aragonés. Todas estas, lenguas de contacto que fosilizaron sus simetrías y perduran. 

3) El portuñol salvaje. Territorio de la accion poética. 

Este es el portuñol de una poética sin lengua y con una escritura de invención personal. Su precursor es Néstor Perlongher, exiliado argentino de los 80 en Brasil, el portenhopaulistanotietepinheirosplatinoargentino, al decir de Haroldo de Campos, animador del Neobarroco/Neobarroso, agitador de las disidencias sexuales y también agente de una lengua franca intelectual y universitaria. Las experiencias editoriales y literarias que aparecieron en medio de la crisis económica argentina del 2001 lo toman como referente ineludible, en ese momento de catástrofe que vio luz en la fusión con una conciencia latinoamericana y la proliferación de experiencias rizomáticas. En la lista de nombres: Wilson Bueno y su novela Mar Paraguayo, Douglas Diegues y Yiyi Jambo y sus transdeliraciones, la primera editorial Cartonera de Paraguay y su vinculación con Eloísa Cartonera, Cucurto, la revista ramona, Fabián Casas, la revista Kurupi. Entre las autorizaciones invocadas: la relación de Oliverio Girondo con Oswald de Andrade, y el enlace urobórico entre vanguardia y primitivismo en Guimarães Rosa.

En la calculada sintonía de lenguas se incorpora el guaraní, en un programa artístico político que se traza en la silueta del Mercosur. Y así como lo hizo en los inicios de la conquista portuguesa de Brasil, cuando el tupi fue la “lengua del reino” adoptada para la evangelización, el guaraní se reinstala en un plano de igualdad y prueba su vigencia poética secular. 

En la ideología de este portuñol literario de apropiación legítima, no hay fronteras, y la lengua  errática replica la fagocitación barroca, tan cara a los concretos paulistas. Es una poética del enchastre, de la desterritorialización, de la ilegibilidad a lo Joyce. Quien hace un seguimiento muy cuidadoso de estas líneas es Pablo Gasparini.

4) Portuñol, parte de la historia de los iletrados, aporte de la cultura de los africanos en américa, como un fenómeno histórico a reconstruir. 

Un paneo vertiginoso por cuatro siglos deparará sorpresas: comprobar que no todo se ordenó desde las metrópolis. La diáspora de cristianos nuevos a partir del siglo XVI en las naves portuguesas hacia los grandes imperios de Asia, con su límite en la misteriosa Pestaña del Mundo como llamaban a Japón, y hacia Brasil, se enmarcó en un proceso globalizador tan inédito, que todavía el fado llora la pérdida de ese reino cuyos marineros eran arengados desde las proas con un “Buscad al Leviatán”. 

Los pueblos ibéricos, agentes de la revolución mercantil, primera ruptura efectiva del feudalismo europeo, surcaron el planeta continentalizando dos lenguas. En las islas Azores, de donde provenía buena parte de los pobladores de Brasil, ya existía una lengua isleña híbrida “crioula”- conformada por necesidad, improvisada y transmitida por generaciones.

A lo largo de los siglos XVI y XVII, cuando millones de africanos fueron traídos como esclavos a América, en las costas de África era usual el bilingüismo. El portugués usado como lengua general ya conformaba un habla criolla que se expandió a las colonias españolas, francesas e inglesas.

El lingüista alemán Rodolfo Lenz fue un apasionado estudioso del el papiamento, el criollo-español de la isla de Curazao – derivado del portugués de los esclavos, lengua con un 85% de español, 5% de holandés y 10% de africano y portugués, bajo dominio holandés. En los quilombos de Guyana se hablaba portuñol, así como en Surinam (Guayana Holandesa) donde lo empleaban los saramacanos (negros libres que se fugaban a los bosques). Había creatividad, simplificación poética, capacidad metafórica y onomatopéyica en los “iletrados”. Y no todos lo eran, pues los negros malés que llegaban a Bahía eran musulmanes letrados, lo cual obliga a reconsiderar la inmensa complejidad de las lenguas en acción.  Sin olvidar que la lengua general del Brasil fue hasta el siglo XVIII el tupi, vigente en la vida cotidiana hasta comienzos del siglo XIX- ahora solo conservado en el Amazonas. También en Goa, la dorada capital del imperio portugués de Oriente en India, durante los siglos XVI y XVII, los cafres de Mozambique contribuyeron a un portugués crioulo. Lenguas improvisadas sobre la marcha, ahora inasibles. 

¿Y en el siglo XIX? Gran parte de la población negra rioplatense había venido huyendo de Brasil, muchos en la época rosista, habrá habido sin duda un portuñol. A su vez, algunos unitarios debieron exiliarse en Brasil, donde la temperatura les resultaba un mal mortífero (Florencio Varela, Juan Carlos Gómez, Juan María Gutiérrez) ¿qué vínculos, qué memorias podríamos rescatar? ¿Y antes en la Guerra da Cisplatina, la Guerra Rioplatense-Brasileña en la década de 1820, un conflicto que ocupó tres años por tierra y mar, cuando hasta hubo naves corsarias que partían de Patagonia contra naves esclavistas brasileras, ¿qué registro de ese choque en la lengua, cuando ya cundían los insultos racistas?

Y años más tarde en la guerra del Paraguay (1864-1870) ¿qué imaginar del contacto y traslado y convivencia de esas masas de soldados y población, del choque con los ejércitos denominados cambás en la jerga paraguaya, por estar conformados por soldados negros sometidos al exterminio dentro de un cínico programa de blanqueamiento, tanto por parte del Imperio de Brasil como del gobierno de Buenos Aires? Un panorama de tal agitación en esos crudelísimos tiempos que hasta se aliaron pueblos nativos (mbayás, caduveos, terenas y kinkinaos), azuzados contra los guaraníes de Paraguay, mientras soldados paraguayos, niños y adolescentes eran trasladados como esclavos a las fazendas de café paulistas.

Esta convulsión entre lenguas en coyunturas tan particulares, de vertiginosa oralidad, bien merece más estudios. El filólogo Serafim da Silva Neto, muerto a los 43 años en su esplendor intelectual, es un nombre pionero clave para capturar estas dinámicas.

Y ahora el concepto más usual. 

5) El portuñol en la enseñanza de lengua española. El portuñol de las  “contaminaciones”.

Este es el portuñol más promocionado, el que aparece en los encuentros de viaje, en las clases de idioma, el que se explota en las publicidades en ese clásico ejercicio del malentendido jocoso. En fin, el lenguaje rockero, mochilero, de turista, que contribuye a las filtraciones. Camufladas, van entrando expresiones en la conversación de todos los días: todo bien, cómo va, preconcepto, me cayó la ficha, se me hizo un blanco, en el día a día, curtir, día sí día no, más nada, más nadie, quebrar la muñeca, un beso/ otro, etc, etc. Y dicen que en el sur de Brasil algunos dicen vou ir como perífrasis de futuro. 

Ante el contacto la vitalidad y el avance de lo oral resucitan la memoria de lo escrito en los hablantes brasileños. Se llega a la resucitación de un galaico portugués, a una medievalización: la mi casa, tomara yo verte, para te decir, etc, etc. La complejidad y sofisticación a las que había llegado el sistema pronominal en el siglo XIX – basta leer Machado de Assis, con sus contracciones, mesóclisis, etc,- quedaron arrasadas en la lengua escrita y oral actual de Brasil, y la dificultad de los hablantes brasileños en el uso de los pronombres en las respuestas en lengua española es una prueba de esto.

Y para terminar, sería una estadística interesante ver cuántos términos de la lengua portuguesa se incorporaron a través de las traducciones, saber cuánto confiaron los traductores en que la similitud fonética, el conocimiento sobre la otra cultura, permitirían abrir en la selva de las palabras nuevos senderos conceptuales. Revisar la producción entre fines de la década de los 30 y los 40, la época de gloria de la industria editorial argentina, cuando había programas de selección de autores, como la Biblioteca de Autores Brasileños traducidos al español, dirigida por Ricardo Levene, o aquellos trabajos de las décadas del 60 y 70, cuando Santiago Kovadloff, Haydée Jofre Barroso, Juan García Gayo o Lorenzo Varela, se dedicaron sobre todo a la traducción de narrativa. Y la curiosidad de consignar que Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcellos, recomendado como lectura en las escuelas, convirtió a este autor en el más popular y conocido en un momento. 

Además de historia, literatura y lingüística, las lenguas son gesto, tono y contexto, y sin duda la movilidad y ductilidad del contacto entre español y portugués provocarán sutilísimos cambios y variantes en un proceso imprevisible. ¿Y en nuestra loca carrera como profesores por eliminar las “contaminaciones”, no estaremos atrapados en una reacción tal vez funcional a la globalización y los mercados: la de estabilizar un standard spanish y un standard portugués, reactivando bajo otra corrección conceptos que la censura academicista no se privaba de utilizar? ¡Cuántas veces con este arsenal de calificativos: grosero, rustico, vulgar, inculto, bajo, zafio, altisonante, malsonante, cacofónico, o estos juicios: vicio, abuso, vulgarismo, barbarismo, se blandía el puntero del poder!

¿Y ese mar de posibilidades que es internet, no estará generando nuevos pidgin como lo fue el sabir, la lengua franca que perduró desde las Cruzadas hasta el siglo XIX, entre todos los marineros que partían del Mediterráneo uniendo todos los océanos? Contactos y el planeta como un maravilloso laboratorio de idiomas, procesos complejos de los que enunciamos sólo algunos detalles, pivoteando alrededor de nuestro familiar portuñol.