Por Patricia Arreseigor sobre El marino que perdió la gracia del mar de Yukio Mishima
La experiencia clínica en una institución pública me llevo a preguntarme acerca de la perversión. Un lugar privilegiado para ocuparse de ella es la literatura. Guiada y acompañada por y en el trabajo de cartel “¿Cómo nombrar?”, me adentre al mundo Mishima, un mundo conformado de héroes, victimas, la muerte como bien deseado, buscado, y erotizado, códigos antiguos de conducta, lugares de desecho, escisiones…
En conversaciones con Liliana Ganimi, a quien agradezco, me encontré tentada y orientada a realizar una reseña para FUNCION DEL LECTOR, elegí una de las novelas de Yukio Mishima en la que está su mundo estético, la tituló “El marino que perdió la gracia del mar”, de 1963. Construí la trama recortando trazos a partir de mi lectura, con la intención de dar a conocer también la letra de ese mundo.
Yukio Mishima nació en Tokio el 14 de enero de 1925 y muere el 25 de noviembre de 1970 llevando a cabo el seppuku. Fue nominado tres veces para el premio nobel de literatura. En su época fue reconocido “por mantener la voluptuosidad que le provocaba la idea de muerte junto con su entusiasmo por la vida”, fue maestro de kendo, fisicoculturista, actor, director, dirigió una orquesta sinfónica, piloteo un avión y algunas otras cosas.
Esta novela está dividida en dos estaciones: Verano e Invierno. Quizás como anticipo de la polarización que rigió la vida del escritor y que surgirá en la novela en la figura del héroe, se es un uno o no se es.
La novela gira en torno a un singular triangulo formado por el protagonista Noboru, adolescente de 13 años, su madre y el marinero (Ryuji Tsukazaki) y el exterior conformado por los otros, especialmente los otros de Noboru.
Verano:
Por las noches, después de ingresar a su cuarto, Noboru es encerrado. “La culpa es del chico. Nada habría pasado si no se hubiera dejado convencer por el jefe y no se hubiera escapado de casa aquella noche. Luego vino la letanía de preguntas, pero él se había negado a revelar el nombre de su jefe”.
¿Buscando una salida se topo con una abertura? Abertura que conducía no al exterior sino a un lugar que no se constituyo como lo privado, lo intimo del otro; en la novela, representado por el otro materno. La mirada irrumpe por una abertura descubierta por Noboru, desde su cuarto es posible ver el dormitorio de su madre “…empezó a espiar a su madre por las noches, en especial cuando le había sermoneado o regañado.” “…jamás lo hacía cuando su madre se había mostrado dulce”
La vida para el joven se reducía a unas cuantas señales y decisiones simples, los padres y educadores por el hecho de serlo eran responsables de un ominoso pecado. “La muerte de su propio padre, cuando él tenía ocho años, había constituido por tanto un feliz incidente, algo de lo que podía enorgullecerse”.
Un gran carguero llega a puerto, el joven consigue por intermedio de su madre una carta de presentación para realizar un recorrido por el barco, ya que le interesabas. Allí conocen al segundo piloto, Ryuji, quien se muestra complaciente y los lleva a recorrer el navío.
En muestra de agradecimiento la madre, invita a cenar al marinero. A la noche: el niño encerrado –en su habitación y dentro de un armario- espiaba, “estaba la conjunción de la luna con un viento febril, de la carne desnuda e instigada de un hombre y una mujer…” “Al fin, el orden universal, restablecido gracias a un súbito grito de sirena, revelaban un círculo vital ineluctable…Noboru y la madre, la madre y el hombre, el hombre y el mar, el mar y Noboru…”
“A Ryuji en el carguero se lo consideraba excéntrico e insociable…” Eligió aventurarse al mar por la antipatía que le producía la tierra; sus únicos recuerdos de su vida en ella eran la eterna devastación: pobreza, enfermedad y muerte (muerte de su madre, muerte de la hermana y luego al graduarse de marino mercante muere el padre).La muerte también irrumpe en el marino en su ligazón con la mujer y con el amor: “un hombre encuentra a la mujer perfecta una sola vez en la vida, y la muerte, siempre, sale al paso …”
Un encuentro azaroso precipita una compleja trama, donde el marino comienza a perder la gracia. Este encuentra al niño, el niño no quiere que su madre se entere del lugar donde es encontrado, y el chico-jefe ve al marinero.
“El marino es tremendo. Es como un animal fantástico recién salido del mar salpicando y chorreando. La otra noche lo vi acostarse con mi madre”. “-¿Y ese es tu héroe? dijo el jefe (…) ¿Es que no entiendes que en este mundo los héroes no existen? Noboru no respondió ya que tenían que practicar “la ausencia de pasión más absoluta”. ¿se trataba de practicar la apatía? Comenzaron con un gato vagabundo…”El haber encontrado al marinero de regreso de la casa del jefe después de haber enterrado al gato fue mala suerte”. El marino se había presentado con un aspecto lamentable, con una camisa empapada (se había mojado para refrescarse) y como si fuera poco con una sonrisa estúpida y servil. Por lo menos hubiese hecho un amago de amenaza ante el pedido de no decir a la madre acerca del encuentro, no hubiese decepcionado a Noboru. Estos fueron los argumentos en la confección de los cargos contra Ryuji.
El carguero zarpa y en el va el marino, madre e hijo lo despiden. Noboru sintió que el orgullo lo invadía.
Invierno
Ryuji regresa de su viaje, Fusako –la madre- estaba esperando sin el niño ya que estaba enfermo. La decisión estaba tomada, fue durante el último viaje, iba a renunciar a la vida que le había permitido estar en el margen del mundo e iba a proponer casamiento.
Inicio de clases e inicio de las reuniones del grupo. El jefe dice: “-¿Qué ha estado haciendo tu héroe desde aquel día?…”corren rumores que ha regresado” “… ¿ha hecho algo tremendo durante su último viaje? Noboru responde: – “Bueno…, pues sí. Le sorprendió un huracán en medio del Caribe”. –“Debo pensar que salió empapado como una rata ahogada. Como aquel día de la ducha en la fuente del parque”. Todos rieron, Noboru vio que le estaban ridiculizando, pero pronto recobro su dignidad e informó sobre las actividades de Ryuji…”
Durante las vacaciones Noboru no se apartó del marino, escucho sus historias, pregunto y fue asistiendo a la pérdida de los fantasmas del mar y de los barcos y el comienzo en la adquisición del olor del hogar, el olor de la paz.
“-Número tres (así era llamado Noboru en el grupo)-dijo el jefe, te gustaría volver a hacer de tu marino un héroe?. Sólo hay un medio de volver a hacerlo un héroe…aún no puedo decirles cuál”. El jefe habla: “un padre es una máquina de ocultar la realidad, una máquina de urdir mentiras para los niños. Pero eso no es lo peor: íntimamente cree que representa la realidad”.
El ex marinero y ahora futuro ¿padre? Comienza a intervenir: “¿No crees que ya es hora de que dejes de cerrar la puerta del chico? Noboru después de todo ya no es un niño y sabe lo que debe hacer y lo que no. ¿No es cierto, Noboru? “La desazón de sentirse en una habitación no cerrada con llave le produjo escalofríos…”
Llega el anuncio del casamiento; ya era sabido por Noboru pero cómo privarse del deleite que le producía observar los esfuerzos que ponían para trasmitirlo sin causar daño. Noboru no se oponían a la imagen adorable que sabía que su madre y Ryuji tenían de él sino que se servía de ella. Nunca había sentido tanto desprecio por su madre. Ya en su habitación urdió un plan, se escondería en el armario para espiar, con una linterna y unas fichas de estudio y cuando fuese descubierto diría que solo estaba estudiando “…es más fácil concentrarse en este pequeño espacio…” “dejo de imaginar el incidente y rió en voz alta…”.
Una hendidura por la que atraviesa la luz es descubierta desde la habitación de la madre, quien lo arrastra a fuera del armario y lo golpea. “La falda de la bata azul oscura de su madre, completamente abierta, dejaba al descubierto las ondulaciones carnosas de la mitad inferior de su cuerpo, que aparecía grotescamente abultado y amenazador…” “Noboru capto de forma instantánea todos los detalles…era como si hubiera ya vivido este momento hacía mucho tiempo. Se trataba sin duda de la escena de castigo que había presenciado en sueños tantas veces”.
La madre llama al padre: “Voy hacer que tu padre te castigue de tal forma que jamás vuelvas a atreverte a hacer una cosa parecida”. Pero su determinación flaqueo y podía dejar para más tarde aquel asunto si el chico pedía perdón, lo cual no sucedió. El padre responde “Noboru no solo es el culpable…” los tres son responsables. “No tienes nada que decir acerca de lo que has visto. Ni nada que preguntar. Ya no eres ningún niño y algún día podremos reír juntos y hablar como tres adultos de lo que acaba de suceder”. Noboru: “sintió como si le faltara el aliento. ¿Cómo es posible que diga tales cosas? ¿Es éste el héroe espléndido que un día brilló tanto?” “El jefe… tenía razón: hay cosas peores que una paliza”.
Noboru pide reunión con carácter de urgente al jefe y presenta los cargos contra Ryuji. Al escuchar al jefe Noboru pregunta: -“hay alguna posibilidad de salvarlo”.”-Ninguna en absoluto. Es demasiado grave”. El plan ya estaba en marcha. El jefe hablo: “Lo esencial ya lo hemos practicado con el gato. Esto será lo mismo, no hay que preocuparse. Nos dará un poco más de trabajo, eso es todo. Y tal vez huela peor”. “-Quiero que escuche todos con atención: Código Penal, artículo Catorce: Los actos de los menores de catorce años de edad no son punibles por la ley”.
En la figura otorgada de jefe, un adolescente estudioso como él, también su par, Noboru encuentra al padre terrible aquel que castiga sin piedad teniendo en cuenta un ‘código de moralidad propio, una única manera posible, adecuada y correcta de estar en la vida’, una elección al fin (ref. Kant con Sade).
Referencias Bibliográficas:
- Mishima, El marinero que perdió la gracia del mar. Alianza editorial
- Mishima, Biografía. John Natham. Biblioteca de Bolsillo
- Lacan, Seminario 4 “La relación de objeto”, Clase IX
- Lacan, Seminario 10 “La angustia”, Clase VIII
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