Sobre: Sigmund Freud y Stefan Zweing: La invisible lucha por el alma. Epistolario completo 1908/193. Por Liliana Sacierain

Los epistolarios suelen suscitar una suerte de curiosidad, el cuerpo en la letra, las palabras en su peso, los términos nombrando en la singularidad que enlaza, en este caso, dos hombres, que sostienen este intercambio durante tres décadas no obstante la diferencia etaria de 25 años entre ellos. Entonces, ¿qué los contacta? ¿Qué los une en esta correspondencia?, compartir la misma desazón impuesta por la vida de una Europa convulsionada en el tercio inicial del Siglo XX los hace coincidir  en lo arduamente manifiesto de la búsqueda y el conocimiento de la condición humana.

Con semejanza de  cuna austríaca y judía,  ambos practican una austeridad casi abstinente en sus formas de vida.

Stefan Zweing  joven escritor,  logrado en la belleza de su estilo literario con aguda observación de la subjetividad de la época, interesa a  Sigmund Freud, un ávido de la lectura poética que rescata en esta  la capacidad de expresar mucho de lo que avizora en sus investigaciones.

Al escritor se le impone una  investigación casi accidental, un acceso privilegiado a “la otra escena” que lo mantiene imbuido en un “exceso de sentido psicológico”; esto lo transforma en un profundo admirador de    Freud y de su obra, a la que enaltece por la valentía de abordar sin tapujos y a costa de grandes inquietudes los más recónditos temas vinculados a la  sexualidad humana y los conflictos “del alma”.   Esta  valoración por parte de Zweig es plasmada en su obra biográfica “La curación por el espíritu” (1931) donde arriba a un  Freud como  “fundador de un nuevo decir” y un “curar por la palabra”  en un camino de reconciliación  del sujeto  con lo placentero de su existir.

Freud, elogia en el novelista esta capacidad referencial a las relaciones intersubjetivas insospechadas de los dramas existenciales, reconociendo un esplendido abanico literario que conforma su obra; teatro, poemas, ficción, biografías, no ficción, una obra con máximo reconocimiento en los años 20 y 30 del siglo y uno de los discursos antibelicistas más fervientes frente a la inminente expansión alemana.  Así es como S. Zweing como creador literario dispara en Freud un estimulo a este fluido intercambio de revelador contenido psicoanalítico. Dos obras alegóricas, “La confusión de sentimientos” y “Veinticuatro  horas en la vida de una mujer” llegan a manos del Profesor y son leídas detenidamente, “pequeñas obras maestras” dirá Freud; entre otros obsequios, se irán sucediendo sobre, el Balzac, historias para niños, disertaciones sobre la supuesta epilepsia de Dikens;  pero más allá de la escritura y los casos que aunaban el interés en ambos; algunas figuras de la época deseaban visitar  a este hombre lúcido e intrigante venido de la ciencia a compartir otros campos, es entonces Zweing quien concreta encuentros pautados a través de estas cartas. Y así Freud recibe a Romaind Rolland en su paso por Viena en 1924, y a Herbert Wells en 1931 durante una estadía en Salzburgo, sin duda las letras atraían a Freud,  así como Freud atraía a las letras.

En su trato epistolario S. Zweing es nombrado como “Doctor” por parte de Freud, como bien merita su título de doctor en Filosofía, aunque oportunamente lo confunde con Arnold Zweing (1887-19689) con quien no guarda parentesco alguno; tal vez un inconsciente deseo de sustituirlo ante tanta alabanza recibida por parte del escritor.

Zweing  solía llevar el equívoco inconsciente a la escritura del nombre  del  Profesor, sustituyendo Sigmund por Siegmund; permitiéndose así una forma de escape al desborde de admiración que el científico le despertaba. Cuando Freud recibe el premio Goethe en julio de 1930, Zweing le manifiesta su enhorabuena, y le augura el Nobel!!!  “Aclamando así el agradecimiento que la humanidad debiera otorgarle”, como lo expresa.

Avanzada la década del 30, ambos comprometidos por su origen y sus discursos se exilian en Londres, lo devastador del avance nazi no es sin rastros. Freud aún en su quebranto físico no merma con la producción de su obra, el intercambio de correo aunque un tanto espaciado tampoco merma.

Zweig también elige Londres alternando con Portugal para poner distancia al corazón ardido de la Europa central.

En el octogésimo aniversario del natalicio de Freud,  Zweing se ocupa muy especialmente de hacer pública una salutación a través de los medios gráficos acompañada con más de 200 firmas entre quienes figuran: Thomas Mann, Salvador Dalí, Hermann Broch, André Gide, Romain Rolland, Virginia Woolf.

Con profundo agradecimiento Freud expresa: “el sentimiento de sufrimiento que nos aúna y el consuelo de encontrar en la pertenencia con algunos otros y con la certeza de que sigan siendo valiosas las mismas cosas y los mismos incuestionables valores”.

Hacia 1938 estas cartas son artífices del encuentro de Freud con su “fanático admirador” Salvador Dalí, como lo describe Zweing, de esta exaltada conversación queda plasmada la imagen del Profesor, retrato ulteriormente retocado por el mismo Dalí  a fin de alivianar los rasgos de su enfermedad avanzada.

Zweing continúa su correspondencia aún sin respuesta durante los meses que discurren del año 39, lo simbólico en aquellas letras perdura y sostiene lo más entrañable de este vínculo. Oportunamente le escribe  a Anna Freud con en el interés puesto en la evolución de su padre, ya muy enfermo. Finalmente ante el Féretro de Sigmund Freud en el cementerio de Golders Green en las afueras de Londres, Zweing  pronuncia  la más emotiva despedida el 26 de setiembre. … profundísimas palabras que cierra con un “agradecimiento al querido y venerado amigo, un agradecimiento a su grandiosa vida de creador, a su obra vertida en las  almas humanas”… palabras despidiendo con el mas sentido afecto a quien consideraba su guía.

Al tiempo, Zweing reanuda con su esposa Lotte una serie de viajes por Sudamérica estableciéndose finalmente en Brasil (Petropolis). El gran literato, el gran admirador de S. Freud es abatido en su exilio con una sensación de fatalidad absoluta; en su desanimo lo persigue siniestramente la idea de la expansión del nacionalsocialismo en el mundo. Para fecha del Carnaval del año 1942 llegan a Rio noticias distorsionadas referidas a la futura expansión nazi en Medio Oriente y Asia; decidido a no ser parte de ese momento, Zweing y su esposa se suicidan el 22 de febrero … fiel a su estilo deja cartas dirigidas a sus amigos donde sentencia “Nunca podré ser libre del miedo, mi crisis consiste en no ser capaz de identificarme con el yo de mi pertenecía, con quien soy realmente”.” Decidimos enlazarnos en el amor, no dejarnos el uno al otro”.

Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significo  el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra”.