Por Adriana Hercman

No es muy común  encontrar en la literatura un trabajo que, respecto de lo  que podríamos llamar  los avatares de la maternidad, no responda a una posición moralista de corte feminista- renegatorio o  que no constituya una mera denuncia de aquello que no deja de consolidar o  que no reivindique y promueva prácticas consagradas al servicio de los intereses del mercado.

Este libro es una excepción. A través de una lectura crítica de las políticas que regulan la reproducción de los cuerpos, la psicoanalista francesa Marie- Magdeleine Chatel nos brinda un valioso testimonio fruto  de su  particular experiencia desarrollada en el ámbito hospitalario. Para entender el marco de dicha práctica, es necesario tener en cuenta la existencia de la ley que en 1975 legalizó el aborto en Francia y que reglamenta la implementación de una serie de  entrevistas conducidas por agentes de la salud como paso previo a la interrupción voluntaria de los embarazos. La autora es la primera analista que participa de aquellas entrevistas así como se incluye -en este caso sin una función definida- en entrevistas que se llevan a cabo a partir de la solicitud de hombres y mujeres a fin de acceder a técnicas de  procreación médicamente asistidas. 

Un efecto de alcances incalculables en sus consecuencias transforma a la maternidad en una actividad económicamente rentable, donde los distintos elementos de la cadena de la procreación  (ovocitos fecundados, criopreservados, embriones, vientres en alquiler) se convierten en objetos de intercambio que es posible negociar.

El texto  se compromete en el desafío político que implica pensar el discurso del analista junto con  los otros discursos y no como un “discurso aparte”, estableciendo con ellos una relación a la vez estructural y sincrónica. En ese sentido se nos invita a interrogar las posibilidades de supervivencia de este nuevo lazo social que es el psicoanálisis y de su sujeto bajo las actuales formas de producción científico- técnicas propias del capitalismo de nuestros días.

La  autora llama “medicina de la esterilización del deseo” o “medicina del mercado” a la maquinaria que conjuga ciencia y capitalismo y que pone en juego a la posibilidad de paliar  la infertilidad que ella misma contribuye a crear. A partir de la experiencia recogida en su práctica, Chatel muestra  de una manera cruda que lo que en ese movimiento  queda rechazado es lo real de la diferencia de los sexos y el cuerpo mismo en tanto cuerpo de goce.

Ante la falta de hijos (que, como sabemos, no indica automáticamente esterilidad) la demanda se dirige hacia una medicina todopoderosa para que repare “lo que no anda”. La respuesta lineal a dicha demanda rebaja la diferencia de los sexos a una manipulación de sustancias y órganos y  reduce el deseo por un hijo a una voluntad posible de satisfacer según  una lógica de mercado que pretende obturar, por medio del objeto que produce, el agujero de la existencia.

El psicoanálisis es el discurso que da a ese agujero, a esa hiancia, el valor de la estructura. Se trata de una falta que  está en relación a una verdad que es sexual y dice algo de lo real: “no hay relación”. Verdad que, rechazada por el saber,  retorna bajo la forma de lo que “no anda”.

Para el psicoanálisis, la diferencia de los sexos constituye  lo real imposible de simbolizar. Ese real no podrá inscribirse de otra manera que como castración, lo que concierne a una verdad de la  que el sujeto es incurable por el hecho de que como hablante  es y será deudor de esa diferencia sexual.

Cuando lo que se forcluye es la castración -manera en que Lacan se refiere al discurso del capitalismo en el ´72 – , la realidad se presenta como si la hiancia central alrededor de la cual se organiza la estructura fuera posible de ser colmada, como si  la deuda pudiera ser saldada. Frente a semejante promoción de la no castración, la práctica analítica se funda en la asunción de una pérdida imposible de suturar y que opone a esta lógica perversa un dispositivo donde alojar el padecimiento singular del hablante. Su apuesta ética consiste en proponer, frente a los estragos de la civilización tecnológica, el discurso como lazo social orientado  en  el deseo y en lo real del goce.

Teniendo en cuenta que lo que se transmite de una generación a  otra no puede ser sino una falta cuya preservación  permite que un deseo no sea anónimo y cuya transmisión otorga a cualquier viviente la posibilidad de anotarse en una serie, se abren algunos interrogantes:

¿cómo podrá el sujeto ubicarse en la serie de las generaciones cuando el deseo sexual queda descartado de la causa procreadora y amputado de sus consecuencias potenciales en la filiación?  ¿No representa el niño hecho por la ciencia la posibilidad en lo real del nacimiento de niños que no llevan ninguna huella de la discordancia del acto sexual, de la diferencia de los sexos, ninguna marca de los anhelos de muerte que frecuentan a todo anhelo de hijo? ¿Cuántas veces el hijo que no será representa la moneda viviente en los avatares del deseo que- porque no hubo  quien lo escuche-  no tuvo lugar para poder decirse? ¿Qué incidencias puede tener en el camino de la subjetividad de un niño el hecho de la disociación que el discurso médico conjugado con la tecno-ciencia  produce entre la paternidad sexual y la procreación?  ¿Cómo pueden subvertirse estas técnicas a fin de servirse de ellas de otra manera que despareciendo literalmente bajo el totalitarismo dulce de sus prescripciones serviles y desubjetivantes? ¿No es el “malestar” del que nos habla este libro un nombre posible al retorno de la verdad de la castración forcluida por la homogeneización y consecuente objetalización  impuesta por el mercado?

Invito a los lectores de este breve comentario a aventurarse y hacer  de su recorrido por este libro una nueva ocasión para avanzar en lo que respecta a la construcción de una toma de posición discursiva ante este problema que nos convoca como analistas y como ciudadanos.-

(*) El libro se encuentra a disposición en nuestra Biblioteca “Oscar Masotta”

(**) Agradezco a los integrantes del grupo de lectura “Sexo- Saber- Sujeto. Cuestiones de infancia” junto a quienes en el año 2012 nos propusimos y llevamos adelante un trabajo de lectura del texto aquí comentado